Ads 468x60px

Last Video

martes, 6 de julio de 2021

CAPÍTULO 18 IV

AMOR INFINITO

El amor que Rafael sentía  por Karen crecía cada vez más. Su amor se iba fortaleciendo cada día aún más. Rafael pasaba días sumergido en sus negocios. De estar en un lugar a otro mientras en ocasiones Karen lo acompañaba y en otras solo se quedaba en el hotel disfrutando de los servicios que las instalaciones que le brindaba.

Llegaba la hora para que Rafael llevara a Karen a la mansión. Esa noche él se vistió todo de blanco con un pañuelo morado en la parte izquierda de su pecho. Y a su lado Karen con un vestido todo pegado a su cuerpo que le hacía notar toda su silueta y un poco más arriba de sus rodillas, tenía unos tacones muy altos como a ella le gustaba, en su mano derecha un cartera de mano brillante con piedras moradas también y el cabello todo recogido.

En la entrada de la mansión, Rafael la detuvo y sacó de su saco una cajita dorada y la  abrió para luego decirle, esto es para ti. Karen se emocionó y el dio un beso en los labios para luego agregar:

-¡Qué hermoso mi amor!

Ella abrió la cajita y era un collar con incrustaciones de brillantes y en el medio había un corazón también con una incrustación de diamante. Rafael tomó el collar y se lo puso en el cuello y luego le dijo:

-Es tuyo mi amor. Es símbolo de nuestro amor.

Joe terminaba de acomodar el carro, que todavía le hacía favores a Rafael cuando en eso pasó Diana furiosa.

-¡Él es mío! Ese vestido es mío, ese collar es mío…

Karen se quedó asombrada sin saber lo que pasaba, se quedó pasmada. Rafael inmediatamente sostuvo a Diana por la cintura por lo qué no dejó que tocara a Karen

-Diana qué te pasa, qué haces aquí.

-Me juraste que me amabas y que te ibas a casar conmigo.

Diana que estaba un poco embriagada comenzó a caerle cachetada a Rafael.

-¡Cálmate Diana! Nunca te prometí nada…

-Sí lo dijiste.

-Acaso no te acuerdas…

Rafael se le había olvidado todas aquellas noches de pasión  y lujuria que alguna vez tuvo con Diana. Ahora solo le importaba estar al lado de Karen, quien le despertaba momentos de pasión y placer, sobre todo el cariño que tanto deseó desde antes casarse con Erika, esa misma pasión que sintió con la madre de Joe. En Diana solo buscó cubrir esos momentos de soledad y nostalgia, sin embargo, jamás pensó en dejar, seguiría de la misma manera saciando los deseos impropios, pero por ahora solo se concentraba en Karen.

-No me detengas imbécil, suéltame, ahora mismo vas a saber quién soy –Repetía Diana colérica.

En eso llego Joe, quien tomó por el brazo a Diana y se la llevó a la cocina, por órdenes de Rafael.

-Dale un poco de agua… que se calme y luego la llevas al bar

-Sí señor.

Rafael se acomodó el traje y volvió a tomar por el brazo a Karen y entraron a la casa.

-¿Quién es ella?

-Mi pasado mi amor, tu eres mi presente y mi futuro.

Karen se lo quedó mirando para luego agregar:

-Debo preocuparme…

-No mi amor… aquí estoy para ti.

Ya adentro se encontraba Regia quien con recelos y ansiosa esperaba la llegaba de Karen, mientras Ignacio con calma solo pensaba en Lupe, y las ganas de volverla a ver, a pesar de que no hacía cinco minutos que la había visto.

-Wichito, tienes la cara de estúpido otra vez –dijo Regia mientras con rabia veía a Ignacio

-¿De qué hablas?

-Que te pones atontado, ido, no me haces caso y eso me enfureces porque pierdes la concentración. Sabes que te quiero Wichito y no te quiero ver sufrir

-Sí es verdad Regia, estoy enamorado, pero muy enamorado otra vez, esta vez no te quiero mentir.

-Miren pues, mi Wichito está enamorado.

-Es una chica humilde, no tiene mucho que dar, pero así la amo.

-Confío que esta vez Wichito, elijas muy bien lo que vas hacer.

-Seguro que sí Regia, ya la vas a conocer.

Rafael se acerba con Karen tomada del brazo y se acercó a Regia para darle un beso en las mejillas.

--Hija mía te vez radiante como cada día.

Regia llevaba un vestido color aguamarina todo pegado arriba y abajo con frices y un cinturón del mismo color del vestido y un lazo en su cabellera con unos zarcillos largos de delfines y una bufanda que la rodeaba por el cuello.

-Padre… qué bueno verte, te ves tan galán como siempre.

-Ella es…-dijo Rafael

-Karen, es un gusto conocerte. –Agregó Regia

Rafael se quedó asombrado por la respuesta de su hija, pero no quiso preguntar, por su parte Regia se acercó a Karen y le dio un beso en la mejilla izquierda para luego abrazarla y finalmente dijo:

-Eres bienvenida Karen, presiento que seremos buenas amigas.

Karen le correspondió el saludo y le pareció que Regia era una jovencita muy educada y le inspiró confianza.

-Es un gusto señorita Regia

-No me llames señorita, solo Regia.

-Así será Regia…

Regia sonrío al igual que Karen. Mientras en los pensamientos de Regia decía “ni por mil años serás mi madrastra, perra y no mereces a mi padre, tampoco mi dinero, primero muerta” y en los pensamientos de Karen resonaba “todo esto será mío, es muy fácil acostumbrarse a esta vida”.

EN CONSECUENCIAS

Mientras tanto en la cocina se encontraba Joe con Diana, quien trataba de calmarla y quien lloraba de despecho y rabia.

-Sabes que tengo años esperando por él –Dijo Diana lagrimosa.

Joe sacó un pañuelo de su bolsillo y se le dio.

-Sé que es así, pero no puedes hacer nada.

-Me dijo que no se podía casar conmigo porque estaba casado y ahora que está libre… pues se busca a otra… tu me entiendes, me dijo que se casaría conmigo, ahora otra vez estoy afuera de su vida… porqué tuve que enamorarme de él así, dime señor.

-Joe, mi nombre es Joe…

Está bien Joe, dime en dónde está él… llámalo que quiero hablar con él…

En eso, entró Regia a la cocina, quien casi nunca lo hacía. En eso Diana se silenció y se levantó de la silla. Se secó las lágrimas por lo que Joe se asombró por la reacción de Diana, quien se suponía que no la conocía.

-Diana qué haces aquí…

-Vine por tu padre.

-Sabes bien Dianita que mi padre no es hombre para ti.

-Claro que sí, claro…

Regia interrumpió a Diana para luego agregar:

-¿Qué te he dicho Diana?

Diana volvió a cambiar la actitud de su rostro para luego decir:

-Lo que usted diga Regia.

-Muy bien mi niña, muy bien, eres muy obediente.

A Joe le pareció extraña toda esa conversación, para luego decir:

-Puedo preguntar lo que está pasando aquí.

-Nada Joe, Dianita y yo nos conocemos desde hace años, gracias a la putería de mi padre. Nos hicimos amigas.

-No tan amigas.

-Solo te pedí distancia Dianita, no te quiero ver en mi casa, toma tus cosas y vete de aquí inmediatamente.

Diana sin más nada y sin  réplica se acomodó y Joe la siguió para llevarla a su hogar.

0 comentarios:

Publicar un comentario

 
Blogger Templates