Me levanto muy temprano con ganas de vivir éste día como si fuera el último y después de vestirme y pasar por lo menos media hora consultando con la almohada o planificando lo que voy hacer este día, te das cuenta que no es fácil cumplir las metas propuestas. Como por ejemplo, piensa que vas al kiosco de la esquina y compra el periódico pero resulta, que cuando lo pones en práctica, tiene que buscar la cartera y salir de la casa, saludar a los vecinos (que es muy grato) caminas y caminas hasta llegar a donde está don José sentado en la misma silla de todos los días, con la misma sonrisa y la misma ropa.
Luego regresa, y ya el sol pega fuerte en el rostro, te sienta en la cocina para leer las novedades, mientras toma una taza de café o un vaso de agua. Toca el timbre y no te da tiempo de terminar de leer el periódico y mucho menos tomar el café.
Es alguien preguntando si conozco a un tal Rodríguez y le repito varias veces que "no" y no le abro la puerta y le respondo desde lejos "por si acaso, alguna cosa". Después vuelve a la cocina y ya el café está frío o el agua se calentó pero te vuelves a sentar y cuando ya empiezas a leer suena el teléfono, te vuelves a levantar pero más rápido porque a lo mejor es la llamada que estaba esperando desde hace días "llegaron los moden de las telefonías" sin embargo, es el hermano de mi esposo quien desea hablar con él, así que lo voy a buscar al cuarto y éste contesta.
Y regreso a la cocina, ya no quiero café... al salir mi esposo del cuarto me pide que le busque unos papeles, que todavía no lo he visto. Después de un rato registrando toda la casa, el hombrecito se acordó que tenía los papeles en el carro y con ganas de hundirlo a la tierra perdí dos horas sin poder terminar de leer el periódico.
Enciendo la emisora, y está sonando una canción de "serena guayanesa", y al sentarme, el periódico no está, mi hijo lo agarró para hacer avioncito, y sin más nada me siento en el ordenador para escribir lo que estoy escribiendo.
Escribe Hogareña
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