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lunes, 31 de mayo de 2021

CAPÍTULO 10

NOCHE DE ESPECTÁCULO

Las luces empezaron a titilar y los vestuarios estaban en orden, las prendas de entradas, en el baile a media noche y al finalizar el baile, los escotes, las mallas y las brillantinas no pueden faltar, el maquillaje bien puesto en el rostro con un lunar falso en una esquina del labio y en otra que se visualice el tatuaje en un seno.

Después de una un día de práctica, entrenamiento y de gimnasia rítmica, ya están lista para salir al escenario.

Delia es la dama respetable dentro de la sociedad más conocida como la tiburona, lleva años en el negocio de los espectáculos eróticos, que ha bailado en el mejor espectáculo sensual del país. Cotizada por los grandes empresarios por sus bailes apasionados que vuelve loco a cualquiera. Una estrella en el baile pole dance.

Delia tenía un moño con escarcha, un vestido pegado al cuerpo que se le hacía notar sus curvas, sus pechos a medios mostrar igual que las puntas de su trasero.

Anima a las chicas con solo al aplaudir y decir “contorneen su cintura, vamos chicas y verán que todo sale bien” “muevan su cintura y verán como los hombres caen en sus pies y les darán mucho dinero”

Raquel se maquillaba con lápiz negro alrededor de sus ojos, mientras Diana se subía la panty haciendo notar las piernas firmes en aquel traje de dos prendas y un abrigo de piel.

En la pista se escuchaba las carcajadas del gentío, las copas sonar, alguna pareja en la esquina, en otro lado una grupo de hombres celebraban la despedida de un soltero.

La felicidad se sentía por los alrededores y Uriel hablaba por teléfono.

-Si señor… claro que sí.

Cuando se trata de dinero, Uriel es capaz de hacer cualquier cosa.

-Se lo diré pero al final es decisión de ella, no es de mi parte.

Uriel apagó el teléfono y caminó hacia la barra, le pidió ron a la roca a David y luego le dijo:

-Pon atención David, como siempre, cualquiera que se propase de mano, ven a mí. Me lo dice…

-No tiene porqué decirme, ya lo sé.

Uriel caminó hacia Stephanie quien ya había empezado a servir las bebidas, y quien Uriel no dejaba de mirar sus piernas y le dijo:

-Entonces mi linda, esta noche si me vas hacer caso

Stephanie se sintió intimidada, pero con la firmeza en su rostro le contestó:

-Ni mi cuerpo ni mi trasero jefe, si estoy aquí es para pagar mis estudios -Tomó la bandeja de las bebidas y siguió adelante.

-Algún día serás mía carricita ja ja ja… ¡Ay Dios! Como me gustas esa hembra.

Stephanie se paseaba con las bebidas cuando Delia la llamó y con voz baja le dijo:

-Sabes muchacha ese hombre es mío…

Stephanie sonríe risueñamente para luego decir:

-Amanse su macho doñita.

Delia la mira de arriba debajo se acomoda los pechos y responde:

-Solo te utilizará, y luego te desechará porque siempre vuelve a mi cama.

Las dos se miran fijamente pero siguen su camino sin decir palabras.

La noche seguía el ritmo de la música hasta que en la pista apareció Raquel debutando en el primer baile de la noche. Totalmente glamurosa, se paseaba de un lado a otro, los hombres comenzaron la silbar y las caderas de Raquel a moverse. Su trasero se movía acorde a la música y las luces de muchos colores parpadeaban constantemente. Raquel se agachaba sensualmente y los hombres le colocaba billetes en su tanga, otros le colocaban billetes en su brasier.

Un hombre trató de tocar sus pechos por lo que ella como toda profesional le da un manotazo e inmediatamente un guardia aparece de la nada llamado Joe y se acerca al hombre diciéndole:

-Te comportas o te saco del local

Al poco rato llega Rafael, y se pierde entre la multitud, algunos lo conocen muy bien, no por ser el millonario, sino por ser cliente frecuente del bar. Sin pensarlo dos veces Uriel se le acerca y él mismo le ofrece una copa del mejor Whisky del local.

-¡Buenas noche jefe!

-¿Buenas noches Uriel? Hablaste con Diana.

Uriel comenzó a trabarse las palabras diciendo:

-Bu, bu, bueno señor, no he hablado con ella, des, des, des, después de lo que pasó la última vez, no creo que quiera algo con usted.

-Vamos Uriel, tu eres el jefe aquí… tu gente te hace caso…

-No crea que sea fácil jefe, usted sabe que aquí con dinero se maneja todo

-¿Quieres más billetes Uriel? Eso es lo que me está diciendo.

-Bu, bu, bu, bueno se, se, se, ñor... usted sabe cómo es la cosa por aquí.

-Está bien Uriel tendrás tu parte pero consígueme a Diana.

Uriel toma el dinero de Rafael y luego se va al camerino en donde Diana se toma una cerveza:

-Diana el jefe quiere otra noche contigo

Diana lo mira con rencor:

-No quiero nada con ese señor

-No es que no quiera sino que pagó muy bien por ti.

-¿Cuánto?

-Mucho

No me engañes Uriel

--No te engaño, esto será tuyo, más lo que él te deje. Además te reservó para toda la noche, así que no te comprometas con más nadie.

-Solo deja el dinero en mi cajón cabrón.

Mientras que Raquel termina el baile, aparece Diana con una pierna entrecruzada en el tubo, se sube y cruza la otra pierna contornea la cintura y baja la cabeza quedando con la cabeza abajo.

Los hombres comienzan a gritar y no paran de tirarle billetes en la pista. Raquel sensualmente los va recogiendo, con las piernas abiertas y acostada en el suelo, se levanta de espalada y su espalda sudorosa la hacía verse más sexi.

La música cambia y Raquel desaparece de la pista. Diana se mueve en el tubo, elegantemente, con sus piernas moviéndose y su trasero extravagante, su cintura quedaba doblado en el tubo y era fácil caer en su encanto sensual.

Rafael no la dejaba mirar, sus ojos brillaban como nunca brilló al ver a Erika. Su esposa es sensible y Diana salvaje, Erika bien educada y Diana rustica, Erika de alta sociedad y Diana del barrio de mala muerte. Son totalmente diferente, en pocas palabras Diana es grosera, mal hablaba y directa, pues, y era eso lo que más le gustaba a Rafael.

Ya en el cuarto privado se encontraba Rafael ansioso esperando. Desde la última vez que se encontraron juntos no habían quedado muy bien. Aunque no era la primera vez que Rafael se enamora de una bailarina, antes de ella estaba Irma, Clara, Nancy y muchas más. Pero esta vez era diferente, había algo en los ojos de Diana que la hacía única entre las otras bailarina.

-¡Hola Diana! ¿Cómo te encuentras preciosa?

--Solo vengo hacerte el baile… no quiero hablar.

Rafael se levantó para darle un beso en las mejillas pero ella lo rechazó.

Ella se sube en una mesa y él se sienta.

-Ven aquí mujer –dice él.

Ella sigue bailando, ignorando sus palabras.

-Bájate mujer, me vuelves loco, tú eres mi chica, eres mía

Ella sigue ignorándolo, mientras se agacha con las piernas abiertas, y él le coloca dinero en su panty

Ella se le acerca un poco y le susurra al oído:

-Mientras no me dé ese anillo, no tendrás más de esto que tengo yo, cerdo

El sonríe con picardía, pero no dice nada y sigue disfrutando del baile.

-Si te lo he dado todo

-No todo… quiero ser la señora de Diana del Castillo.

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