No quiero escribir nada en especial, no quiero
escribir hoy, y no porque esté triste ¡no!, solo que no quiero escribir. No es
que no tengo nada que escribir, si tengo mucho que escribir, son muchas ideas
que tengo en la cabeza quiero escribirlas. Solo que no quiero escribir. Quizás
sea, por ese bendito cuento, o porque todo lo que he escrito, está allí
indefenso, al intemperie. Solo quiero dar la media vuelta y quedarme viendo a
mis hijos jugando en el jardín.
No quiero escribir y no porque esté triste,
nada de eso, solo me provoca un poco de café con leche y unas galletas junto al
televisor mientras mis manos ajusta el lápiz creyón, porque todos los
escritores utilizan bolígrafos o plumas finas menos yo, solo me gusta un lápiz
creyón y un saca-punta. Y no sobre hojas blanca, claro que no, sino sobre
libretas con sus hojas bien contadas y líneas bien firmes, son anotaciones unas
tras otras, sin perder nada, que no se pierda entre los papeles las palabras,
oraciones, párrafos y toda una página.
Solo eso, lo que haré, escribir con mi lápiz y
mi cuaderno, aquí o allá. Es mejor que el ordenador o lo que sea.
No quiero escribir, y no porque esté triste,
sino que quiero terminar el cuento y terminar otro, corregir y esperar que
otros lo corrijan. Si tú me quieres ayudar a corregir y leer un poco me avisa.
Escribe Hogareña
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