¡QUIÉN ES ELLA!
noche Kali y Octavio
regresaban del mercado, entre charlas y aún con la nostalgia de la pronta
partida de Karla. Jamás podrían recuperarse de tal dolor que los embargaba en
perder ese ser tan querido.
-He observado que tu papá se
siente nervioso Octavio –Dijo Kali preocupado.
-Ha tenido mucho trabajo y
reconozco que no le ayudo mucho.
-Sería bueno que lo acompañe
un rato, vayan a cualquier lugar y pásenla bien.
Eso haré Kali.
De la nada apareció una mujer
de ojos marrones, piel morena, de sonrisa natural y de cabello lacio.
-¡Buenas noches! Por favor,
me podrán dar algo para comer…
Los dos se miraron.
-Buenas noches, a ver que te
podemos dar…
Kali e Ignacio comenzaron
registrarse los bolsillos y encontraron algunas monedas y se la dieron a la
chica.
-No tenemos dinero para
comprarte comida pero podemos frezarte ir a donde mi padre que él debe tener
algo –Dijo Octavio.
-No gracias, es muy amable.
-Mira es de noche, y si no
tiene para comer mucho menos para dormir, mi padre e el sacerdote de aquella
iglesia y si quiere te puedes quedar allí.
-Está bien, solo porque me
parecen buenas personas.
Los tres estaban callados
porque ella era una extraña, ninguno de los dos se atrevían seguir hablando,
mientras caminaban.
-¿Qué hace por aquí
señorita? –dijo Dijo Kali
-Vengo de otra ciudad, estoy
de paso, solo necesito un poco de agua, comida y luego me marcho.
-Eres viajera…-Dijo Octavio
-Kali es mi nombre y el de
él es Octavio
-Es un gusto conocerlos, el
mío es Karen
Karen tenía un traje
completo de pantalón de terciopelo color negro pegado al cuerpo. Para ella no
le hacía falta tener más nada para vivir, solo dos pantalones, su
identificación y algunas frutas, porque lo demás se venía dando de acuerdo que
fuera pasando el día.
Los tres llegaron a la
iglesia y encontraron al cura arrodillado en el altísimo, se fueron acercando
poco a poco y de la nada se toparon con Regia, los cuatro se miraron de reojos,
mientras Regia miró de arriba abajo a Karen.
-Con permiso dijo Regia.
-Adelante –Agregó Octavio
Siguieron adelante y se
encontraron a Claudio totalmente nervioso, la tensión le había subido y solo
repetía entre los dientes “es el propio diablo, viene por mí, es el diablo,
viene por mí, es el diablo, viene por mí”.
Kali y Octavio se lo
llevaron a la habitación y lo recostaron en la cama. Mientras que Karen
observaba a Claudio decir y repetir el padre nuestro.
SIGUE LA FUNCIÓN
Delia seguía en la piscina
de cristal, moviendo su cuerpo de sirena al compás de la música, de un lado a
otro movía sus manos con estilo.
Regia entró acompañada de
Ignacio, con los brazos entrecruzados y una sonrisa sutil que cautivaba a los
hombres.
-Por fin llegó esta… -Dijo
Helena con un poco de ira…
Ya Oscar llevó a los
invitados especiales al salón predestinado a los juegos. Era una estancia
grande totalmente decorada con pieza artesanal de la época de la colonial, el
piso de alfombra y algunas plantas en matero de porcelana en las esquinas y las
mesas de juegos repartidas en todo el lugar.
Cada jugador comenzaron a
comprar fichas, y ya los anfitriones estaba preparados. Stephania sin decir
palabras se le acerca a Helena con la bandeja de copas
-Hermanita por favor, me
avergüenza delante de mis amigos –dijo Helena burlándose de la chica.
-Toma tu copa y déjame
tranquila que estoy trabajando
Regia se acercó al ver a
Stephania sirviendo las copas
-Y tú eres Sthepania, la
hermanita de Helena… ja ja ja… vamos niña te ofrezco trabajo en mi casa y te
pago más que este bar de mala muerte.
-No gracias, estoy bien así.
-Solo lavarás mi baño y
sabes porqué ja ja ja…
-Gano mi dinero con mi
trabajo, no necesito a un padre para saber lo que se siente tener dinero propio.
Más allá Delia terminó su
número al sumergirse en el agua y colocando su cabeza en el piso con el apoyo
de sus manos y alzó su piernas que dejó al público eufórico. En eso entró
Javier que había entrado en otras ocasiones pero que esta vez tenía un fin que
se llamaba Raquel.
Javier se fue directo a la
barra y pidió una cerveza y se sentó en la barra a esperar, el barténder lo
miraba como lo hacía cada vez que alguien sospechoso entraba en el bar.
-Las llevas bien señor –Dijo
David
-Sí, estoy bien. Solo observo
a las mujeres que sí son hermosas… que gran gusto tienen ustedes para elegir.
Entrababan mujeres en las
pista una tras otra y venia el turno de Raquel, pero Raquel y Diana se
encontraban con Gabriel.
-Anda Raquel viene tu turno
–Decía Diana
-Ya voy Diana
-¿Para dónde vas señorita? -Preguntó Gabriel
-A trabajar –contestó Raquel
apresurada
En eso sale Raquel con un
vestido gris tapado hasta el cuello, comenzó a caminar mientras se quitaba el
vestido delicadamente, primero un brazo y luego el otro, fue bajando lentamente,
hasta que el vestido cayó definitivamente al suelo y solo se veía una tanga de
corazones adelante con plumas fucsia y un brasier de plumas que solo tapaba las
aureolas de sus pechos.
En eso los ojos de Javier
comenzaron a brillar y se levantó para acercarse un poco más. Los celos de
David comenzaron a invadirle.
Raquel seguía contorneado su
cintura y la música paró y una lluvia de espuma comenzó a caer sobre ella, y
luego la música otra vez. Todos allí sabían las reglas, hasta Javier pero no se
pudo aguantar y le tocó una pierna Raquel, pues, no había terminado de tocar que sintió que lo empujaron. Era David que
casi lo tenía encima, hasta que los guardaespaldas del lugar lo separaron.
-Está bien, está bien, ya
entendí, ya entendí…
En eso salió Ignacio y
Javier lo abordó
-Hermano a dónde te has
perdido, necesito dinerito, dame trabajo
-Cálmate Javier si apenas te
encuentro
-Pero no me has llamado
Pensándolo bien Javier,
quiero que me investigue todo sobre la vida de una tal Guadalupe Pantoja, ella trabaja
para nosotros
-¿Qué hay con ella?
-Te pago para investigar, no
para preguntar
-Dalo por hecho… mañana
mismo tendrás todo sobre ella… pero dame algo, por favor, estoy limpio, no
tengo ni un centavo.
Ignacio sacó una paca de
dinero que llevaba consigo y le dio un fajo pequeño a Javier.
El número de Raquel había
terminado, por lo que se dirigió a su camerino, detrás de ella le siguió Uriel
-Hay un hombre que quiere un
baile privado
-Ahora no puedo
-No es que pueda, sino que
pagó muy bien
-¿Quién es?
-Pocas veces lo he visto, se
llama Javier.
Raquel se cambió y fue al
privado, encontrándose a Javier.
-Eres tu –dijo ella
montándose en la mesa.
-Te dije que te iba a buscar.
-Tú esposa sabe que estás
aquí…
-Para qué quieres que lo
sepa.
Raquel movía sus caderas de
un lado a otro, y bajaba hasta abajo, pero no aguantó y él la agarró tratando
de besarla y ello lo empujo y grito. En segundo los guardaespaldas y David
estaban allí y sacaron a Javier del bar. Mientras este sonreía y decía a toda
voz “esto son el dinero bien invertido que he tenido en toda mi vida.
Por su parte, David le
preguntaba a Raquel
-¿Te encuentras bien?
-Estoy bien David.
Él le pasó su mano por las
mejillas a ella, secándole las lágrimas y no se pudo contener para decirle:
-Siempre te cuidaré Raquel,
toda la vida si tú quieres, no tienes que trabajar aquí si así no lo deseas.
-¿De qué hablas David?
-Lo que estás oyendo,
Raquel, no soportaría que otro hombre te toque, me muero de celos las veces que
te veo allá arriba, las veces que sales bailando con esa ropa a medio
vestir, me gustas mucho Raquel, quisiera
conocerte si me permites, te quiero mucho.
-Raquel se quedó callada.
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