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sábado, 12 de junio de 2021

CAPÍTULO 14

COMIENZA EL JUEGO

Marisol colocó cada objeto y prenda en su lugar y bajó prudentemente por las escaleras y se encontró con Maxi. Marisol pegó un brinco soltando la bandeja que tenía en la mano.

-¡Ay Maxi! Me asustó

-¿Qué haces arriba Marisol?

-Le llevaba el jugo de la señorita Regia.

-La Señorita Regia no se encuentra y usted lo sabe.

-Se me olvidó…

-Usted sabe que no tienen autorizado de subir a menos que se lo pida.

-Pues, claro Maxi si por eso subí, escuché oírla…

Marisol empezó a recoger los vasos que se rompieron en el piso cuando en ese momento bajaba Joe.

-Joe que haces allá arriba, nadie tiene permitido subir sin autorización… usted sabe que hasta la cocina puede llegar…

-Nada Marisol, solo le hice un mandado a la señora Erika y le daba razón de la misma.

Marisol con picardía lo miró y empezó a reír.

--¿De qué ríes Marisol?

-No nada, solo me acordé de un chiste.

Joe le pareció extraño la actitud de Marisol pero siguió adelante.

POR MOTIVOS

Como siempre Octavio había regresado de la universidad cuando entró en la Iglesia. Era fácil ver a su padre Claudio en el confesionario confesando a alguien o en la casa parroquial reposando entre libros de lecturas que le gustaba mucho leer al caer el atardecer.

Ese día fue extraño, el sacerdote Claudio no se encontraba en la Capilla ni en la sacristía, mucho menos en la iglesia. Por lo que Octavio comenzó a preocuparse por su padre y recordó las actitudes muy sospechosas que tuvo en días anteriores. Así como el día en que le ayudaba arreglar un cableado de electricidad y no quiso que pasara más allá del sótano, o esa misma mañana no quiso desayunar sino que moría de nervios. Claudio parecía distante e indiferente, no dormía y caminaba mucho, sus gasto había aumentado y divagaba entre conversaciones él solo.

LA SOSPECHA

Regia regresó de su viaje de las islas Canarias, donde necesitaba relajarse por el evento ocurrido por su novio, era un viaje corto, discreto y sin mucha premura, era un viaje de placer, acompañado de su más leal y fiel hombre.

Entró por la puerta principal con la misma elegancia de siempre y la seguía Ignacio con todas las compras y bolsas que había hecho Regia en tal isla.

-Vamos Ignacio para la habitación

-Sí mi señora.

Los dos subieron las escaleras, uno tras otros, Regia en sus tacones altos y vestido blanco con un enorme sombrero, y atrás Ignacio con su chaqueta y gorra blanca combinado siempre con el vestuario de Regia.

-¡Ay no! ¿Dónde estarán todos en esta casa Ignacio? Siempre es lo mismo, estoy sola, nadie me espera, nadie me llama y nadie vela por mí.

Regia entra a su habitación e inmediatamente se dio cuenta que sus prendas no estaban en su lugar, los perfumes categorizado por fragancia estaban revueltos, los aretes pues de un angular que ella jamás cambiaría por ser tan detallista y maniática de poner las cosas.

Regia pensó en el baúl y salió corriendo a la habitación en donde reposaba sus zapatos, abrió el baúl  y  encontró algo diferente. Regia tomó el vestido negro del baúl y lo empuñó entre sus manos.

-Wichito, Wichitom Wichito ven a mí,,,

-Sí, sí, sí dime mi señora

-Alguien estuvo aquí sin mi permiso… averigua quien fue…

La mirada de Regia fue aislada, algo fría y distante. Ya Ignacio conocía esa mirada y otra vez sintió miedo, sabía que era la misma personalidad que tenía de aquella noche en el hotel y sin más nada salió de la habitación con el corazón acelerado y ganas de abandonar a Regia. Quería irse de una vez, lo había pensado en la noche anterior, y la anterior y cada día. Pero a la vez, sentía una pasión indescriptible por Regia, la amaba era verdad, no era un amor de pareja sino un amor de hermana y amiga, era un amor más que una madre, su diosa.

ENTRE PALABRAS

Ignacio llegó a la cocina, con una sonrisa de engreído. Tomó un vaso y se dirigió a la nevera. Se sirvió jugo de naranja mientras que Marisol dejó de hacer lo que estaba haciendo para ponerle atención, igual que Maxi que seguía dándole instrucción a Lupe de cómo colocar las servilletas en cada vaso.

-Alguien estuvo en el cuarto de mi señora –Por fin habló Ignacio

El corazón de Marisol comenzó a palpitar muy fuerte.

-Sí Ignacio… fue Marisol que pensó que la señora había llegado.

-Solo pregunto Maxi –Agregó Ignacio mientras sonreía risueñamente.

-Perdone usted señor Ignacio, solo llevé jugo a la habotación pero la señora pero no se encontraba.

-Tranquila Marisol, parece nerviosa.

-Es que en esta casa desconfían de nosotros, porque si es así mejor me marcho –dijo Lupe con un poco de ira por la actitud  de Ignacio.

- ¡Y tú, quien eres!

-Soy Lupe para servirle.

-No te había visto antes…

-Está trabajando con nosotros desde hace unos días.

-Me gusta tu rostro angelical y sí verdad, fue quien le echó el café al comandante –siguió Ignacio caminando hacia Lupe.

-Lupe bajó la cabeza con un poco de vergüenza…

-Eres muy bonita señorita –continuó Ignacio, y tratando tocar las mejillas de Lupe.

-¡Epa, pare allí señor, no te atrevas a tocarme!

Fue la primera vez que Ignacio dejó de pensar en la Guaricha, y un pálpito de emoción llegó a su corazón que comenzó a florecer la alegría.

 

 

 

 

 

 

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