Es necesario olvidarse del deseo que quieren
los demás, y pensar un poco lo que queremos nosotros, en lo particular, qué es
lo que necesitamos para ser felices, y así llegar a la mayor felicidad de un
pueblo. Siempre sacrificando la comodidad para justificar las corrientes de otros. Basta ya, de tanta inmolación e inmolación
sin tener nada a cambio, sin poder llegar al final de la benevolencia.
La experiencia que hemos venido
experimentando, sobre todo que se viene convirtiendo en un mal hábito que nos
inclina más, más y más a un abismo sin fondo se está convertido en un abajo cadenas,
desafiando la política mal dirigida y en la voluntad general que añoramos.
Es urgente el cambio de esas ideologías de
gallinita ciega, que está acabando a un pueblo que clama felicidad. Ya no
pueden seguir engañando al humilde, que es el más golpeado. Son los oprimidos y
tratados injustamente sin compasión, a veces manipulados en su inocencia a
pesar de pasar hambre, amarrado en la esperanza de algo.
Escribe Hogareña
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