Estamos en un país absolutista, en un país que
se creen elegidos por la divina providencia y por tal motivo merece estar en el
poder. Como en la antigua política.
Es que el concepto de absolutismo está
arraigado desde la antigua Grecia, donde los poderosos dirigían a su pueblo a
su albedrío. Luego, los filósofos y estudiosos llegaron a la conclusión que los
reyes no son elegidos por la naturaleza divina, y que no es necesario rendirle
tributos, porque son personas iguales a los demás. Esa obligación y responsabilidad
más bien es con el pueblo, y no, el pueblo con los dirigentes. Entonces el
absolutismo y los poderosos cayeron de su reinado.
En nuestro país se cree lo mismo que en la
antigüedad. El absolutismo o el poder en el pueblo, es la opresión. Es por eso que
algunos lo definen como tiranos y Larousse lo define “en un régimen político en
que todos los poderes se hallan bajo la autoridad única del jefe del estado”,
entonces, los venezolanos vivimos en un absolutismo “sí” o “no”.
Rechazamos con vehemencia ese concepto y no
queremos vivir reprimidos, así como los mismísimos filósofos lo rechazamos y
han muchos los borraron de la faz de la tierra.
El absolutismo, hay echarlo a la basura, tiene
que quedarse en el pasado, en una mala racha superada.
Escribe Hogareña
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