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lunes, 28 de junio de 2021

CAPÍTULO 17 II

AQUELLA INCOGNITA

Aquella noche en la cena con los empresarios que don Rafael llevó a su esposa, y quien los acompañaba Joe y Maxi. Se logró una gran inversión para los hoteles, diversas agencias turísticas promocionarían a red hoteleras con publicidad para obtener turísticas mientras pudieran ganar comisiones, así tanto las agencias turísticas como los hoteles trabajarían en conjunto. Por otra parte los hoteles ofrecerían distracciones diferentes para dar opciones de acuerdo a la necesidad de cada cliente. Ya en la recepción don Rafael intercambiaba ideas con los empresarios, promotoras y algunos potenciales que recibieron invitaciones especiales, mientras que Erika solo le importaba estar cerca de Joe. Por su parte Maxi trataba de controlar a Erika, por lo que le era imposible porque sabía que la señora Erika sentía un amor profundo hacia Joe.

Con miradas entrecruzadas Joe y Erika se miraban con deseos, de vez en cuando un guiño y un susurro de un te amo hacía que Erika se sonrojara, pues Erika se sentía especial y única. Quería estar con él, por lo que buscó la manera de escaparse. Fue tan fácil perderse entre el gentío y huir para estar al lado de Joe.

Aquella noche los dos se amaron bajo la luna y el cielo estrellado, eran libres, no existía nadie en el mundo solo ellos dos, a pesar de la edad, del estatus social, a pesar de que ella es la señora y él el chofer. Juraron amarse para toda la vida y que jamás nadie lo separarían. Fueron felices y quizás era la última noche en que se amarían.

Al día siguiente, Joe y Karla tomaron valor para confesarle a Rafael que querían estar juntos, por lo que Rafael jamás lo aceptó, su furia recorrió por sus venas por lo que sacudió el lugar. Era imposible una separación de Erika y él, por la influencia que tenía con el padre de Erika quien de alguna manera Rafael llevaba el apellido Del Monte, y había prometido cuidar de su esposa hasta que la muerte los separen, por otra parte se encontraba su posición delante de los inversionistas y la posición social, ya que Karla era la imagen de los grupos de damas que buscaban realizar obras de caridad y que al mismo tiempo su relación con diversas asociaciones internacionales le permitía involucrarse con diversas empresas y compañías.

Por otra parte, no fue fácil decir que para Joe, se llevó la peor parte. Ese día don Rafael confesó que era su padre. Que la madre de Joe era una jovencita muy bonita de ojos claros y cabello castaño. Había empezado a trabajar en la familia, cuando Rafael se fijó en ella y la enamoró con sus galanterías y el buen trato. Ella siempre pensó que Rafael se casaría con ella, por lo que se entregó a él, pero en realidad Rafael solo le interesaba casarse con Erika.

Fue muy duro saber que Rafael se casaría con Erika por lo que la jovencita se apoyó en el hombro del chofer de la casa, para ese entonces el chofer trabaja para el padre de Rafael. Poco a poco el chofer se fue ganando el cariño de la jovencita a pesar del que en el vientre de ella crecía un bebé. Rafael lamentó el embarazo al enterarse pero no podía hacer nada ya que había una boda cercana. Así que la jovencita se quedó con el chofer de la casa.

Fue así, que Rafael asumió la responsabilidad de pasarle una mesada a la jovencita y ella siguió trabajando en la casa, hasta el punto que se casó con el chofer y éste reconoció a Joe como su hijo aún sabiendo  que era hijo de Rafael.

Pasaron los años y la madre de Joe murió de cáncer, y el chofer asumió su crianza. Fue muy fácil que Regia y Joe jugaran por los alrededores de la mansión. Joe un  año mayor que Regia; los dos se sentían como hermanos.

Rafael nunca tomó importancia en decirle a Joe que en realidad era su hijo, hasta ese instante que lo confesó. Fue un dolor fuerte para Joe creer, esa realidad, porque su padre había sido el mejor padre que jamás haya tenido, un hombre honesto, amable, humilde y de buen corazón. Lo había criado con principios, en la cual tiene ahora.

-Jamás pensaba en decírmelo señor –dijo Joe con lágrimas en los ojos.

-La verdad no creí necesario –Contestó Rafael fríamente.

-Ni creas que con esto vas hacer que me separe de Erika.

-No lo sé, si podre… pero jamás permitiría que estén juntos.

-La amo, la amo muchísimo…

-No vas lograr nada con eso…

-Mi padre está muerto, y seré chofer hasta que Erika me lo diga… si me lo pide en este instante nos largamos.

Rafael se enfureció y lo tomó por el pecho y le dijo firmemente:

-Mira muchachito… oye bien lo que te voy a decir, porque te lo voy a decir una sola vez… vas a terminar tus estudios y vendrás a trabajar conmigo, por ahora será mis ojos, a donde yo vaya usted pisa mis huellas, caminarás detrás de mí cuidándome, hasta aprender todo de la empresa.

Joe como pudo se soltó de las manos de Rafael y le contestó:

-Mire señor, dígale a su hija que lo acompañe, a mí solo me interesa Erika, la amo y no me vas a separar de ella.

-Está bien, está bien, pareces que tienes mi carácter, eso me gusta, eres tan terco… hagamos una tregua, entre tú y yo… esos estudios que está por terminar no es nada… termínalo, luego comenzarás a trabajar para mí, mientras rompo sociedad con la familia de Erika, y cuando allí sea libre de ellos, le doy paso a ustedes.

-Lo dices en serio…

-¡Claro lo digo en serio!

En realidad Rafael jamás dejaría libre a Erika. No se valía un divorcio. Aún en la inocencia de Joe y Erika, esperarían estar juntos. Y Joe estaría al lado de Rafael y Erika seguiría aparentando ser la esposa feliz, cuando en sí ya se encontraba en otra habitación de la casa.

Muchos momentos fue descubriendo Joe, sobre las actividades frecuentes que hacía Rafael, pero que no podía confesarle a Erika, por lealtad al trabajo. Como los encuentros frecuentes de Rafael con jovencitas, que solicitaba a agencias citas, o algunas empleadas del hotel que recibía en la oficina. Citas a restaurantes, viajes cortos, navegar en yate y otros encuentros que justificaba que se encontraba solo.

Para Joe era imposible creer toda aquella vida oculta que llevaba su padre, a la vista de su familia, y era la razón justificada de que Regia hacía lo mismo que su padre. Y que en la cual los dos eran tal para cual. Regía había crecido en ese mundo superficial donde el ego de su padre era más importante que cualquier cosa.

A pesar, de que Joe recibía el sabor de la ambición, pues mantenía su posición en ganarse la libertad de Erika. Para él cualquier mujer era insignificante y poca cosa. Solo deseaba llegar casa y encontrarse con su amada.

Aunque Joe sabía de antemano la relación que había entre Rafael y Diana, pues no sabía que le importaba más que una mujer que se acuesta con él cuando se le antoja. Había un sentimiento profundo que afloraba a la ternura y el cariño de un amor que iba creciendo cada vez que se encontraban. Había ese algo más de un amor, pues Diana se afincaba en tener el apellido Del Monte, mientras Rafael solo importaba tener un poco de amor.

-Diana, Diana… estamos bien así Diana, obtienes de mí lo que quieras… te lo he dado todo… y todo lo que me has pedido te lo concedido.

-No todo Rafael, sabes bien lo que quiero Rafael… quiero ser la señora Del Monte…

Joe que caminaba los mismos pasos de su padre jamás se había contaminado de sus mañas, hasta que Maxi le dio el recado de Erika de aquel día en que murió. Joe se sintió devastado, y quiso marcharse pues no le encontraba sentido seguir allí. Se iría con la familia de su padre quien lo crió, pero Rafael lo convenció que se quedara, en nombre de su esposa.

Pero ahora Joe quiere el apellido Del Monte, por lo que a Rafael sería un poco engorroso porque sabe que Regia jamás lo aceptaría, además que no es el único hijo que tiene fuera de matrimonio, ya que tendría que reconocer a otros más que lo busca y que él solo ignora a fuerza de dinero.

Era justo para Joe llevar el apellido e insistía tener el apellido y sería su objetivo. Sería un golpe fuerte para la engreída Regia que se cree la única en la familia y así se vengaría todas las veces que ella lo humilló diciendo que era un simple chofer.

 

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