Hasta donde ha llegado la patética forma de
sobrevivir de los venezolanos, entre tanta inseguridad, pues es inseguridad
sobre inseguridad, tanto así que choros cobrándole a choros para que lo dejen
robar.
Si así están operando entre ellos, que quedará
para nosotros la comunidad. La impunidad es latente, ya no se puede esconder,
se ve, no solo en los barrios sino a la vuelta de la esquina.
No he sabido nada de Ángel, sólo que sigue
vivo, ¿será que el sindicato le perdonó la vida o tuvo que pagar?, ojalá decida
salirse del sindicato y empezar una nueva vida. Lo cierto es, que sus propios
panas le “echaron paja” como él decía, que aquella “bruja” volvía a decir, no
se le haya soltado la lengua. Pues ¿cuál era la paja que le habían echado?, no
logró decirme, porque en ese momento
llegó el otro pana y se lo llevó entre lloriqueó y murmuraciones que sólo ellos
entendían y que yo me quedé paralizada sin poder decir ni una palabra y sin
poder dormir en toda la noche.
Sólo le pido a Dios Misericordia para los
venezolanos y sobre todo para estos jóvenes.
Escribe Hogareña
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