Ads 468x60px

Last Video

jueves, 15 de julio de 2021

CAPÍTULO 20 II

ALGO ESPECIAL

Los comandantes Mario y Juan, subieron los escalones, para luego seguir por el pasillo y tocar el timbre de la mansión Del Monte. Observaron que la puerta estaba entre juntada por lo que le parecieron extraño que la puerta estuviera abierta, por lo que pasaron inmediatamente  con precaución y se dirigieron  a la cocina y no estaban los empleados.

Mario Y Juan se miraron por lo que se dividieron registrar la casa. Juan se fue para la piscina mientras Mario subió las escaleras, y entró en  todas las habitaciones por lo que pareció sospechoso que no se encontrara nadie en casa. Bajó las escaleras y caminó por la sala de recepción y también estaba sola, Volvió a la cocina y no vio a Juan. Para su sorpresa el detective Juan también había desaparecido,  por lo que el instinto le dijo que algo sospechoso surgía desde la piscina. Sacó el arma y le quitó seguro y caminó con prudencia hacia la puerta trasera y no faltó mucho que escuchó un ruido. Y provenía del sótano, siguió caminando poco a poco hasta abrir un poco la puerta y se asombró al ver a un hombre negro con máscara de porcelana.

Mario siguió caminando y se escondió detrás de unos muebles viejos, Y escuchaba voces:

-No aguanto más… y todo este dolor que llevo por dentro –decía el hombre negro.

Mario alzó un poco más la cabeza y vio al detective Juan atado en una silla con sus manos y pies atados. Mientras que el hombre de negro seguía diciendo descontroladamente:

-Todo este tiempo siempre lo supiste y nunca me lo dijiste… dime porqué… dime…

Era Rafael quien se encontraba amarrado en otra silla.

-Te burlaste de mí, tú lo sabías, estuviste conmigo todo este tiempo y jamás tuviste la mínima compasión de decírmelo… y por eso te voy a matar

Rafael tenía la boca tapada, y miraba al hombre de negro queriendo hablar.

-Mira lo que me convirtió, en este despojo, haciendo cosas que no me gusta, obligada y atada a una mujer que no me quiere, pensé que me iba a querer haciendo lo que ordenara y en cambio a eso me he convertido en su esclava…

El hombre de negro le dio una cachetada a Rafael y volvió a decir:

-Creo que es tiempo que te vayas Rafael

El hombre de negro agarró un cuchillo mientras que Mario le habló fuerte y dijo:

-Detente allí

El hombre de negro miró a Mario para luego ponerse detrás de Rafael y decir:

-Si haces algo lo mato, baja el arma.

Mario no dejaba de apuntar al hombre de negro mientras éste desató a Rafael poco a poco y lo levantó.

-Vamos a negociar –decía Mario

-No tengo nada que negociar, baja el arma y tírala, vamos detective, hágalo

Mario fue bajando el arma hasta sentir un golpe en su cabeza. Mario cayó al piso y el hombre de negro salió de la habitación con Rafael. Los dos se salieron del depósito quien se encontró con otro hombre vestido totalmente de negro y cara de porcelana.  Por lo que los tres huyeron la puerta principal, pero él quien llevaba a Rafael se paró y dijo:

-Tengo que terminar este trabajo.

Mientras el otro le dijo:

-No no, no… no lo ha ordenado nuestra diosa –dijo el otro hombre de negro

-Ya no quiero seguir sus órdenes, me ha envuelto en sus engaños, se aprovechó de mí y mis sentimientos hacia ella…

-Déjalo por favor… Rafael no es culpable

-Sí tiene culpa.

Quien llevaba entre brazos a Rafael trató de apuñalarlo mientras que el otro trató de detenerlo por lo que se llevaron a las manos. Rafael salió corriendo.

-Déjame, déjame terminar con todo esto, ya no quiero saber nada de toda esta mentira, todo fue un engaño

-No es así.

En eso llegó Mario y Juan quienes se encontraban sin armas porque se lo habían quitado los hombres de negros antes de salir. Quienes tuvieron que acercarse poco a poco y al ver que estos hombres negros estaban entre golpes le cayeron encima pero uno se escapó.

Mario y Juan cansado por los esfuerzos que hacían el hombre de negro le quitaron la máscara de porcelana y era Diana, quien con lágrimas y gritos decía:

-Mátenme por favor, no quiero vivir, mátenme.

-¡Es usted! Usted es cómplice de rosa roja… la vi una vez en el cementerio.

-Yo soy ella… la rosa roja, mátenme, por favor…

Por más que trataron en ese instante de sacarle otras palabras a Diana solo le salían de sus labios:

-Mátenme, no quiero vivir.

SEGUIDO DE TI

Entre balas entrecruzadas Regia cayó en los brazos de Gabriel, mientras éste trató de auxiliarla. Más allá cayó en el suelo Helena, quien había hecho dos disparos contra Regia y que solo le rozó el brazo, y sólo bastó un disparo en el pecho para que Helena cayera en el suelo. Ella se desangraba en el suelo, mientras Gabriel trataba de revivir a Regia. Sin saber y cómo pero Gabriel le salvó la vida a Regia. No faltó mucho para que Ignacio apareciera y se llevara a Regia al hospital y más atrás Gabriel con Helena, quien también se encontraba con vida.

-Déjala morir… la voy a matar ahora mismo –Decía Ignacio

-Usted no va a matar a nadie, encárgate de Regia que yo me encargaré de ella

De alguna forma Gabriel no tenía el valor de cometer un asesinato por más que lo deseaba, supo que no era de mal sentimiento y que jamás podría vengarse de esa mujer que le había hecho tanto daño, pero que tampoco podría seguir a su lado alimentando ese odio que no lo dejaba vivir en paz.

¡COMO UN PAÑUELO!

El humo a cigarrillo se esparció por doquier, vasos de bebidas alcohólicas se encontraba por todos lados y su olor penetrante de delicia para Uriel quien disfrutaba de una noche de éxitos después de tantos días de mala racha le parecía la gloria, Delia había conseguidos dos chicas más, entre ella a Flaquita, quien con su porte de latina caribeña llamó la atención de muchos hombres. Ella era vivaz, jovial y coqueta que enloquecía con su mirada a muchos hombres. Delia recobró su sonrisa y era la misma mujer alegre de todas las noches en escenario.

Casi cerraba el local cuando llegó Rafael. Uriel se extrañó de su porte y lo harapiento que se encontraba por lo que se dirigió hacia él.

-¿Se encuentra bien Jefe?

-No, no estoy bien Uriel, por favor dame un cuarto.

Más allá salió Raquel de su camerino para irse con David y que se puso tan nerviosa al ver a Rafael.

Raquel ayudó a Rafael a llevarlo a una habitación y lo recostaron en la cama.

-Me tengo que ir –dijo ella.

Rafael le tomó de la mano y le dijo:

-No te vayas, quédate conmigo, por favor, si por eso vine hasta aquí.

Raquel se puso nerviosa y le contestó:

-Te dije que estoy comprometida.

Esa noche en que festejaba el no haberse casado, en la salida de su celebración, se encontró con Raquel, quien se la llevó al hotel donde supuestamente pasaría su luna de miel y la pasaron juntos.

No era la primera vez que estuvieron juntos. Pero esta vez no era por negocio sino por placer y más que placer era el cariño.

Raquel estaba nerviosa porque no sabía en quien elegir, pero que en ese instante todo le pareció claro y fácil. El cariño que sentía por David era incondicional y transparente pero el amor que había surgía hacia Rafael era diferente, desde siempre lo sabía. Desde esa noche de pago, unos cuantos ceros puesto en la mesa de noche después de estar juntos que para ella significó más sentirlo que por trabajo, pero sabía que era un hombre prohibido por lo que en silencio dejaba que tiempo curara ese sentimiento. 

0 comentarios:

Publicar un comentario

 
Blogger Templates