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miércoles, 16 de junio de 2021

CAPÍTULO 14 IV

 LA MISA

El barrio estaba desconcertado por la muerte de Karla, Su tío Kali no paraba de lamentarse de que no hizo su trabajo y que había faltado a su hermano por no cuidar a su hija. Mas allá se encontraba Octavio que no paraba de llorar y lo acompañaba con la mirada su padre que también estaba muy triste mientras dirigía la misa.

En otro lado estaba Luis, quien disimulaba estar acompañando a los dolientes pero en realidad espera a la familia Del Monte para pedirle noticias de su hermana y a la misma vez solicitar trabajo. Y en su inquietud caminaba de un lado a otro  desesperado,  la gente lo miraba con desdén por lo que tuvo que salir para respetar a los presentes.

Era una misa en honor al cuerpo de Karla, quien ya había sido enterrada con disimulo ante las miradas de la gente para evitar cualquier escándalo como pasó con el cuerpo de Gabriel.

Al frente de la iglesia se estacionó una limosina color blanca y de ella se bajaba una dama muy elegante y bella, de vestido negro pegado al cuerpo hasta la cintura y debajo de pequeños frises con un pequeño lazo junto a la cintura y  una cartera de mano del mismo color del vestido, y junto a sus brazos un caballero de traje negro, con algo de barba y cabello largo recogido por un pequeño liguero.

-Me veo bien Martin –Dijo Helena

-Muy bien Helena como siempre –Contestó Martín al darle un beso en la mano.

Martín tomó de brazo a Helena y caminaron a la Iglesia. Quien con su extravagancia todos voltearon para saber quién era esa gente extraña.

Helena y Martín caminaron lentamente por el medio de la iglesia y se sentaron en cuarto banco.

Más atrás entró Kimi quien llevaba una cartera grande terciada entre los brazos, una blusa rosada y un pantalón azul pegado al cuerpo y junto a ella Javier quien llevaba una camisa blanca y un pantalón marrón. De alguna forma Kimi logró que Javier aceptara tomarla de la mano y se sentaron en el último asiento de la iglesia.

-No sé para qué vine… estuviera en mi cuarto mirando Hawai 5-0, a esta hora es que lo dan y me lo estoy perdiendo… tú siempre con tu locuras me arrastra hacer lo que da la gana.

-Mira Javier se lo dije a Karla, se lo dije… que su vida corría peligro, y fue por un culpa de una mano poderosa lo puedo presentir… parece coincidencia pero no lo es… tarde o temprano iba a terminar así.

-Ya vas a empezar con tu vaina, entonces me voy…

Javier se levantó para marcharse hasta que miró al frente y miró a Helena y Martín y de repente se volvió a sentar.

-¡Ay no! De aquí no me muevo… ya pronto voy a tener más billeticos bien fresco…

-¿Qué te pasa ahora Javier?

-A esto le va a gustar a la jefa de Ignacio… ya verás Kimi, que terminaré de poner mi negocio en grande, pondré mi negocio que todos admiren y me digan el jefe, el empresario, el poderoso, ya verás Kimi…

Claudio siguió la misa mientras Luis se asomaba a cada momento a la casa parroquial y regresaba a la iglesia y caminaba y no de paraba de caminar, y en su locura escuchó una voz débil en el depósito de la iglesia. Por curiosidad entró por un pasillo oscuro y se topó con una puerta de madera y al verla con llave trató de abrirla, la golpeó.

Lo hizo porque estaba seguro que había oído a alguien pidiendo ayuda. Siguió adelante y se encontró a un hombre en cama, nunca Luis había nada igual, era un despojo de hombre, con rostro hinchado y con cicatrices en la frente, su pecho estaba envuelto de vendas y de sus labios resecos no podía articular palabras claras.

Luis no dejaba de mirarlo, y quiso marcharse pero de pronto escuchó entre gemidos.

-¡No te vayas, por favor!

-¿Quién eres tú?

-Todavía no lo sé… pero quiero salir de aquí

Luis se fue acercando con precaución y algo de temor.

-Solo sé que ese señor cuida de mí y no me quejo… pero sé que hay algo más… esa mujer, esa mirada de odio…

-De qué hablas…

-Todavía no lo sé… pero sácame de aquí por favor.

-No lo sé si hacerlo

Luis trató de levantar a Gabriel como pudo y lo vistió… pero lo difícil sería sacarlo sin sospecha por la debilidad que éste tenía, pero por otra parte todos estaban en la misa. Así que caminaron juntos, y en la salida de la iglesia miró a David, Stephania, Raquel y Diana quienes también conocían a Karla.

-Pueden ayudarme por favor, decía Gabriel agonizando…

-¿Este quien es Luis? ¿En qué rollo te has metido Luís? –Dijo David

-Necesita ayuda y pues lo ayudaremos…

-Toma mi carro dijo Diana con misericordia pero a mi casa no lo lleven…

-A la mía tampoco –siguió Raquel

-Yo, no puedo, ya saben que mi padre no lo permitiría –Habló Stephania

-Al bar, lo llevaremos al bar…-agregó David y siguió diciendo -En la bodega de los licores, allí yo solo entro y tengo las llaves

Gabriel por el esfuerzo que hizo se desmayó por lo que David y Luis se lo llevaron. A su vez, Diana, Stephania y Raquel como todas unas divas de la comunidad entraron en la iglesia cuando casi terminaba la misa. Y en realidad no era por la afinidad con la muerta y mucho menos con la familia sino porque Diana deseaba una vez más encontrarse con Rafael. Raquel que la quiso acompañar le repetía

-Diana vales mucho, ese hombre no te mereces.

-Usted solo me acompaña, y guarda silencio Raquel.

-Observen con esta gente nos mira –dijo Stephania al sentirse incómoda por los presente…

Las sorpresas no podían faltar, todos comenzaron hacer comentarios cuando Raquel, Stephanie y Diana con sus vestidos brillantes entraron por la puerta grande. Las dos se sentaron al otro extremo de la iglesia mientras Kimi no dejaba de mirar a Diana y Diana a Kimi. Era como si se hablaban entre ellas pero no decían nada.

Javier por su parte, quedó encantado por Raquel que atrapaba miradas de los hombres, la veía con lujuria de arriba abajo y se estrujaba las manos.

--¿Qué te pasa puerco? –dijo Kimi un poco molesta

-¡Por qué me dices puerco! Es ella que viene así con ese vestidito bien chiquitito provocando a los hombres.

No había terminado de hablar cuando entró Regia de la nada, también vestido de negro, con un sombrero muy grande y como siempre con Ignacio a su lado. Ya la misa había terminado por lo que se le acercó a Kali para darle sentido pésame y ofrecerle un cheque por el trabajo de Karla además de un bono extra.

Regia extiende la mano a Kali e igualmente  a Octavio y dice en voz pasiva:

-He venido en representación de mis padres y reciba mis condolencias.

La gente no dejaba de mirar a Regia, sobre todo Kimi y Diana que no dejaban de entrecruzar miradas pero que no se atrevían hablar entre ellas.

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