Una mujer estaba haciendo cola, llevaba medio día agarrando
sol y el ajetreo entre empujones y malas palabras la dejó con los cabellos
alborotados, hablaba de esto y de lo otro, de repente un hombre se acercó y la
sacó de la cola por la misma melena, la mujer pegó un grito y cuando lo vio se
quedó pasmada, entonces el hombre dijo “estoy cansado de llegar a casa y no
encontrar almuerzo, que vaina es ésta, todos los días haciendo cola tras cola,
hasta cuando… los niños están solos, la casa es un desastre y tú aquí muy
tranquila, vamos a la casa carajo” pues era el esposo, todas nos quedamos
mirando, unas decían “este hombre es un pasado vale, la mujer haciendo cola
para comprarle la comida y él le pega” y otras agregaban “pero también
recuerda, que hay mujeres que se ponen obsesionada o fanática haciendo cola y
más cola, por lo menos yo hago cola cuando necesito, no hago cola solo por
hacerla”.
Después que se casó se olvidó arreglarse el cabello, de
vestirse bien y utilizar una pintura en los labios, como lo hacía cuando estaba
soltera, ahora está gorda y las demás decimos “amiga que pasó contigo porque te
abandonaste así. Apenas si se le ve al frente de la casa en aquella bata que
jamás pensamos verla así. Ella siempre tan cuidada, meticulosa y coqueta.
Están las mujeres que se lamentan de su suerte, y viven
echándose culpa en el pecho sin valorar lo que tiene a su lado. Ambicionan lo
que no tienen y lo que jamás tendrán. Pero jamás hacen nada para cambiar esa
realidad sino que esperan a un hombre que le cambie la vida.
Las que se visten como hombre, actúan como hombre y parecen
hombres. Los niños de la escuela la imitan en son de burla y ella ni caso le
presta.
Las que odian, envidian y desean todo de la fulanita de la
esquina. Que si tienen la oportunidad
destruyen lo que sea.
Se encuentran las que no pierden la oportunidad de
coquetearle a quien sea, así sea el esposo de su mejor amiga y se hacen llamar “amigas
por siempre”.
La ex de Carlos lo dejó por otro, porque según el otro le
iba a dar lo que nunca Carlos le dio. Carlos le había dado una casita no muy
grande, tenía carro propio, y le daba lo que ella necesitaba. Pero ella no
estaba a gusto o no lo quería en realidad. Le había sido infiel varias veces,
pero Carlos nunca nos creyó. Pues, salía a trabajar y siempre creyó en ella.
Para sorpresa de todos un amigo lo llamó y lo llevó al lugar donde ella estaba
con otro tipo y fue allí cuando abrió los ojos y comenzó a juntar el rompe
cabeza. A pesar de su infidelidad Carlos le pidió que no lo dejara pero ella se
fue con el otro tipo y salió embarazada. El otro tipo nunca le compró una casa
más grande, y no tienen carro y no la lleva a pasear. Ella en este momento está
pasando por muchas carencias, vive alquilando (y como le va a comprar casa con
ésta situación tan difícil que estamos pasando los venezolanos), está
arrepentida y quiere volver con Carlos. Pero él ya se recuperó tienen otra
mujer. De los errores también se aprende. Y de qué forma aprendió ésta mujer
valorar lo poco que tiene.
Cuando se cree que hemos visto todo, pues, no hemos visto
nada. Este es el principio de algo visible y cotidiano.
Escribe Hogareña
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