PASAN LOS DÍAS
Un año pasó desde aquel incidente de la
familia Del Monte. No era fácil sobrellevar para Lupe trabajar en la misma casa
donde su hermano murió en manos de la señora Erika. Seguía trabajando allí para
ayudar a sus padres. Era lo único que había aprendido hacer, aún cuando
anhelaba estar con los niños del barrio, pues sabía que tenía una
responsabilidad con su familia. Seis meses antes, Mario la buscó en el mercado
donde cada quince días se encontraba Lupe acompañando a sus padres en el local
de sus hermanos.
-Señorita Lupe, mis sentido pésame a usted
y su familia
-Muchas gracias –dijo Lupe bajando la
cabeza
-Me encuentro muy apenado por toda esta situación
que está pasando, ya que su hermano se encontraba en el momento menos
apropiado. Su muerte fue inoportuna.
Mario la miraba con ternura, mientras de
sus mejillas rodaban algunas lágrimas y él se las secó con las manos.
-Lo siento, es mi escusa, no debí…
-No, no, no es nada… solo que no supero su
partida, quisiera creer que está aquí conmigo… espera me seco…
-Disculpa, fue la mejor la escusa de venir
a verte.
-A verme, eso porqué…
Fue muy pocas veces que Mario, interactuó
con la familia de Lupe, sobre todo con ella. Deseaba verla y decirle que sentía
algo especial, desde el primer día que vio en aquella cena que le derramó el
café caliente en el pantalón.
-Lupe aceptaría salir conmigo
Lupe que se sentía atraída por Mario
acepto salir con él. Desde entonces son inseparables. De regreso a casa después
de la cena y de haber compartido entre conversación y risas, regresaban a casa
cuando pasaban por el parque cuando Mario nervioso le tomó de la mano y ella le
correspondió porque así lo deseaban, sentían en sus corazones un ardor, en sus
estómagos con un revoloteo que querían
decirse “te amo”
Al tomarse de la mano se detuvieron, y al
caer el atardecer cuando la apuesta del sol se desaparecía entre las nubes que
irradiaba rayos de luz que engalanaba el horizonte.
Los dos se detuvieron y Mario se colocó al
frente de ella, le tomó por la otra mano y se la llevó a su cuerpo y poco a
poco sus rostros se fueron acercando hasta rozar sus labios conjugándose el
cariño y las euforias de sus almas.
DOS PAUTAS
Javier por fin tenía su puesto de tacos en
la avenida principal, tenía tacos de guacamoles, carne, pollo y de lo que
pidieran. Estaba vestido con una camisa blanca, y un pañuelo que cubría su
cabellera. Gracias a la bondad de Ignacio por pagarle al obtener información de
Lupe.
-No tiene novio por si eso es lo que le
interesa, aunque ese policía Mario la rodea… tenga cuidado ehhh…
-Eso no es nada… gracias
-Ya sabes que no es solo es gracias, pues
el algo más
-Está bien te pagaré… y lo otro…
-¡Ah sí! Lo otro…
-Es bueno decirte que Gabriel se encuentra
en el bar de Uriel…
-¡Ah sí! ¡Cómo así!
-Desde hace día lo sé… si es el mismo
hombre de la foto, está en el bar de Uriel, siempre ha estado allí, por lo que
sé.
Por casualidad Javier acompañaba a Xavier
a unos tragos por lo que mientras tomaban unos tragos vio a Gabriel llevar la
contabilidad del bar, hacía llamadas y acomodaba algunas mercancías.
ALGO QUE CAMBIÓ
Raquel y David se habían comprometido. Era
un amor de primavera, un amor tierno donde solo existían los dos.
-No quiero que trabajes más aquí Raquel.
-Lo sé amor, pero tengo que seguir,
necesito un tiempo más hasta que consiga otro trabajo.
-Puedo velar por ti y tu hijo Raquel, mi
trabajo da para los dos.
-No amor, por favor entiéndeme… unos meses
más.
Por otro lado, Stephanie había desistido
desde aquel día que Gabriel recobró los conocimientos. Mientras ella se
despedía porque se iría con su familia, él fue recordando pasajes de su vida. Recordó
el rostro de Regia, a don Rafael, a Ignacio, la reunión aquella en el hotel
donde bailó con Regia y hasta el puñal que entró en su piel.
-No te marches Stephanie, quédate aquí, en
este momento no tengo para ayudarme a mí mismo o ayudarte a ti, y al contrario
te necesito pero entre los dos podemos salir adelante.
-¿Cómo? Mírate cómo estás… te encuentras
peor que yo… más confundido y sin saber quién eres.
-Si sé quién soy. Mi nombre es Gabriel, sé
donde vivo y quienes son mi familia
-De qué hablas…
-Sé quién soy… y todo lo que me has
contado durante estos días puedo comprenderte, el estar atado a algo que no
quieres, es detestable, es mejor que te
quedes aquí.
Stephanie decidió seguir en el bar.
DECIR LA VERDAD
Xavier, se quedó impactado, por aquel secreto
que Diana le reveló aquella noche cuando los dos desahogaban sus penas. Xavier
seguía sumergido en el abismo de la desolación por la pérdida de su esposa, mientras
Diana por tratar de consolarlo y porque no aguantaba más guardar aquel secreto
que tanto la atormentaba, sobre todo ahora que veía cada día a Xavier, su
rostro, sus palabras y su aliento le recordaba aquella noche en que estuvieron
juntos. Eran muy jóvenes, cuando Xavier y Diana se dieron su primer beso. Era
un beso inocente y sin maliciosa, con un poco de miedo, un beso muy corto. Al día siguiente se dieron el segundo beso,
esta vez un poco más largo y profundo, no dejaban de tocarse, era una sensación
diferente querían amarse.
Así pasó los días entre amarse a
escondidas y darse muchos besos, hasta terminar la escuela y Xavier fue llevado
a otra ciudad para seguir con los estudios, mientras en el vientre de Diana
crecía un bebé fruto de su amor. Diana que también era muy joven y con ayuda de
su amiga Kimi llevaron adelante ese parto con apoyo de la partera del pueblo
cercano. Esa noche de tormenta Diana sufrió mucho pero ya su bebé se encontraba
entre sus brazos.
Era imposible quedarse con el bebé por lo
que Diana decidió darlo en adopción. Ese día Diana le confesó todo a Xavier
quien no podía creer lo que había revelado esa mujer que cada noche bailaba a
un público formado por hombres.
Diana dejó de estudiar y comenzó ahogar
sus penas bailando en un público masculino porque sentía que merecía todas esas
penas. Y así estar más cerca de aquella persona a quien le dio la vida, así
ella creía que fuera más fácil.
SIGUE SU CAMINO
Karen había empezado a trabajar en el bar,
al principio hacía su trabajo con entusiasmo, pero a medida que fue pasando el
tiempo, no le encontró sentido estar encerrada allí en ese local día tras día,
satisfaciendo las miradas de aquellos hombres que solo tenían un objetivo en su
mente.
Delia por su parte, trataba de animarla,
para que se aprendiera un número para que debutara en una de esas noches, pero
al llegar ese día Karen desapareció del local, y junto con ella las joyas de Delia
y de Uriel, y el dinero que habían ganado la noche anterior.
Karen no tenía dueño y mucho menos jefes,
al contrario andaba descubriendo un mundo cada vez que se le antoje. Aquí, allá
en donde sea, comiendo de cualquier lugar, viajando a donde sea, y nadie más la
encontraría.
Mucho menos la gente, que Uriel contrató
para que la encontrara.
Por eso nunca se la llevó bien con ninguno de los que trabajaba en el local y con la única que podía hablar era con Delia, quien de alguna forma lo que buscaba era ganársela para luego desfalcarla.
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