¡Qué impotencia!
Tanto esfuerzo para nada, el no dormir y amanecer en la ferretería esperando la
gandola de cemento que nunca llegó. Y parte del día agarrando sol y más sol
para que cuando llegara otra vez el anochecer, volver amanecer en la entrada de
la ferretería. ¡Otra vez! La misma operación, volver a levantarse temprano e ir
como desaforada y loca para hacer cola y comprar cualquier cosa.
Y lo peor, también de
tanto esperar el “eclipse de luna” y me la perdí. Y eso que salí al jardín y le
dije a mis hijos “en dónde está la luna” y mi cuñado agregó “todavía no, es más
tarde” y le creí. Así como a todas las habladurías de la gente en la cola que
difaman una y tantas cosas”. Ahora y que “si llega el cemento, que no llega,
que hay que esperar, la culpa es del gobernador, la culpa es de la oposición,
la culpa es de los dueños de las empresas y bla, bla, bla, bla”.
Ya el eclipse pasó y
me lo perdí, así como me perdí ir al parque o leer una historia, solo me queda
el sabor amargo que se pasa por la garganta muy lentamente y seguir esperando
comprar algo.
Escribe Hogareña
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