SENSACIÓN DE DOLOR
La gente
salió corriendo sin dirección, mientras los guardias auxiliaron a Gabriel que
se encontraba en una cruz agonizando, apenas si se le escuchaba los balbuceos y
los gemidos de dolor, más atrás corrió Regia llorando y junto a ella Ignacio
quien le sostenía de los brazos.
-Mi
señora es mejor marcharnos.
-No
mi wichito quiero estar con mi novio, quién le hizo esto, no, no, no puede ser…
-¡Sácala
de aquí Ignacio! –Exclamó señor Rafael del Monte con autoridad.
Mientras
Gabriel en el suelo decía, fue, fue, fue… hasta que se quedó quieto… su cuerpo
desnudo desangrado fue cubierto por una sábana hasta que llegara las
autoridades.
-Ya
no hay que hacer –Agregó Rafael preocupado
Por
su parte Karla no paraba de llorar, inmediatamente recogió sus cosas y salió
del gran salón, pero los detectives ya habían mandado a cerrar el hotel, ya que
el criminal se encontraba entre la gente y todos necesitaban ser investigados.
-¿Por
dónde comenzamos mi comandante? –Dijo Daniel mientras veía a la gente.
-Asegúrese
que nadie salga del hotel –Le dijo Mario
-Es
una orden mi comandante.
Contestó
Daniel mientras sacaba una libreta de su bolsillo.
Karla
que se encontraba entre los trabajadores del hotel fue sorprendida con la
presencia de Octavio
-¿Cómo
te encuentras Karla?
-Lo
mataron Octavio, lo mataron. Es horrible, si lo habrías visto.
-Ya,
ya, ya… cálmate, ven a mí mi niña…
-Qué
bueno que estés aquí… siempre estás conmigo en los momentos más difíiles…
Octavio
le secó las lágrimas, la llevó hacia su pecho.
-¿Cómo
supiste Octavio? No entiendo
-Ya,
ya, ya… eso no importa en estos momentos.
SILENCIARLO
Daniel
camina por el pasillo de las habitaciones, y el silencio reina en las habitaciones,
nadie habla, nadie dice nada y solo se escucha un murmullo. Daniel se va
acercando y pone atención de lo que se habla al otro lado de la puerta. Se acerca
un poco más y escucha la voz de Regia.
-Viste
Wichito lo que le pasa a los que me engañan… si yo soy una buena mujer, solo
deseo que me amen, solo deseo un poquito de amor, yo no pedía más nada, sino
amor… acaso es difícil que me amen…
Daniel
se acerca un poco más y mira por la puerta. Y observa a Ignacio sentado en la
cama y Regia en el piso recostada de Ignacio mientras le pasa la mano por la
cabeza.
-Ya
señora mía, estoy aquí.
-Todos
Wichito, todos son unos traidores… esa periodista lo único que tenía que hacer
era hacerme famosa ante el mundo, y pues, mira como quedó, la Flaquita por no
ser discreta mírela entre las aguas… pero, pero, pero, no me culpe wichito por
la muerte de la Guaricha, yo no fui wichito, esa si no fui yo, yo te lo juro
que no…
Por
un instante, Ignacio mira con desprecio
a Regia, aún sabiendo que es culpable de su muerte. Pero sabe que no puede ir
al contrario de sus palabras y vuelve acariciar su cabello.
-Es
un mugroso mi Gabriel, le brindé la oportunidad de pagar sus deudas con su
fidelidad y mira como me pagó… no merecía estar con nosotros wichito… lo único
que le pedí fue amarme… no le pedía mucho wichito, solo amor… dime que tengo de
malo, tú me ves que soy mala, dime wichito soy mala…
Mientras
Daniel escuchaba esa conversación, trató de alejarse, pero se tropezó una
figura, vestida de negro, con cabello negro y una máscara de muñeca de porcelana.
-Quédese
quieto, no se mueva –Dijo Daniel.
La
persona no respondió.
-Soy
comandante del departamento de investigación criminalística del estado, le pido
que se quede quieto y ponga sus manos atrás, es una orden.
Daniel
se moría de nervios y no sabía qué hacer, desenfundó el arma pero para cuando
lo hizo, Regia por detrás lo apuñaló.
-Otra
muerte Wichito, otra muerte… tú crees que me gusta matar gente… no wichito, no
me gusta… Yo soy noble, tranquila, amable y bella.
Era
la primera vez que Ignacio presenciaba un crimen de Regia. Y sus manos comenzaron
a temblar.
-No
me gusta estar mirando como sus ojos se apagan al frente mí, no me gusta la
muerte, al contrario wichito, vivir para
ser felices.
Daniel
que todavía estaba vivo, hizo un disparo, pero sin dirección.
-Vamos
wichito ayúdame, vamos wichito…
-No,
no, no me pidas esto Regia, yo no puedo.
-Ven
wichito…
Ignacio
se fue a la habitación dejando sola a Regia. Mientras ella decía;
-Odio
ensuciar mi vestido, estoy muy hermosa acaso no me has visto, y más odio tener
que quitarle la vida, sin ni siquiera conocerte, odio verte así miserable, dime
que hacías de metiche…
El
hombre negro ató las manos de Daniel, mientras agonizaba y suplicaba por su
vida. De arrastra lo llevaron a la capilla. Mientras los policías que
escucharon el disparo comenzaron a buscar por todos los rincones de dónde provenía
el disparo. La gente estaba alborotada.
Ya
en la capilla Regia con su puñal escribió en la espalda de Daniel “por ser
metiche”, lo colocaron de rodilla hacia la imagen de la virgen María y el
hombre negro le pasó un cable por su cuello, y comenzó apretarlo. Mientras Regia
giraba y giraba en aquella capilla de olor armoniaco e incienso, sus brazos
subían y bajaban y giraba y giraba, de
un lado a otro como si escuchara una balada. Hasta que Daniel dejó de respirar.
EL
ÚLTIMO SUSPIRO
El
inspector Mario llegó a la capilla pero ya era tarde, encontró a Daniel, de
rodilla frente a la imagen, con los ojos abiertos y mano untadas, con una rosa
en los labios y un escrito en la pared que decía “la rosa roja”.
No
se podía tocar la escena hasta que llegara el forense, mientras que revisaba el
lugar, se encontró a Regia dormida en la cama junto a Ignacio con el televisor
encendido a todo volumen en la habitación al final del pasillo.
-Usted
no escucho nada –Dijo Mario
-No
escuché nada. Solo miro esta película, sí que está buena… no sabemos nada de la
muerte de Gabriel, por fin logré que mi señora durmiera y no quiero que la
moleste.
-No
digo de esa suceso, digo del inspector Daniel.
-¿Quién
es Daniel?
-Apareció
muerto en este mismo piso.
-No
sabemos nada, sí escuchamos algo pero no quise salir sabiendo que mi señora
está muy mal.
-No
se muevan de este lugar… me esperan aquí.
-Y para dónde nos moveríamos señor.
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