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martes, 29 de junio de 2021

CAPÍTULO 17 III

EN ORDEN DE IMPORTANCIA

Joe no representaba peligro para Regia, además de haber crecido juntos y desde entonces solo representaba un peón por mover en el momento y la hora justa. Dejó que acompañara a su padre como asistente, mientras ajustaba otras ocupaciones más importantes.

No es que Regia anda buscando lo perdido, simplemente se encuentra en el momento y lugar justo. Y eso le pasó cuando leyó la carta de la mamá de Joe diciéndole a Rafael que Joe era su hijo, y lo que más recordaba eran estas líneas: “Este niño, que es inocente de nuestras equivocaciones es fruto de nuestro amor”.

Regia que le había tomado cariño a Joe, se fue alejando poco a poco de él, con un poco de rabia pero a la vez con lástima. De una u otra forma jamás aceptaría tener a nadie como hermano bastardo y mucho menos compartir su dinero.

Sin embargo, al observar que Joe estaba muy cerca de su padre, dedujo que ya sabía  la verdad, por lo que con discreción lo mantiene vigilado esperando mover su pieza como siempre lo hace, calculando y sacarle provecho en cualquier situación.

Regia miraba como Joe había cambiado del uniforme de chofer a ropa más elegante, relojes de marcas de renombres, zapatos, sacos y mucho más, y que en varias ocasiones los acompañaba a la mesa como cualquier miembro de la familia.

ESTAR PREPARADO

Ya había pasado mucho tiempo de guardar luto a su esposa, un luto solemne y con todos los requerimientos que los padres de Erika había pedido. Eran unos meses sin mujeres, de tranquilidad y respeto a su memoria.  

-Vamos Joe, acompáñame a salir por allí.

-Con todo respeto señor en este momento quisiera acompañarlo pero debo terminar de ajustar algunas cosas, y si es tan comprensivo por favor le pido esta noche libre… -Contestó Joe.

Rafael se puso aquel perfume amaderado que tan penetrante quedaba en su piel, y que lo usaba las veces que deseaba una noche de placer. Nunca le fue tan difícil tener a una mujer a su lado y siempre tenía a alguien a su lado para apaciguar sus ganas. Aunque esta vez se encontraba confundido, ya que no tenía esposa, y ya no tenía excusa para decirle un no a cualquier mujer que le pida ser la señora Del Monte.

La que más se le acercaba era Diana que desde hace tiempo le pedía ser su esposa, y que él le gustaba mucho su espíritu de jovialidad y carisma al hablar, sobre todo en lo sensual al momento de amar. Estaba dispuesto a estar con ella esa noche fría, se amarían como siempre lo hacían cada vez que se veían. Más que el deseo sexual que sentía por Diana había algo más que eso. Era la forma de tratarlo y hacerlo sentir único entre millones de hombre, sus atenciones solo era para él y lo demás vanidad. En ese instante fue feliz en recordar el rostro tierno y a la vez perverso de Diana, recordaba sus bailes, su vestidura exuberante y hasta aquel atrevimiento en el cementerio en donde no le importó nada solo estar con él y eso le gustó.

Con una sonrisa risueña tomaba un trago, en la barra del bar cuando se le acercó una mujer blanca de ojos brillantes y le saludo. Al principio no la reconoció, había pasado tanto tiempo que hasta su nombre había olvidado.

-¿Qué haces por aquí Rafael? –dijo la mujer con seguridad, sabiendo que sí era él.

-Disculpe señorita no la conozco –dijo él con duda

-¡Cómo ha pasado el tiempo Rafael, desde la última vez que te vi en aquel parque!

-Le repito que no la conozco

-Claro que me conoce, soy Kimi…

-Kimi, Kimi, Kimi… ¡Ah! Sí, kimi

-Habías quedado que jamás visitaría estos lugares Rafael o se te olvidó

-Sí lo sé, ha pasado tantos… ahora te recuerdo… tanto tiempo

-¿Qué haces Aquí?

-Nunca deje de venir Kimi, lo siento...  y tú…

-Estoy aquí por un amigo y mira que me encontré con usted… ya lo presentía, algo me decía que tenía que estar aquí y solo era para encontrarte… las cartas me ha dado señales, siempre me lleva al lugar donde debo estar.

-Ya ves, me tienes aquí, acompáñame a tomar una copa.

-Claro que sí, una copa no se le niega a nadie.

Los dos se sentaron juntos, y terminaron su primera copa y fueron por la segunda y la tercera. Hasta que vio a Raquel que salía a su presentación, Raquel llevaba unas medias blancas hasta arriba, esta vez su baile esa pasivo y sin muchos movimientos, su cintura se cantoneaba a la par del ritmo de la música.

Rafael ya la había visto en otras ocasiones y hasta un baile le había pedido, que casi no recordaba por lo embriagado que estaba, todo era fragmentos de pequeños episodios al recordar entre una cosa y otra, confundiéndolo entre una y otra bailarina.

-¡Qué hermosa mujer! Nunca la había visto tan hermosa como ahora. Se dijo así mismo por respeto a Kimi.

Kimi miraba el entusiasmo de Rafael por Raquel que inmediatamente de preguntó:

-La señorita Regia…

Rafael se volteo hacia Kimi y dijo:

-La señorita Regia qué…

-¿Cómo está la señorita Regia?

-Debería estar en casa, eso creo…

Rafael miró a Kimi a los ojos, y veía una mujer que necesitaba ser descubierta, que tenía mucho que dar pero que se escondía detrás de una fachada de mentiras.

Más allá Salía Diana que se acomodaba el cinturón de su falda para que se ajusta a las curvas y le hiciera notar sus curvas. Definitivamente era esa mujer que le hacía sudar sus manos y hervir la sangre de mucha pasión.

Stephanie servía las mesas como de costumbre, tenía puesto su uniforme de aquella falda mucho más arriba de las rodillas, y aquella blusa de tiros a medio enseñar de los pechos. Aunque ya nadie la tocaba, pues no dejaban de mirarla con deseos, y Rafael no era la excepción también lo hacía a pesar que era mucho menor que Regia.

-¡Ya es mujer! –decía Rafael, y volvía a repetir –Sino no estuviera trabajando aquí, por algo será

-Es la hermana de Helena y Simón –le murmuraba Kimi

-Pues a mí que me importa, también me gusta esa hembra –decía Rafael ya embriagado

-Cálmese Rafael –repetía Kimi

Rafael parecía estar fuera de sus cabales.

-Tengo mucho dinero y puedo hacer lo que quiera con él… me puedo comprar la mujer que quiera, soy muy atractivo y pues el dinero lo compra todo Kimi, hasta te compraría a ti en este instante si me da la gana…

-Lo sé Rafael, cálmate…

De la forma más estúpida Rafael y Kimi, que al igual que Xavier y Diana se conocían desde hace mucho, en el mismo colegio, aunque Rafael tenía más edad y unos grados más alto que Diana, Kimi y Xavier. Con un poco de excentricidad y a la vez del chico popular del colegio todos conocían a Rafael. Quien después con el pasar del tiempo, kimi por juego leía las cartas a sus compañeros de estudios y que finalmente lo tomó en serio y Rafael tampoco escaparía de sus lecturas.

EL AMOR FLORECE

Mario llevaba a Lupes a la mansión después de una noche de pasión. Ya en la puerta la llevó entre los brazos y la apretó fuerte contra su cuerpo, con su mano derecha la tomó por su cabellera y lentamente la besó tiernamente. Ya estaban en confianza así que no había nada que los detuvieran. Ella lo abrazó y podía sentir los latidos de su corazón. Los dos deseaban que esa noche jamás terminara.

Otro beso en las mejillas y un juramento de un te amo y verse pronto. Lupe entro en la casa muy feliz que se encontraba por ese amor que la volvía loca. Caminaba a su cuarto cuando se encontró a Ignacio

-Desea algo Ignacio

-No nada, puedo servirme yo mismo…

-Está bien, entonces me voy a dormir

-Lo quieres mucho

-¡A Quién!

-A ese poletucho

-Ese poletucho se llama Mario y sí lo quiero muchísimo.

-No está a tu altura

-Y a ti que te importa

Ignacio se le acercó tanto a Lupe que la recostó a la pared

-Me importa muchísimo y tú lo sabes… acaso no te das cuenta como me vuelves loco…

Lupe comenzó a temblar y quiso empujar a Ignacio pero no pudo

-Me vuelves loco Lupe, estoy muy enamorado de ti, te lo confieso, quizás no sea el más romántico como ese poletucho pero te amo, y mucho más de lo que imaginas. Te ofrezco este que soy yo, ni más ni menos, así soy yo…

-Déjame Ignacio me haces daño

-Mira Lupe dame la oportunidad de conocerte, me interesas mucho, solo te pido eso Lupe.

Ignacio no dejaba de mirar a los ojos de Lupe mientras ella esquivaba la mirada, aún cuando se sentía nerviosa. Como aquella vez que recibió sus flores, la cadena con un corazón, y una carta manuscrita por el confesándole su amor. Y todo lo guardaba en su cuarto.

-Está bien Ignacio, pero déjame tranquila por favor.

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