ENTRE UNO Y OTRO
Lupe estaba nerviosa, no sabía por quien
decidirse, por un lado estaba Mario, un chico moreno de ojos café, de tiernas
palabras, amoroso y de un carácter recio
y muy precavido, y por otro lado estaba Ignacio un chico trigueño, cabello
lacio de ojos risueños, algo presumido, pedante pero detallista, romántico y
atrevido.
Dos hombres diferentes despertaban en Lupe
la intriga de conocerlos. Maldiciendo cada vez que pensaba en Ignacio porque
sabía que era ambicioso y siempre estaba detrás de la niña de Regia, pero sentía
mariposas en su estómago y no podía evitar ese sentimiento todas las veces que lo miraba. Lo tenía en
casa de día y noche, sin embargo, con Mario salía únicamente los fines de
semana, y que no podía mentirle porque con solamente mirarle podía descubrirle
lo que había en su corazón.
-Lupe dígame donde se encuentra las servilletas
por favor –Decía Ignacio mientras le robaba un beso.
No le importaba que estuviera haciendo
Lupe, pues siempre la buscaba y le regalaba una flor, un caramelo, un chocolate
o un beso. Su amor fue creciendo de a poquito.
-¿Cuándo le vas a decir al poletucho que
eres mía?
-No soy de nadie… además usted y yo no
tenemos nada.
-Para lo que a mí me concierne sí tenemos
algo… o se lo dices tú o se lo digo yo…
-No Ignacio, solo somos amigos, que no se
te olvide…
Mientras en otros momentos, cuando Mario
la pasaba buscando a la casa como de costumbre cada viernes por la noche, se
dibujaban una casita junto a la montaña jurándose amor para toda la vida, con
varios hijos, un perro, un gato, un modesto carro familiar, en la tranquilidad
y paz.
UN RAYO DE LUZ
Rafael seguía en la cama en su ordenador
haciendo cálculos de uno de sus negocios, como cada mañana, pero esa mañana era
diferente, esa mañana era tan feliz que
ni podía evitar que su rostro mostrara su felicidad. Ella se encontraba en la
ducha tan feliz como él, aunque en realidad él era más feliz. No podía creer
tener en sus brazos a esa mujer que alguna vez lo deseo muchísimo.
Recordaba esa noche donde estaba contento
y el ambiente se propiciaba a esa felicidad, pero sabía que muy en el fondo de su corazón
existía la tristeza. Necesitaba a alguien en su vida que lo hiciera revivir esa
llama del romance porque estaba cansado de la falta amor y comprensión. Simplemente
pasaba de una mujer a mujer sin poder decidirse con quien estar.
Estaba Kimi junto a él celebrando sin
saber qué celebraban, mientras Diana más allá que no dejaba de mirarlo aunque
él de vez en cuando le mandaba un brindis. Stephanie que con su inocencia lo
hacía sentir más joven y en la pista estaba Raquel con sus medias
blancas que lo volvía loco, esa noche era cualquiera de las cuatro.
Diana que tanto amor le ha demostrado y él
a ella, sentía una gran pasión y sobre todo mucho respeto, por otro lado Kimi,
siempre adulándolo y haciéndolo sentir como el poderoso de la ciudad, Raquel
que le tenía deseos desde que entró y Stephanie jamás la había tocado.
No tardó cuando entró Xavier al bar, por
lo que captó la atención de Kimi, y más atrás Diana que necesitaba ajustar
cuentas. Por instante Kimi se despidió de Rafael y se adentró al camerino de
Diana. Por su parte Raquel terminaba su número cuando se acercó a la barra,
Rafael se le acercó con insinuaciones:
-Raquel quieres una copa
-Sí por supuesto, muchas gracias don
Rafael
Ya habían estado juntos en el pasado, solo
una vez. Pero esta vez, era diferente, ya que Raquel estaba comprometida con
David.
-Ahora no Don Rafael, estoy comprometida
Raquel señaló a David como diciendo que él
era su novio.
-Me alegro por usted Raquel, pero guarda
mi número si por algún día usted cambia de parecer
No podía creer que esa noche iría solo a
casa, jamás le había pasado antes. Aunque no le quedaba esperanza quiso intentarlo
con Stephanie.
-Te ofrezco mi dinero niña, ven conmigo…
ya no eres una niña… además te digo que eres muy bonita
-Muchas gracias señor Rafael, el mismo
dinero que tiene usted lo puedo tener yo si asó lo deseara, como usted ya sabe
soy hermana de Helena y Martín, y si sabe que usted me está ofreciendo dinero,
pues dejará de existir.
Uriel que observaba lo que sucedía lo llamó aparte para ofrecerle otras chicas
que pudieran cumplir sus necesidades.
-No Uriel, muchas gracias… me voy a casa,
no quiero nada esta noche
Rafael salió del bar, se montó al carro, siguió
su camino como lo había hecho en otras noches. Casi decepcionado y quizás con
nostalgia por haber perdido a su esposa, que por lo menos lo esperaba en las
noches. También se había decepcionado de Diana que esa noche perdió el interés
de él y como si nada se perdió de vista.
De pronto vio una mujer, de cabello largo
y piel morena, que sacaba su pulgar pidiendo
un aventón. Sin más nada Rafael se detuvo, abrió la puerta y ella entró con esa
fregancia singular regando por doquier el dulce aroma afrutado y esos labios
rojos que le hizo llamar la atención.
-Muchas gracias, mi nombre es Karen.
-El mío Rafael.
No terminaba de mencionar su nombre cuando
Rafael la miraba con lujuria y ella que no aguantaba la seducción le
correspondió bajando su mirada hacia sus pechos y luego pasó su mano por su
cabello para luego agregar.
-Soy nueva en la ciudad, solo déjame en un
hotel… de verdad que se lo agradeceré…
-Si eso es lo que desea.
No tardó en llegar a un hotel totalmente
lujoso.
-Este no Rafael, no podré pagarlo.
-No te preocupes, los gastos corren por mi
cuenta.
Al bajarse del carro llegó el parquero a
quien le dio las llaves del carro y este le dijo:
-¡Buenas noches señor Rafael!
-¡Buenas noches!
Inmediatamente Karen no tardó en decirle:
-Viene con frecuencia por aquí
-Quizás –Contestó Rafael
Ya en la entrada todos los empleados
comenzaron a saludarlo:
-Don Rafael, Señor Rafael, sirva don
Rafael. El botones, el gerente, la mesonera y todos por donde pasaba.
-¿Quién es usted?
-Nada importante.
Karen sospechaba que existía algo más, no
perdería la oportunidad de estar con ese hombre sensual e importante.
-Aquí está las llaves Karen.
-Muchas gracias Rafael
Rafael estiró las manos para darle las
llaves pero ella le tomó de la mano fuerte, él sintió las ganas de besarla por
lo que la llevó a la cintura bruscamente y la besó. Ella le correspondió y sin
pensarlo dos veces él abrió la puerta, la cargó y la zumbó drásticamente a la
cama.
PAÑITOS DE SEDAS
Xavier había robado la atención de Kimi
aunque no pudo hablar con él. Más le interesaba aclarar dudas con Diana.
-¡No entiendo por qué le dijiste a Xavier
sobre nuestro secreto!
Diana que lloraba por ese pasado que no la
dejaba tranquila le contestó:
-No aguanté decirle el secreto Kimi, con
solo verlo allí cada noche embriagándose, sin tener sentido en la vida… pensé
que lo ayudaría y me ayudaría a mí tener
un poco más de paz.
-Acaso no piensas Diana, ahora te va a
reprochar… el no haberle dicho que estabas embarazada de él, además que regalaste
su hijo y para completar tú estás en este lugar sin saber nada de su hijo…
-No lo pensé en ese momento, siempre pensé
que tenía derecho saber la verdad
-¡Qué más le dijiste!
-Nada más Kimi, nada más te lo juro.
-Si llega a saber que fui yo quien buscó a
la familia de tu bebé, me va presionar para que lo lleve a él, además que no me
lo va a perdonar nunca, es más me va a pedir que lo lleve allí… ya lo conoces
como es…
-Yo no Kimi… eres tú quien lo conoces, yo
solo salí embarazada de él, de un hijo que no tengo ahora, y que muero por
estar a su lado.
-Siempre has buscado estar con ese hijo que no es tuyo… entiéndelo lo perdiste desde el momento que lo dejaste en mis manos.