Los niños corrían, la cocina encendida, los
hombres jugando barajas y nosotras hablando que hablando. Siempre que voy a
casa de mamá nos cansamos de hablar y hablar, de esto y lo otro, reímos y
reímos, más y más. Son esos días que se graba en los recuerdos, y lo piensa y
piensa y no deja de pensar.
Mamá consentía a los niños dándoles caramelos
a escondidas porque sabe que nosotras le reprochamos tantas golosinas y ellos
salían corriendo al patio, junto al corral de gallinas para comérselos y luego
tratar de agarrar los polluelos.
Cuando ni siquiera pensaba tener hijos, tenía
un primito a quien consentía mucho (creo que todas las muchachas que ven a un
niño, lo ve como su hijo) pues ese primito era el mío, lo llevaba a todas
partes, a la universidad, al parque, para arriba y para abajo. Y éste día
llegó, con la misma carita tierna de toda la vida, alegre y amable, solo que
mide como dos metros, con barba, bigote y la voz aguda, y ya con dieciocho años. Cuando era niño había
decidido ser vegetariano y aunque muchas veces insistí para que comiera carne
nunca lo hizo, y para mi sorpresa ahora come carne, comió carne, mucha carne y
de alguna manera me sentí bien, no por comer carne, sino porque es tan flaquito
que me daba lástima las veces que se desmayaba en la escuela, lo hizo tantas
veces y así fue hasta en el liceo y desde que come carne dejó de desmayarse.
Claro ya no está en la escuela, está recién graduado de bachiller, con buenas
notas y directo para la universidad. Me
siento orgullosa de él. Veo en él y en sus ojos, a mi hijos, con la misma
inocencia y las ganas de comerse al mundo de a pedacitos.
Llegó la noche y con ella la alegría y la
satisfacción de tener a toda mi familia allí reunidos, con nuestras diferencias
pero juntos, en la mesa, con la torta en el medio y las velas encendidas. Les
cantamos el cumpleaños a mamá y a la única sobrina que nació el mismo día del
cumpleaños de mamá. Y como siempre, el peor enemigo es el tiempo, toda la
alegría, la emoción, las palabrerías, la reunión, los abrazos y el cariño
quedaron en los bonitos recuerdos.
Escribe Hogareña
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