EN OCASIONES
Al
amanecer, los niños asistían al colegio y
la clase trabajadora salían a sus trabajos. Luis se alistaba para ir a
su puesto de mercado y con él Lupes quien haría el mercado de esa semana.
-No
voy a regresar hermano, yo quiero quedarme aquí con mi gente, esta es mi vida,
mi alegría, mis muchachitos me necesitan…
-Ya
no insistas Lupita, usted está metida en tremendo rollo con esa gente, y si no
te vas pues vas a morir.
-Te
prometo que no voy a buscar más pléito.
-Nada
de eso y apúrate.
Los
dos salieron de casa, y caminaron por la misma acera de todos los días,
sumergida entre la soledad y abismo, con gentes conocidas y alegres, pero esa alegría que esconde una
tristeza desconocida.
-¡Hermano!
–Exclama Luís
-Vamos
temprano –Contestó Octavio
Después
de saludarse, con un apretón de mano siguieron a la macha por aquella calle
solitaria.
-¡Sí!
tenemos que llegar primero que los camiones.
Siguieron
bajando y se encontraron con Karla que los esperaba desde su casa. Es evidente
que Karla desde aquella noche fatídica, no puedo estar más sola, ya que en su
mente veía el rostro de Gabriel sangrienta y aquellos gemidos de dolor,
llegando a la conclusión que en cualquier momento ella sería la próxima víctima.
Octavio
y Karla iban tomados de manos, puesto que días anteriores, ella por fin después
de muchos años de insistencia, después de mucho tiempo de cariño y atenciones,
después de días y noches de estar a su lado, aceptó ser su novia. Octavio
todavía no se lo creía, y se veía en el espejo en varias ocasiones recordando
ese día en que ella le dio el primer beso en una cafetería común, colmado de
gente, pero que para ellos solo existían ellos dos.
-Te
amo Karla, sabes que te amo y te amo desde niño, ya no lo puedo evitar, ya no
puedo seguir siendo tu amigo, creo que lo mejor para los dos es que no te vea
más, porque seguiré insistiendo, y me hará más daño…
Karla
lo miraba confundida, recordando aquella noche cuando Octavio la consolaba en
su pecho; sentía un palpitar diferente, sentía un ardor en su estómago, sentía
que moría de nervios al rozar su piel con la de Octavio, y descubrió que estaba
enamorada de él.
Ella
sin pensarlo dos veces y por impulso entrelazó sus manos con las de él. El la
miró fijamente a los ojos, y se levantó, ella también lo hizo. Y sin mediar
palabras juntaron sus labios mientras sus corazones palpitaban muy fuertes.
-También
te amo Octavio, también te amo…
Luego
se abrazaron muy fuertes y desde entonces los dos están juntos, muy juntos y
felices.
EN
EL REENCUENTRO
Bajaban
la mercancía de los camiones, cajas de bananas, manzanas, uvas, peras, mangos,
tomates… Octavio y Luis estaban ocupados mientras, Karla y Lupe se paseaban por
los alrededores.
-Regresarás
al Hotel –Dijo Lupe
-Tengo
que regresar, necesito el dinero
-A
mí me obligaron a trabajar en esa casa, es un tormento que llevo por dentro y
me ahoga...
No
terminaba de hablar cuando las dos fue sorprendida por el inspector Mario
-¿Buenos
días señoritas? Mi nombre es el inspector Mario y necesito hacerles unas
preguntas.
Lupe
lo miró a los ojos y de la nada empezó a reir.
-Perdón,
perdón…
-De
qué se ríe señorita
Lupe
se acordó del café caliente que por accidente derramó en su pantalón
-No
nada perdone usted…
-¿De
qué quiere hablar usted inspector?
-Solo
quiero hacerles unas preguntas a las dos.
-Diga
usted –Seguía riendo Lupe
-Me
podrían explicar qué relación tienen ustedes con la familia Del Montes
-Solo
de empleados inspector –Contestó Karla
-Me podrían
decir que si han observado algo fuera de lo normal.
-Esa
noche la señorita Regia fue a mi lugar de trabajo con amenazas para que me
apartara de Gabriel.
-¿Por
qué?
Karla
bajó la cabeza, luego agrega:
-Porque
Gabriel me había invitado a cenar, una cena que rechacé pero insistió
-Hubo
algo entre ustedes dos.
-No
señor nada.
-¡Está
segura!
-Había
una atracción entre los dos… ahora me arrepiento de haber correspondido a ese
sentimiento, pero aún así ni hubo más que atracción.
El
inspector no dejaba de mirar a Lupe que tenía dos clinejas que le llegaba al
hombro y vestida con una braga con broche en el pecho. Le parecía una chica rebelde
y angelical.
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