SE PERCATÓ EL SILENCIO
La brisa era fría, la luna
se ocultaba entre las nubes cargadas de agua, parecía llover, las calles
estaban solitarias y solo se escuchaba las pisadas de unos tacones my fino, cruza
en una esquina, y sube las escaleras de escape. Alguien se acerca y se esconde detrás
de la puerta del frente.
Sigue caminando, hacia la
habitación 43, ya lo sabía. Desde niña y desde siempre porque siempre fueron
amigas. Conocía cada cuadro, florero, cortina de aquella habitación y hasta su propia
respiración.
La expresión de los ojos de
aquella mujer eran frío y distante, no había una gota de empatía, solo emanaba
odio y rencor, solo quería venganza. Se había cansado de que siguiera
interviniendo en sus planes, ya quería quitarse la piedra de sus zapatos.
Nadie podía hacer el trabajo
más que ella misma, todos son unos inútiles y podrían dejar huellas, todo tenía
que ser limpio y sin cabos sueltos. Eran los pensamientos que pasaba por la
mente de Regia una y otra vez.
Lo que rebasó el vaso fue las
distracciones de Ignacio con la Guaricha que a pesar de que Regia se había
percatado de sus aventuras, lo había dejado a que disfrutara solo por el hecho
de darle una lección que ahora aprenderá.
Lo que no sabía Ignacio es
que Regia nunca perdió sus pasos y que sabía cada paso de su lambe botas. Pero
se había cansado de las llegadas tardes, de que no respondía el teléfono y que
no llegara a tiempo a su trabajo. Y eso no lo iba a permitir.
Desde siempre supo las
intenciones de Manuel y la Guaricha y su final había llegado.
Ya Regia se había cambiado
de ropa y llamó a la puerta:
-Servicio señores.
-No he pedido servicio
-Es de parte de un cliente
especial
Manuel abrió la puerta, y lo
primero que vio fue el arma de Regia apuntándolo en la cabeza. Manuel que
estaba en pantalocillo quedó frío.
-No Regia, no Regia…
-Mi amor quién es… -grita la
Guaricha desde el baño.
Manuel se queda pasmado, sin
decir palabras.
La Guaricha sale del baño y
mira aquel escenario donde Regia con un peluca y vestido de color negro
apuntaba a Manuel. Inmediatamente reacciona pero ya es tarde.
-¿Estás loca Regia?
-Loca tu Guaricha, muchas
veces te advertí que no te metieras conmigo. No haces caso Guaricha. Te quitaré
de una vez de mi camino
-Eres una loca, baja esa
arma y vete
-Esta vez no Guaricha, esta
vez no… éramos amigas… haberlo pensado antes, tu sabes de lo que soy capaz.
-Pero, pero, pero Regia
-No hay pero que varga Regia
-Por la amistad que tuvimos…
-Acuéstense desgraciados,
vamos acuéstense y no digan que somos amigos…
-Para qué… nos va a dejar
tranquilos… vete Regia no vamos a decir nada…
La pareja se acostaron, como
lo había pedido Regia. Abrazados uno al otro y besándose, para que luego Regia
toma muchas fotos de la pareja. Luego, destapó una botella de vino y se sentó
en un sillón y la pareja seguían en cama semi desnudos.
Regia sirvió tres copas y les
hechos varias gotas a dos copas de un frasco que sacó del bolsillo sin que la pareja se
percatara y se los dio, para luego agregar:
-Brindemos por ustedes, por ti
Guaricha, por ti Manuel, les hago saber que fueron muy fuerte en esta pelea… ja ja
ja… brindemos por Ignacio, mi perrito fiel, por quererlo manipular, y te digo
que te va a extrañar mucho, sé que está enamorado de ti. Y cuando esté llorando
abriré mis brazos para abrazarlo y consolarlo, lo que tu no podrás hacer más
Guaricha. De mi parte jamás te voy a extrañar.
Poco a poco la Guaricha y
Manuel se quedaron tranquilos como si
estuvieran durmiendo.
Una sonrisa risueña se dibujó en el rostro de Regia para luego se levantarse y escribir en el espejo “la vida es roja”
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