Es cierto que la cúpula del gobierno desayuna
bien sabroso, en un tremendo salón con aire acondicionado, con su arepita
caliente, con algo de mantequilla y queso, carne salteada y café con leche calientico
a su lado, o panqueca con queso rallado, pollo al ajillo o más bien pescado
frito, en salada aderezada con mayonesa, plátano frito y jugo de naranja.
Ningunos de ellos quemados por el sol inclemente ni mucho menos con un poquito
de gripe por ser sorprendido por la lluvia mientras hacía cola.
Nosotros aquí arepa con mortadela y agua, al
lado desayunan fideos, más allá yuca sancochada con carne que compró la mamá
después de haber pasado todo el día haciendo cola. Un niño toma su tetero “agua
de arroz”, y el que tiene para comprar leche a los buhoneros le redujo la dosis
de cinco tapitas a dos. Los niños más grandecitos toman agua, jugo de mango del
patio de su casa o agua de café, y si corren con suerte pueden que le den agua
de avena.
A veces se hace una paila de espagueti para
tres días o mejor rinde la sopa porque le pueden echar más agua. De tres
comidas a dos comidas y es más fácil convencer a los padres para que los niños
trabajen a temprana edad porque son esos niños los que se la pasan en las
calles sin cholas y camisas.
Y es prohibido enfermarse y mucho menos morir “que
es lo que más sucede por estas calles”. Y cuidado con quejarse porque te “linchan”.
La vida vale lo mismo que nuestra moneda “no hay respeto”.
Y por último decimos como consuelo, como para
no perder las esperanzas, es el clamor de las más viejecitas cuando dicen “Dios
es perfecto, el tiempo de Dios es perfecto”. Como si la culpa de que estemos
como estamos es de él y no de nosotros mismos.
Ayer desayuné pan con mortadela y hoy arepa “conseguí
harina” con atún en lata. Con los pensamientos en la tremenda cola que hice
ayer “es el trauma, desacierto e infelicidad” y las cosas que tenemos que vivir
más adelante.
Escribe Hogareña
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