El absolutismo antes del siglo XIX era
concebido como un derecho divino. Desde entonces, por la defensa y rebelión de
mucha gente y las teorías que se han desarrollado por sí sola, ha cambiado como
un servidor del Estado y quedó atrás el buen padre designado por la naturaleza.
La analogía de que era Dios quien los elegía quedó en un mito realzándose el
poder del pueblo mismo, de acuerdo al bienestar y la felicidad, por lo que se
dice también que es el pueblo quien se rebela si el líder no cumple con sus
obligaciones. Es dejar a un lado el estado burocrático y superar la eficiencia,
es la libertad del individuo, es la igualdad y es la constitución.
Y será que esas obligaciones de mantener la
mayor felicidad posible en el pueblo se está cumpliendo. Será que ésta nueva
vertiente asume su responsabilidad de servir al pueblo, sin represión, y que
ese absolutismo que tanto proclama y defiende le ha hecho bien a su gente o se
cree que fue Dios quien los puso en donde está, y que es por eso que someten al
pueblo a su beneficio propio.
Escribe Hogareña
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