JUGADA FINAL
Rafael acompañado de Joe se sentó en una
mesa, junto a Martín, Helena y otros tres jugadores más. El repartidor empezó a
entregar las cartas y la sala quedó en silencio. Cada quien en sus mesas,
fichas corriendo de una mano a otra y bebidas por doquier.
Regia e Ignacio ocuparon el espacio de
invitados a un lado junto a aquellos jóvenes viciosos que solamente bebían,
fumaban y algo más, con música suave se divertían y hablaban de cualquier tema.
-Wichito… el padrecito perdió a Gabriel.
-Te lo dije Regia, eso no me sorprende…–expresó
Ignacio.
-Ahora que vas hacer Regia –Sonreía
Ignacio de los chistes de uno del grupo.
-No lo sé Wichito.
-Yo sí sé lo que vas hacer… espérame aquí.
Ignacio salió a la calle donde llamó a
Javier asignándole la misión de conseguir a Gabriel en cualquier lugar que se
encuentre.
-Te va a costar mucho –Afincó en decir Javier.
-Haz lo que tengas hacer, usted sabes que
te pago bien.
JUNTO A TI
En la casa parroquial Karen se había
instalado en la habitación de huéspedes. Mientras que el sacerdote Claudio se
había quedado dormido, después de haber tomado algunas pastillas para dormir y así
calmar las agonías que lo embargaba.
Octavio como trabajaría el día siguiente
le pidió a su amigo Luis que lo tendría libre que acompañara a su padre
mientras èl esperaba una mercancía que vendría en la madrugada.
Luis, quien sabía lo que había hecho en la
casa parroquial, no se atrevía decir palabras y escuchaba con atención lo que
de alguna manera narraba Octavio y Kali y lo que balbuceaba Claudio. Y llego a
la conclusión que el sacerdote tenía raptado a Gabriel por orden del demonio
llamado Regia. Lo primero que se le vino a la cabeza era la vida de su hermana
Lupe quien trabajaba para esa mujer mala.
De pronto quiso irse para decirle a su hermana
que regresara a casa, y expresarle que corría riesgo, que fue una equivocación
que trabajara allí. Que corría mucho más riesgo en esa casa que en el mismísimo
barrio. Pero era tarde así que iría a esa casa al día siguiente.
EN EL BAR
Una carta tras otra, un juego más, dos
jugadas ganadas por Rafael que más por el dinero era para divertirse y saber si
tenía oportunidad con Helena. Pero Helena quien estaba más centrada en expandir
el negocio de su padre le seguía el juego entre guiñarle un ojo o rosarle la mano
con la de él.
-¿Quieres que nos tomemos una copa aparte?
–dijo Helena muy cerca al oído
-No lo creo Helena, en otra ocasión mujer…
Helena que era contemporánea de Regia, no
le importaba la edad de Rafael, y lo que pensara la gente. Por su parte Martín
que sabía cuál era el objetivo, pues dejaba pasar las seducción y el
atrevimiento de su hermana.
Rafael sabía que era imprudente estar con
una jovencita que podría ser su hija, pero la deseaba. Estaba entre la espada y
la pared, por una parte estaba su hija muy cerca y que sabía que ella estaba
pendiente de él y por otro lado se encontraba Diana que lo vigilaba atentamente
y sabía lo que era capaz de hacer una mujer celosa.
-Vamos don Rafael venga conmigo, solo
hablaremos de negocios.
-No señorita, toma mi tarjeta y nos vemos
más tarde.
-Es ahora o no me vas a tener nunca en tu
vida.
Rafael que no aguantaba los deseos se
levantó de su puesto, y la siguió disimuladamente hasta la salida del salón que
da al bar, allí se encontró a Diana y que no podía hacer nada porque estaba bailando.
Con los hombres que no paraban de mirar como Diana se movía y las titilantes
luces, el humo que no dejaban mirar los caminos, el olor a bebidas alcoholicas y
la gente embriagada, Helena sintió agua fría que corría por su cuerpo.
-No te metas con mi padre –dijo Regia
Siguió con una cachetada que volteó el
rostro a Helena. Éstá pasmada pero que tampoco se queda tranquila, respondió
con otra cachetada y luego Regia se le lanzó encima, entre halarse el cabello y
revolcarse en el suelo. De repente algunos hombre comenzaron hacer bulla para
mirar aquellas mujeres pelearse, mientras Rafael y Joe, trataban de apartarlas.
Por otro lado, Ignacio miraba y no dejaba de sonreír. Y más allá salió Martín que
no entendía lo que pasaba que sacó un arma y echó un tiro al aire.
Todos comenzaron a correr y a desesperarse
y solo se le oía decir a Uriel “Mi local, mi gente, mi dinero”. Por su parte
Oscar llamó a sus guarda espaldas quien se confundió entre el gentío y Martín
por desesperación le pegó un tiro a Oscar quien calló de largo en el piso.
Ignacio corrió hacia Regia y la protegió de
Helena quienes todavía se daban algunos golpes a pesar de que estaban
separadas. Joe y Rafael salieron por la puerta de atrás.
-Te juro Regia del Del Monte que me la vas
pagar… -decía Helena con tanta ira y rabia.
Esta vez, Regia se montaría en el carro de
su padre con Ignacio. Mientras de rabia le decía a Rafael:
-No te das cuenta padre, no te das cuenta,
que solo quiere embaucarte en ese negocio sucio… que nos puede traer problemas…
no seas tan imbécil papá… hasta cuando te tengo que cuidar de tantas faldas y
mujeres…
-Perdón hija, perdón… solo creía que ella…
-Además de que es de mi misma edad, tu
podría ser su abuelo… me vuelves loca cuando actúas más con los pantalones que
con la cabeza… Helena es, Helena es, Helena es mi enemiga…
-Mijita quién no es tu enemiga… todas te
odian
-Siempre te estoy cuidando que no te pase
nada malo, siempre te estoy cuidando… un día de esto padre, un día de estos no
voy a estar y te vas a hundir como un pendejo.
-Ya Regia, ya Regia, ya Regia…-decía
Ignacio mientras la abrazaba
Joe miraba el retrovisor y observaba a
Regia, no creía que la niña inocente con quien él jugaba de niña se había
convertido en una mujer fuerte y audaz.
ALLANAMIENTO DEL BAR
No pasó dos horas que el bar estaba
acorralado de policías y no podía faltar Mario que llevaba los pasos a la
familia Del Monte. El cuerpo de Oscar había sido levantado sin signos vitales.
Uriel dejaba que los policías registraran el lugar, porque tenía buena relación
con el Alcalde por influencia de Delia. Por su parte Raquel, Stephanie y Diana
seguían cuidando a Gabriel que poco a poco se iba recuperando.
-¿Qué paso allá afuera Diana?
-Nada que te importe, descansa y
recupérate.
-Ya estoy bien, quiero salir e irme de
este lugar, estoy cansado de estar aquí.
- Todavía no sabes quién eres, preocúpate por
recordar –Siguió Diana.
Por su parte Stephanie reflexionaba que su
hermana hacía lo posible para mantener el negocio de la familia, mientras ella
egoístamente estaba allí sin ningún motivo aparente, era mejor regresar, era lo
que pensaba una y otra vez, recordaba el rostro golpeado de su hermana y ella
solo se escondió, fue incapaz de ayudarla. Su hermano Martín había matado a
otro hombre, solo por proteger a la familia. Y ella no podía hacer nada.
-Tengo que regresar, mis hermanos me
necesitan
TRISTE DECISIÓN
Al día siguiente, ya el sacerdote Claudio se
había levantado más tranquilo. Tenía el desayuno puesto en la mesa cuando
salió. Luis regresaría en un rato después de apagar las luces de la iglesia, por
lo que Karen ya lista se marcharía.
-Mi nombre es Karen
-¿Qué haces aquí?
-Tu hijo Octavio me dio hospedaje por una
noche pero ya me voy…
-Está bien señorita, no tengo tiempo para
estar reclamando nada.
-Ya me voy padre y écheme la bendición
Karen se marchó sin dejar rostro de ella y
mucho menos dejar rastro de la cesta de limosna de la iglesia, relojes,
anillos, copa de vino de la iglesia y todo aquello que podría entrar en su
bolso.
De repente entró Luis asustado diciéndole a
Claudio:
-Padre la iglesia está abierta y se
llevaron algunos objetos valiosos de ella
Claudio lo miró distante, entre
pensamientos que lo atormentaba
-Tengo cosas más importantes que hacer…
Muy temprano Regia había llamado al
Sacerdote para verse en un lugar público. Y era lo que pensaba Claudio, pues,
presentía que sus horas estaban contadas, y no podía perder la cita.
-Necesito que me acompañes a un lugar.
-No puedo padre, tengo que encontrarme con
mi hermana.
-Lupe, sí Lupe, mi Lupita… tienes que
sacarla de inmediato de esa casa… pero antes acompáñame..
-Está bien padre, pero después me marcho
Los dos se enrumbaron a la cita ya
anunciada
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