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sábado, 5 de junio de 2021

CAPÍTULO 12 II

 SENSACIÓN DE DOLOR

La gente salió corriendo sin dirección, mientras los guardias auxiliaron a Gabriel que se encontraba en una cruz agonizando, apenas si se le escuchaba los balbuceos y los gemidos de dolor, más atrás corrió Regia llorando y junto a ella Ignacio quien le sostenía de los brazos.

-Mi señora es mejor marcharnos.

-No mi wichito quiero estar con mi novio, quién le hizo esto, no, no, no puede ser…

-¡Sácala de aquí Ignacio! –Exclamó señor Rafael del Monte con autoridad.

Mientras Gabriel en el suelo decía, fue, fue, fue… hasta que se quedó quieto… su cuerpo desnudo desangrado fue cubierto por una sábana hasta que llegara las autoridades.

-Ya no hay que hacer –Agregó Rafael preocupado

Por su parte Karla no paraba de llorar, inmediatamente recogió sus cosas y salió del gran salón, pero los detectives ya habían mandado a cerrar el hotel, ya que el criminal se encontraba entre la gente y todos necesitaban ser investigados.

-¿Por dónde comenzamos mi comandante? –Dijo Daniel mientras veía a la gente.

-Asegúrese que nadie salga del hotel –Le dijo Mario

-Es una orden mi comandante.

Contestó Daniel mientras sacaba una libreta de su bolsillo.

Karla que se encontraba entre los trabajadores del hotel fue sorprendida con la presencia de Octavio

-¿Cómo te encuentras Karla?

-Lo mataron Octavio, lo mataron. Es horrible, si lo habrías visto.

-Ya, ya, ya… cálmate, ven a mí mi niña…

-Qué bueno que estés aquí… siempre estás conmigo en los momentos más difíiles…

Octavio le secó las lágrimas, la llevó hacia su pecho.

-¿Cómo supiste Octavio? No entiendo

-Ya, ya, ya… eso no importa en estos momentos.

SILENCIARLO

Daniel camina por el pasillo de las habitaciones, y el silencio reina en las habitaciones, nadie habla, nadie dice nada y solo se escucha un murmullo. Daniel se va acercando y pone atención de lo que se habla al otro lado de la puerta. Se acerca un poco más y escucha la voz de Regia.

-Viste Wichito lo que le pasa a los que me engañan… si yo soy una buena mujer, solo deseo que me amen, solo deseo un poquito de amor, yo no pedía más nada, sino amor… acaso es difícil que me amen…

Daniel se acerca un poco más y mira por la puerta. Y observa a Ignacio sentado en la cama y Regia en el piso recostada de Ignacio mientras le pasa la mano por la cabeza.

-Ya señora mía, estoy aquí.

-Todos Wichito, todos son unos traidores… esa periodista lo único que tenía que hacer era hacerme famosa ante el mundo, y pues, mira como quedó, la Flaquita por no ser discreta mírela entre las aguas… pero, pero, pero, no me culpe wichito por la muerte de la Guaricha, yo no fui wichito, esa si no fui yo, yo te lo juro que no…

Por un instante, Ignacio  mira con desprecio a Regia, aún sabiendo que es culpable de su muerte. Pero sabe que no puede ir al contrario de sus palabras y vuelve acariciar su cabello.

-Es un mugroso mi Gabriel, le brindé la oportunidad de pagar sus deudas con su fidelidad y mira como me pagó… no merecía estar con nosotros wichito… lo único que le pedí fue amarme… no le pedía mucho wichito, solo amor… dime que tengo de malo, tú me ves que soy mala, dime wichito soy mala…

Mientras Daniel escuchaba esa conversación, trató de alejarse, pero se tropezó una figura, vestida de negro, con cabello negro y una máscara de muñeca de porcelana.

-Quédese quieto, no se mueva –Dijo Daniel.

La persona no respondió.

-Soy comandante del departamento de investigación criminalística del estado, le pido que se quede quieto y ponga sus manos atrás, es una orden.

Daniel se moría de nervios y no sabía qué hacer, desenfundó el arma pero para cuando lo hizo, Regia por detrás lo apuñaló.

-Otra muerte Wichito, otra muerte… tú crees que me gusta matar gente… no wichito, no me gusta… Yo soy noble, tranquila, amable y bella.

Era la primera vez que Ignacio presenciaba un crimen de Regia. Y sus manos comenzaron a temblar.

-No me gusta estar mirando como sus ojos se apagan al frente mí, no me gusta la muerte, al contrario wichito,  vivir para ser felices.

Daniel que todavía estaba vivo, hizo un disparo, pero sin dirección.

-Vamos wichito ayúdame, vamos wichito…

-No, no, no me pidas esto Regia, yo no puedo.

-Ven wichito…

Ignacio se fue a la habitación dejando sola a Regia. Mientras ella decía;

-Odio ensuciar mi vestido, estoy muy hermosa acaso no me has visto, y más odio tener que quitarle la vida, sin ni siquiera conocerte, odio verte así miserable, dime que hacías de metiche…

El hombre negro ató las manos de Daniel, mientras agonizaba y suplicaba por su vida. De arrastra lo llevaron a la capilla. Mientras los policías que escucharon el disparo comenzaron a buscar por todos los rincones de dónde provenía el disparo. La gente estaba alborotada.

Ya en la capilla Regia con su puñal escribió en la espalda de Daniel “por ser metiche”, lo colocaron de rodilla hacia la imagen de la virgen María y el hombre negro le pasó un cable por su cuello, y comenzó apretarlo. Mientras Regia giraba y giraba en aquella capilla de olor armoniaco e incienso, sus brazos subían y bajaban y giraba y giraba,  de un lado a otro como si escuchara una balada. Hasta que Daniel dejó de respirar.

EL ÚLTIMO SUSPIRO

El inspector Mario llegó a la capilla pero ya era tarde, encontró a Daniel, de rodilla frente a la imagen, con los ojos abiertos y mano untadas, con una rosa en los labios y un escrito en la pared que decía “la rosa roja”.

No se podía tocar la escena hasta que llegara el forense, mientras que revisaba el lugar, se encontró a Regia dormida en la cama junto a Ignacio con el televisor encendido a todo volumen en la habitación al final del pasillo.

-Usted no escucho nada –Dijo Mario

-No escuché nada. Solo miro esta película, sí que está buena… no sabemos nada de la muerte de Gabriel, por fin logré que mi señora durmiera y no quiero que la moleste.

-No digo de esa suceso, digo del inspector Daniel.

-¿Quién es Daniel?

-Apareció muerto en este mismo piso.

-No sabemos nada, sí escuchamos algo pero no quise salir sabiendo que mi señora está muy mal.

-No se muevan de este lugar… me esperan aquí.

-Y para dónde nos moveríamos señor.

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