EN ORDEN DE IMPORTANCIA
Joe no representaba peligro para Regia,
además de haber crecido juntos y desde entonces solo representaba un peón por
mover en el momento y la hora justa. Dejó que acompañara a su padre como
asistente, mientras ajustaba otras ocupaciones más importantes.
No es que Regia anda buscando lo perdido,
simplemente se encuentra en el momento y lugar justo. Y eso le pasó cuando leyó
la carta de la mamá de Joe diciéndole a Rafael que Joe era su hijo, y lo que
más recordaba eran estas líneas: “Este niño, que es inocente de nuestras
equivocaciones es fruto de nuestro amor”.
Regia que le había tomado cariño a Joe, se
fue alejando poco a poco de él, con un poco de rabia pero a la vez con lástima.
De una u otra forma jamás aceptaría tener a nadie como hermano bastardo y mucho
menos compartir su dinero.
Sin embargo, al observar que Joe estaba
muy cerca de su padre, dedujo que ya sabía
la verdad, por lo que con discreción lo mantiene vigilado esperando
mover su pieza como siempre lo hace, calculando y sacarle provecho en cualquier
situación.
Regia miraba como Joe había cambiado del uniforme
de chofer a ropa más elegante, relojes de marcas de renombres, zapatos, sacos y
mucho más, y que en varias ocasiones los acompañaba a la mesa como cualquier miembro
de la familia.
ESTAR PREPARADO
Ya había pasado mucho tiempo de guardar
luto a su esposa, un luto solemne y con todos los requerimientos que los padres
de Erika había pedido. Eran unos meses sin mujeres, de tranquilidad y respeto a
su memoria.
-Vamos Joe, acompáñame a salir por allí.
-Con todo respeto señor en este momento
quisiera acompañarlo pero debo terminar de ajustar algunas cosas, y si es tan
comprensivo por favor le pido esta noche libre… -Contestó Joe.
Rafael se puso aquel perfume amaderado que
tan penetrante quedaba en su piel, y que lo usaba las veces que deseaba una
noche de placer. Nunca le fue tan difícil tener a una mujer a su lado y siempre
tenía a alguien a su lado para apaciguar sus ganas. Aunque esta vez se
encontraba confundido, ya que no tenía esposa, y ya no tenía excusa para
decirle un no a cualquier mujer que le pida ser la señora Del Monte.
La que más se le acercaba era Diana que
desde hace tiempo le pedía ser su esposa, y que él le gustaba mucho su espíritu
de jovialidad y carisma al hablar, sobre todo en lo sensual al momento de amar.
Estaba dispuesto a estar con ella esa noche fría, se amarían como siempre lo
hacían cada vez que se veían. Más que el deseo sexual que sentía por Diana
había algo más que eso. Era la forma de tratarlo y hacerlo sentir único entre
millones de hombre, sus atenciones solo era para él y lo demás vanidad. En ese
instante fue feliz en recordar el rostro tierno y a la vez perverso de Diana,
recordaba sus bailes, su vestidura exuberante y hasta aquel atrevimiento en el
cementerio en donde no le importó nada solo estar con él y eso le gustó.
Con una sonrisa risueña tomaba un trago,
en la barra del bar cuando se le acercó una mujer blanca de ojos brillantes y
le saludo. Al principio no la reconoció, había pasado tanto tiempo que hasta su
nombre había olvidado.
-¿Qué haces por aquí Rafael? –dijo la
mujer con seguridad, sabiendo que sí era él.
-Disculpe señorita no la conozco –dijo él
con duda
-¡Cómo ha pasado el tiempo Rafael, desde
la última vez que te vi en aquel parque!
-Le repito que no la conozco
-Claro que me conoce, soy Kimi…
-Kimi, Kimi, Kimi… ¡Ah! Sí, kimi
-Habías quedado que jamás visitaría estos
lugares Rafael o se te olvidó
-Sí lo sé, ha pasado tantos… ahora te
recuerdo… tanto tiempo
-¿Qué haces Aquí?
-Nunca deje de venir Kimi, lo siento... y tú…
-Estoy aquí por un amigo y mira que me
encontré con usted… ya lo presentía, algo me decía que tenía que estar aquí y
solo era para encontrarte… las cartas me ha dado señales, siempre me lleva al
lugar donde debo estar.
-Ya ves, me tienes aquí, acompáñame a
tomar una copa.
-Claro que sí, una copa no se le niega a
nadie.
Los dos se sentaron juntos, y terminaron
su primera copa y fueron por la segunda y la tercera. Hasta que vio a Raquel
que salía a su presentación, Raquel llevaba unas medias blancas hasta arriba,
esta vez su baile esa pasivo y sin muchos movimientos, su cintura se cantoneaba
a la par del ritmo de la música.
Rafael ya la había visto en otras
ocasiones y hasta un baile le había pedido, que casi no recordaba por lo
embriagado que estaba, todo era fragmentos de pequeños episodios al recordar
entre una cosa y otra, confundiéndolo entre una y otra bailarina.
-¡Qué hermosa mujer! Nunca la había visto
tan hermosa como ahora. Se dijo así mismo por respeto a Kimi.
Kimi miraba el entusiasmo de Rafael por
Raquel que inmediatamente de preguntó:
-La señorita Regia…
Rafael se volteo hacia Kimi y dijo:
-La señorita Regia qué…
-¿Cómo está la señorita Regia?
-Debería estar en casa, eso creo…
Rafael miró a Kimi a los ojos, y veía una
mujer que necesitaba ser descubierta, que tenía mucho que dar pero que se
escondía detrás de una fachada de mentiras.
Más allá Salía Diana que se acomodaba el cinturón
de su falda para que se ajusta a las curvas y le hiciera notar sus curvas.
Definitivamente era esa mujer que le hacía sudar sus manos y hervir la sangre
de mucha pasión.
Stephanie servía las mesas como de
costumbre, tenía puesto su uniforme de aquella falda mucho más arriba de las
rodillas, y aquella blusa de tiros a medio enseñar de los pechos. Aunque ya
nadie la tocaba, pues no dejaban de mirarla con deseos, y Rafael no era la excepción
también lo hacía a pesar que era mucho menor que Regia.
-¡Ya es mujer! –decía Rafael, y volvía a
repetir –Sino no estuviera trabajando aquí, por algo será
-Es la hermana de Helena y Simón –le murmuraba
Kimi
-Pues a mí que me importa, también me
gusta esa hembra –decía Rafael ya embriagado
-Cálmese Rafael –repetía Kimi
Rafael parecía estar fuera de sus cabales.
-Tengo mucho dinero y puedo hacer lo que
quiera con él… me puedo comprar la mujer que quiera, soy muy atractivo y pues
el dinero lo compra todo Kimi, hasta te compraría a ti en este instante si me
da la gana…
-Lo sé Rafael, cálmate…
De la forma más estúpida Rafael y Kimi,
que al igual que Xavier y Diana se conocían desde hace mucho, en el mismo
colegio, aunque Rafael tenía más edad y unos grados más alto que Diana, Kimi y
Xavier. Con un poco de excentricidad y a la vez del chico popular del colegio
todos conocían a Rafael. Quien después con el pasar del tiempo, kimi por juego
leía las cartas a sus compañeros de estudios y que finalmente lo tomó en serio
y Rafael tampoco escaparía de sus lecturas.
EL AMOR FLORECE
Mario llevaba a Lupes a la mansión después
de una noche de pasión. Ya en la puerta la llevó entre los brazos y la apretó
fuerte contra su cuerpo, con su mano derecha la tomó por su cabellera y
lentamente la besó tiernamente. Ya estaban en confianza así que no había nada
que los detuvieran. Ella lo abrazó y podía sentir los latidos de su corazón.
Los dos deseaban que esa noche jamás terminara.
Otro beso en las mejillas y un juramento
de un te amo y verse pronto. Lupe entro en la casa muy feliz que se encontraba
por ese amor que la volvía loca. Caminaba a su cuarto cuando se encontró a
Ignacio
-Desea algo Ignacio
-No nada, puedo servirme yo mismo…
-Está bien, entonces me voy a dormir
-Lo quieres mucho
-¡A Quién!
-A ese poletucho
-Ese poletucho se llama Mario y sí lo
quiero muchísimo.
-No está a tu altura
-Y a ti que te importa
Ignacio se le acercó tanto a Lupe que la
recostó a la pared
-Me importa muchísimo y tú lo sabes… acaso
no te das cuenta como me vuelves loco…
Lupe comenzó a temblar y quiso empujar a
Ignacio pero no pudo
-Me vuelves loco Lupe, estoy muy enamorado
de ti, te lo confieso, quizás no sea el más romántico como ese poletucho pero te
amo, y mucho más de lo que imaginas. Te ofrezco este que soy yo, ni más ni
menos, así soy yo…
-Déjame Ignacio me haces daño
-Mira Lupe dame la oportunidad de
conocerte, me interesas mucho, solo te pido eso Lupe.
Ignacio no dejaba de mirar a los ojos de
Lupe mientras ella esquivaba la mirada, aún cuando se sentía nerviosa. Como aquella
vez que recibió sus flores, la cadena con un corazón, y una carta manuscrita por
el confesándole su amor. Y todo lo guardaba en su cuarto.
-Está bien Ignacio, pero déjame tranquila por favor.
0 comentarios:
Publicar un comentario