Muchas mujeres que no son valoradas ni siquiera por sus
esposos, son la mayoría. Son pocas las que realmente se sienten felices. Y las
que les envaina la tristeza, se tragan las desdicha despacito, a medida que
pasa el tiempo. Se olvidan que necesitan ser alagadas aunque sea una vez al
día.
Los hijos ni un beso de los buenos días le dan, pobre mujer
solitaria, viva por fuera y muerta por dentro. Están aquellas mujeres que
lloran la partida de algún hijo descarriado pero más lloran las que le han
matado un hijo.
Una madre soltera con una niña recién nacida tiene el VIH,
ella triste le encomienda a su hija a la madre que también llora. Su destino
está marcado, no hay medicina para éste virus, así también está mi esposo que
no consigue las aspirinas para el corazón. Que está pasando en mi país. El
estudiante que se zumbó del hospital al descubrir que tiene VIH. Por alguna
razón lo comprendo, pues él sabía que no hay medicina. La mujer está en cama
luchando por lo menos para ver a su hija un día más y éste joven se quitó la
vida.
Todavía María llora por su hijo asesinado, tiene años así, todos
los domingos se le ve caminar al cementerio, así como a otras madres, deseando
que sea un sueño. Una cola de mujeres para comprar la comida, día tras día, son
colas interminables, jamás se termina, pues, no hay pollo ni carne, por lo que
se compra atún en lata. Pareciera que es el gobierno dice lo que tenemos que
comer.
Claro que hay carne y pollo en los comercios privados pero
a precio inaccesible.
Están las mujeres que brillan de felicidad, sus ojitos
están vivos, como las hijas de Chávez, se ven tan fresca y sana, como la
ministra Valera, la esposa de Maduro y todas ellas. Claro tienen el poder a su
favor. Ellas utilizan toallas sanitarias y las pobres pañitos de tela que lo
tienen que lavar para volver a utilizarlo. Sus hijos tienen diez guardas
espaldas, comen lo mejor, y tienen su vasito de leche todas las mañanas, los
míos solo tomaron agua hoy en la mañana.
Las actrices y esposas de los empresarios, se le ven bien
bonitas con sus trajes bien limpios y sus mejillas rosadas, ni siquiera hacen
mercados, se lo llevan a la casa, directamente claro, y no se bajan del carrote
para comprar periódico porque le da calor.
Están las ejecutivas que sobreviven del trabajo a la casa y
que no les da tiempo de recrearse porque tienen que prepararse para día
siguiente.
Tengo tremenda gripe que ni me podía levantar de la cama y
ni me molesto ir a la farmacia porque no quiero escuchar la palabra mágica “no
hay” mejor me quedo en cama, tomando cogollo de citronera con manzanilla, y
hacer gárgara de agua con vinagre y esperar que mi cuerpo ataque el virus. Y
con miedo pensando que era chikunguya gracias a Dios que no es. Me duele mucho
la cabeza, las amígdalas y todo el cuerpo.
Escribe Hogareña
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