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jueves, 27 de febrero de 2014

OCULTA ALGO MÁS


miércoles, 26 de febrero de 2014

¡QUÉ TONTERÍA!



martes, 25 de febrero de 2014

TRAGAME TIERRA


lunes, 24 de febrero de 2014

JEFE DE LA CASA



sábado, 22 de febrero de 2014

CURA DE LA TRISTEZA



miércoles, 19 de febrero de 2014

TIERRA QUE GRITA



lunes, 17 de febrero de 2014

SIN RUMBO



jueves, 13 de febrero de 2014

QUE SI COMPRO O NO COMPRO EN LAS COLAS



Escribe Hogareña

miércoles, 12 de febrero de 2014

SIGUE EL TEMA DE LAS COLAS


martes, 11 de febrero de 2014

GANAR, GANAR



sábado, 8 de febrero de 2014

CHISMES




jueves, 6 de febrero de 2014

CANSANCIO EN LAS COLAS


Pues sí fue, nos levantamos a la una; desperté a los niños, los abrigué y a esa hora, dispuestos a cualquier cosa salimos a la calle, todo marchaba de acuerdo a lo que habíamos hablados. Para nuestra sorpresa al llegar a lugar, solo habían no más de treinta y cinco personas, eso nos alegró, pero cuando íbamos a notarnos en la lista nos tocó el número "ciento ochenta". Fue cuando mi esposo explotó de ira y comenzó a reclamar tal descaro de los presentes. Por más que traté de calmarlo, más era su furia, y con toda la razón porque él dice: primero: cómo nosotros el pueblo podemos aceptar que el gobierno nos trate como un animal que cada día nos encierra en un matadero, segundo: nosotros mismos somos responsables de tal mal, tercero: que nosotros mismo seamos ejemplos de justicia y dejemos que los demás también sean beneficiados del producto (y lo dice porque la primera persona de la fila tenía a más de diez personas anotadas pero solo ella estaba allí cuidando el puesto y así sucesivamente), cuarto: la mayoría que supuestamente compraría el cemento a un precio justo (según el gobierno, pero la ferretería los vendería a 50,00 Bs.), lo revenden cuadriplicando su precio o más, es decir, aplicando la matemática, 1 saco de cemento está a 39,00 Bs., y los buhoneros (algunos de los que estaban allí) los revenden a 350,00 Bs.
Por fin llegó la hora de ordenarnos en la cola, eran doscientos números, habían trescientas cincuentas personas anotadas, y seguían llegando personas de todos lados, y la trifulca se armó por obtener un lugar en la venta. Mis hijos solos en el carro y mi esposo y yo con el gentío, nombres por nombres, puesto por puestos, personas que nunca aparecieron le daban oportunidad a otras personas y nosotros allí atentos a cualquier cosa. La gritería, las peleas, el mal sudor de algunos, perdonas fumando...ya había comenzado a sentir los calientes rayos del sol en mi rostro y la incomodidad de estar parada en la cola y mis hijos seguían solos, mis pensamientos comenzó atormentarme hasta que salí a verlos. Estaban allí tan inocentes jugando dentro del carro con grandes gotas de sudor por sus mejillas. Pero era peor sacarlos con ese poco de gentes extrañas.

 
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