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martes, 1 de junio de 2021

CAPÍTULO 11

SE PERCATÓ EL SILENCIO

La brisa era fría, la luna se ocultaba entre las nubes cargadas de agua, parecía llover, las calles estaban solitarias y solo se escuchaba las pisadas de unos tacones my fino, cruza en una esquina, y sube las escaleras de escape. Alguien se acerca y se esconde detrás de la puerta del frente.

Sigue caminando, hacia la habitación 43, ya lo sabía. Desde niña y desde siempre porque siempre fueron amigas. Conocía cada cuadro, florero, cortina de aquella habitación y hasta su propia respiración.

La expresión de los ojos de aquella mujer eran frío y distante, no había una gota de empatía, solo emanaba odio y rencor, solo quería venganza. Se había cansado de que siguiera interviniendo en sus planes, ya quería quitarse la piedra de sus zapatos.

Nadie podía hacer el trabajo más que ella misma, todos son unos inútiles y podrían dejar huellas, todo tenía que ser limpio y sin cabos sueltos. Eran los pensamientos que pasaba por la mente de Regia una y otra vez.

Lo que rebasó el vaso fue las distracciones de Ignacio con la Guaricha que a pesar de que Regia se había percatado de sus aventuras, lo había dejado a que disfrutara solo por el hecho de darle una lección que ahora aprenderá.

Lo que no sabía Ignacio es que Regia nunca perdió sus pasos y que sabía cada paso de su lambe botas. Pero se había cansado de las llegadas tardes, de que no respondía el teléfono y que no llegara a tiempo a su trabajo. Y eso no lo iba a permitir.

Desde siempre supo las intenciones de Manuel y la Guaricha y su final había llegado.

Ya Regia se había cambiado de ropa y llamó a la puerta:

-Servicio señores.

-No he pedido servicio

-Es de parte de un cliente especial

Manuel abrió la puerta, y lo primero que vio fue el arma de Regia apuntándolo en la cabeza. Manuel que estaba en pantalocillo quedó frío.

-No Regia, no Regia…

-Mi amor quién es… -grita la Guaricha desde el baño.

Manuel se queda pasmado, sin decir palabras.

La Guaricha sale del baño y mira aquel escenario donde Regia con un peluca y vestido de color negro apuntaba a Manuel. Inmediatamente reacciona pero ya es tarde.

-¿Estás loca Regia?

-Loca tu Guaricha, muchas veces te advertí que no te metieras conmigo. No haces caso Guaricha. Te quitaré de una vez de mi camino

-Eres una loca, baja esa arma y vete

-Esta vez no Guaricha, esta vez no… éramos amigas… haberlo pensado antes, tu sabes de lo que soy capaz.

-Pero, pero, pero Regia

-No hay pero que varga Regia

-Por la amistad que tuvimos…

-Acuéstense desgraciados, vamos acuéstense y no digan que somos amigos…

-Para qué… nos va a dejar tranquilos… vete Regia no vamos a decir nada…

La pareja se acostaron, como lo había pedido Regia. Abrazados uno al otro y besándose, para que luego Regia toma muchas fotos de la pareja. Luego, destapó una botella de vino y se sentó en un sillón y la pareja seguían en cama semi desnudos.

Regia sirvió tres copas y les hechos varias gotas a dos copas de un frasco que sacó del bolsillo sin que la pareja se percatara y se los dio, para luego agregar:

-Brindemos por ustedes, por ti Guaricha, por ti Manuel, les hago saber que fueron  muy fuerte en esta pelea… ja ja ja… brindemos por Ignacio, mi perrito fiel, por quererlo manipular, y te digo que te va a extrañar mucho, sé que está enamorado de ti. Y cuando esté llorando abriré mis brazos para abrazarlo y consolarlo, lo que tu no podrás hacer más Guaricha. De mi parte jamás te voy a extrañar.

Poco a poco la Guaricha y Manuel se quedaron tranquilos  como si estuvieran durmiendo.

Una sonrisa risueña se dibujó en el rostro de Regia para luego se levantarse y escribir en el espejo “la vida es roja”

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