Son sentimientos encontrados, que nos
revuelven el alma de un pasado marcado de bonitos recuerdos y que de vez en
cuando anhelamos con tanta vehemencia. Lo guardamos en nuestros corazones como
la niña de nuestros ojos. De ese pasado donde todo era más fácil, dónde el
peligro, los desafíos y las dificultades eran más fáciles. Será porque vemos la
vida de otra forma o porque no éramos tan maduros como lo somos ahora. Sea como
sea, esa añoranza se siente en las calles, en las avenidas, en la gente y hasta
en el aire que respiramos.
Son que esos recuerdos que se siente en el
alma y lo expresamos alegremente cuando nos reunimos en cualquier lado con los
amigos. “Echamos los cuentos” y bla, bla, bla y bla pero que importa lo que se
hable, lo importante es la felicidad que brotamos por nuestros poros mientras
seguimos hablando sin parar y los demás se contagian imaginando todo el
panorama, el ambiente, el diálogo y hasta los personajes.
Son recuerdos que es imposible de creer. Eran
otros tiempos, otras aventuras, otra realidad. Los demás se quedan boquiabiertos
quizás diciendo que es embuste o que está exagerando.
Escribe Hogareña
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