Mi taza de café con
leche y una torreja al frente del ordenador. Puedo saborear con gusto y con
anhelo éste aperitivo mientras escribo. Será porque tenía meses con el deseo de
comerlo mientras mis manos se deslizan sobre el teclado.
Después de dos días con
el cielo nublado hoy amanece las nubes más azul que nunca y el sol se engalana
como de costumbre.
Hoy con más ánimo de
escribir, después de haber llorado por la partida de éste mundo a un buen
amigo. No quería saber de nada, de todo por unos días, solo quería quedarme
mirando a la única mata de mango que tiene mi vecina y recordar aquellos
momentos que vivimos juntos, y con un poco de culpa, quizás lamentándome de
haber hecho algo más por él. Mucho más, mucho más y mucho más consejos para que
cambiara.
Mi hermano también está
triste y también se lamenta de haber hecho mucho más y mucho más. Y es que se
nos acabaron las opciones y en opciones que nunca encontró el camino. Y se
quedó en lo que él creía mejor. Ahora no está.
Y con ganas de seguir
adelante, me levanto como todos los días pensando y con estas ideas que me
atormenta y que no me deja tranquila hasta que comienzo a escribir. Y un palpito
en mi corazón que me dice que todo va a estar bien.
Escribe Hogareña
0 comentarios:
Publicar un comentario