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miércoles, 30 de junio de 2021

CAPÍTULO 17 IV

 ENTRE UNO Y OTRO

Lupe estaba nerviosa, no sabía por quien decidirse, por un lado estaba Mario, un chico moreno de ojos café, de tiernas palabras, amoroso y  de un carácter recio y muy precavido, y por otro lado estaba Ignacio un chico trigueño, cabello lacio de ojos risueños, algo presumido, pedante pero detallista, romántico y atrevido.

Dos hombres diferentes despertaban en Lupe la intriga de conocerlos. Maldiciendo cada vez que pensaba en Ignacio porque sabía que era ambicioso y siempre estaba detrás de la niña de Regia, pero sentía mariposas en su estómago y no podía evitar ese sentimiento  todas las veces que lo miraba. Lo tenía en casa de día y noche, sin embargo, con Mario salía únicamente los fines de semana, y que no podía mentirle porque con solamente mirarle podía descubrirle lo que había en su corazón.

-Lupe dígame donde se encuentra las servilletas por favor –Decía Ignacio mientras le robaba un beso.

No le importaba que estuviera haciendo Lupe, pues siempre la buscaba y le regalaba una flor, un caramelo, un chocolate o un beso. Su amor fue creciendo de a poquito.

-¿Cuándo le vas a decir al poletucho que eres mía?

-No soy de nadie… además usted y yo no tenemos nada.

-Para lo que a mí me concierne sí tenemos algo… o se lo dices tú o se lo digo yo…

-No Ignacio, solo somos amigos, que no se te olvide…

Mientras en otros momentos, cuando Mario la pasaba buscando a la casa como de costumbre cada viernes por la noche, se dibujaban una casita junto a la montaña jurándose amor para toda la vida, con varios hijos, un perro, un gato, un modesto carro familiar, en la tranquilidad y paz.

UN RAYO DE LUZ

Rafael seguía en la cama en su ordenador haciendo cálculos de uno de sus negocios, como cada mañana, pero esa mañana era diferente, esa mañana era tan feliz  que ni podía evitar que su rostro mostrara su felicidad. Ella se encontraba en la ducha tan feliz como él, aunque en realidad él era más feliz. No podía creer tener en sus brazos a esa mujer que alguna vez lo deseo muchísimo.

Recordaba esa noche donde estaba contento y el ambiente se propiciaba a esa felicidad, pero  sabía que muy en el fondo de su corazón existía la tristeza. Necesitaba a alguien en su vida que lo hiciera revivir esa llama del romance porque estaba cansado de la falta amor y comprensión. Simplemente pasaba de una mujer a mujer sin poder decidirse con quien estar.

Estaba Kimi junto a él celebrando sin saber qué celebraban, mientras Diana más allá que no dejaba de mirarlo aunque él de vez en cuando le mandaba un brindis. Stephanie que con su inocencia lo hacía sentir más joven y   en la pista estaba Raquel con sus medias blancas que lo volvía loco, esa noche era cualquiera de las cuatro.

Diana que tanto amor le ha demostrado y él a ella, sentía una gran pasión y sobre todo mucho respeto, por otro lado Kimi, siempre adulándolo y haciéndolo sentir como el poderoso de la ciudad, Raquel que le tenía deseos desde que entró y Stephanie jamás la había tocado.

No tardó cuando entró Xavier al bar, por lo que captó la atención de Kimi, y más atrás Diana que necesitaba ajustar cuentas. Por instante Kimi se despidió de Rafael y se adentró al camerino de Diana. Por su parte Raquel terminaba su número cuando se acercó a la barra, Rafael se le acercó con insinuaciones:

-Raquel quieres una copa

-Sí por supuesto, muchas gracias don Rafael

Ya habían estado juntos en el pasado, solo una vez. Pero esta vez, era diferente, ya que Raquel estaba comprometida con David.

-Ahora no Don Rafael, estoy comprometida

Raquel señaló a David como diciendo que él era su novio.

-Me alegro por usted Raquel, pero guarda mi número si por algún día usted cambia de parecer

No podía creer que esa noche iría solo a casa, jamás le había pasado antes. Aunque no le quedaba esperanza quiso intentarlo con Stephanie.

-Te ofrezco mi dinero niña, ven conmigo… ya no eres una niña… además te digo que eres muy bonita

-Muchas gracias señor Rafael, el mismo dinero que tiene usted lo puedo tener yo si asó lo deseara, como usted ya sabe soy hermana de Helena y Martín, y si sabe que usted me está ofreciendo dinero, pues dejará de existir.

Uriel que observaba lo que sucedía  lo llamó aparte para ofrecerle otras chicas que pudieran cumplir sus necesidades.

-No Uriel, muchas gracias… me voy a casa, no quiero nada esta noche

Rafael salió del bar, se montó al carro, siguió su camino como lo había hecho en otras noches. Casi decepcionado y quizás con nostalgia por haber perdido a su esposa, que por lo menos lo esperaba en las noches. También se había decepcionado de Diana que esa noche perdió el interés de él y como si nada se perdió de vista.

De pronto vio una mujer, de cabello largo y piel morena,  que sacaba su pulgar pidiendo un aventón. Sin más nada Rafael se detuvo, abrió la puerta y ella entró con esa fregancia singular regando por doquier el dulce aroma afrutado y esos labios rojos que le hizo llamar la atención.

-Muchas gracias, mi nombre es Karen.

-El mío Rafael.

No terminaba de mencionar su nombre cuando Rafael la miraba con lujuria y ella que no aguantaba la seducción le correspondió bajando su mirada hacia sus pechos y luego pasó su mano por su cabello para luego agregar.

-Soy nueva en la ciudad, solo déjame en un hotel… de verdad que se lo agradeceré…

-Si eso es lo que desea.

No tardó en llegar a un hotel totalmente lujoso.

-Este no Rafael, no podré pagarlo.

-No te preocupes, los gastos corren por mi cuenta.

Al bajarse del carro llegó el parquero a quien le dio las llaves del carro y este le dijo:

-¡Buenas noches señor Rafael!

-¡Buenas noches!

Inmediatamente Karen no tardó en decirle:

-Viene con frecuencia por aquí

-Quizás –Contestó Rafael

Ya en la entrada todos los empleados comenzaron a saludarlo:

-Don Rafael, Señor Rafael, sirva don Rafael. El botones, el gerente, la mesonera y todos por donde pasaba.

-¿Quién es usted?

-Nada importante.

Karen sospechaba que existía algo más, no perdería la oportunidad de estar con ese hombre sensual e importante.

-Aquí está las llaves Karen.

-Muchas gracias Rafael

Rafael estiró las manos para darle las llaves pero ella le tomó de la mano fuerte, él sintió las ganas de besarla por lo que la llevó a la cintura bruscamente y la besó. Ella le correspondió y sin pensarlo dos veces él abrió la puerta, la cargó y la zumbó drásticamente a la cama.

PAÑITOS DE SEDAS

Xavier había robado la atención de Kimi aunque no pudo hablar con él. Más le interesaba aclarar dudas con Diana.

-¡No entiendo por qué le dijiste a Xavier sobre nuestro secreto!

Diana que lloraba por ese pasado que no la dejaba tranquila le contestó:

-No aguanté decirle el secreto Kimi, con solo verlo allí cada noche embriagándose, sin tener sentido en la vida… pensé que lo ayudaría  y me ayudaría a mí tener un poco más de paz.

-Acaso no piensas Diana, ahora te va a reprochar… el no haberle dicho que estabas embarazada de él, además que regalaste su hijo y para completar tú estás en este lugar sin saber nada de su hijo…

-No lo pensé en ese momento, siempre pensé que tenía derecho saber la verdad

-¡Qué más le dijiste!

-Nada más Kimi, nada más te lo juro.

-Si llega a saber que fui yo quien buscó a la familia de tu bebé, me va presionar para que lo lleve a él, además que no me lo va a perdonar nunca, es más me va a pedir que lo lleve allí… ya lo conoces como es…

-Yo no Kimi… eres tú quien lo conoces, yo solo salí embarazada de él, de un hijo que no tengo ahora, y que muero por estar  a su lado.

-Siempre has buscado estar con ese hijo que no es tuyo… entiéndelo lo perdiste desde el momento que lo dejaste en mis manos.

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