Escribe Hogareña: enero 2017

23 DE ENERO

Leo las noticias de mi país, mientras mi hijo estudia para una exposición sobre lo que sucedió el 23 de Enero de 1958 (y es una locura, por obligatoriedad del gobierno). Yo me asombro de cómo se ha cambiado la historia a favor de quienes le conviene (el gobierno).

Ese día fue la estocada después de muchos días intenso en el país. El pueblo se alzó y finalmente después de muchas muertos y miles de ciudadanos presos, los militares decidieron derrocar al dictador en ese momento el general Marcos Pérez Jiménez.

Y aunque en ese tiempo y según contaron mis abuelos "ese dictador no fue tan cruel como es ahora éste gobierno de turno que se ha dedicado a maltratar al pueblo de la forma más vil".

Quizás necesitemos la misma fuerza que tuvo el pueblo en aquel momento para enfrentar de vicisitudes. Lo más creíble es que el pueblo necesita caer más a fondo para que reaccione. Así como aquella época.

Hace algunos años, un señor muy mayor, que ya no está entre nosotros y que tenía ochenta y cinco años de edad... que en la época de Marcos Pérez Jiménez, él era militar, y cuando le dieron permiso para visitar a su familia, él se arriesgó a compartir con unos amigos. Supuestamente al regresar lo apresaron, porque según estaba conspirando contra el dictador y para que hablara lo que había planificado con sus amigos, lo sentaron en una barra de hielo. allí estuvo toda la noche mientras le daban algunos latigazos. Pero no tenía nada que confesar porque no sabía nada, ni siquiera sabía lo que hablaban. Y en un descuido de los militares, así sin pantalón con las nalgas heladas y sin fuerzas en las piernas se escapó y se escondió en la selva hasta que cayó el régimen.

Un día de viaje para Puerto Páez, un pueblito con frontera a Colombia, llegamos mi esposo, mi hijo mayor y yo, en la cual mi esposo había nacido allí y necesitaba la partida de nacimiento. Nos acercamos a un restaurante desolado "sólo una mesa con algarabías de muchas personas que reían mientras un señor moreno muy mayor contaba también tal historia".

Para nuestra sorpresa y casualidad de la vida fue real la historia. El señor nunca mintió sus vivencias de la época. Después de eso quedó como leyenda, nadie creía lo que había sucedido e incluso creyeron que los militares lo ayudaron "era tan bravo el carajo que se levantó del hielo y se escapó".

En lo personal y se lo cuento a ustedes que para los venezolanos para aquellos días Venezuela estaba naciendo, sí muchas carencias, muchas historias que gente vivieron y que no pudieron contar sus historias, que fueron héroes anónimos.

Mi abuela me contó y que no lo creí. Pero que ahora lo estoy viviendo al ver muchas familias que hace lo mismo. Y la situación es la siguiente " hacer sopa con agua de huesos de red, sacar los huesos de la olla y guardarlos en el congelador para hacer otra sopa. sólo comer el agua con sus tres verduras saltando".

Hoy salí a comprar un remedio llamado "Ivergot, solución en gotas" un antibiótico para combatir las miles de llagas que nos están saliendo en el cuerpo producto de la contaminación del agua que sale de las tuberías, por falta de mantenimiento, porque lo cierto es que se agarran el dinero y no hacen nada para mejorar los servicios públicos, y que por cierto fui a más de seis farmacias y no lo conseguí.

Lo que quiero decir es que, mientras caminaba entre la buhonería, bachaqueros y personas que venden verduras en la calle, me encontré a varias personas recogiendo las puntas de las yucas y conchas que los vendedores botan a la basura para no dárselas a los clientes para cocinarlas y comer, porque no tienen dinero para comprar más allá del presupuesto. Me sentí tan indignada y una vez más me recordó que en Venezuela hace falta un 23 de Enero de 1958.

Escribe Hogareña

PERDER EL AGUANTE

En algunas ocasiones y por cualquier razón la persona que tú crees que más te ama y la que tú ama también hiere tus sentimientos. Es alguna palabra la que te hace sentir miserable pero tan miserable que se te hace un nudo en la garganta, después arranca a llorar como un niño y quisiera que la tierra se abriera para enterrarte allí. Sin embargo aguanta los insultos, quizás las benditas humillaciones una y otra vez, hasta llegar en un punto que revientas de mucha ira y empiezas a decir miles y miles de palabras a la otra persona hasta verla ponerse chiquitica, y lo peor que la otra persona se te queda mirando asombrado porque nunca pensó que tú reaccionarias de esa forma. Luego de un rato cuando pasa todo, los insultos el rencor que lleva por dentro y todas esas cosas que se venían arrastrando desde hace tiempo sientes un alivio y te felicita a ti mismo. A veces volvemos a sentirnos miserable porque herimos a ese ser amado que no se merecía tantos insultos, es el arrepentimiento que es más fuerte que la satisfacción, pero como dejar que te sigan humillando, de alguna forma tienes que poner en su lugar a quien se debe. Son las discusiones con la pareja, un hijo, hermano, mamá, amiga acompañados de buenos momentos y que se convierten en discusiones por cualquier cosa, nada imposible, todo se soluciona, sin poder evitar las diferencias y seguir amándonos. Escribe Hogareña