Una muchacha como de diecinueves años de edad más o menos,
me dice “señora Dailet” estoy enferma, creo que tengo chikunguya”, sus ojos
estaban rojos y sus manos temblaban, pues quería que la llevara a la clínica y
yo le contesté “mejor el hospital” y ella replicó “no señora Dailet, en el
hospital no hay reactivo, no hay nada, mejor la clínica, así tenga que pagar lo
que sea”
Tenía muchos puntos rojos en todo el cuerpo, es por eso que
decía que tenía ese virus. Y más bien tuvimos que esperar dos días para ver si
aparecían otros síntomas, ahorita le duelen los huesos y tiene fiebre. La llevamos
hacer los exámenes de sangre, y la situación es la siguiente “si tiene las
plaquetas bajas entonces es dengue, pero sí la tiene normal es chikunguya”, más
tarde se sabrá, mientras tantos está acostada, y yo haciéndole sopa de patas de
gallina, jugo de guayaba y té de manzanilla.
Es cierto, no hay nada en el hospital, los familiares de los
pacientes tienen que comprar desde el algodón hasta las pastillas de dolor. Y
si no pueden, es mejor llevárselo a casa porque los médicos no se hacen
responsable si se muere un paciente, o sino, esperan que alguien se compadezca de
ese ser humano.
Así también están los muchísimos CDI que inauguró el
gobierno y que los cubanos son los que mandan y ni hablar de los ambulatorios
de barrio adentro están en estado abandono. Es una lástima que ni la salud del venezolano se salva de
tanta negligencia.
Mi pregunta es ¿Será que mi país está preparado si llegará
y apareciera un caso de ébola? O todos nos contagiaríamos en un santiamén.
Escribe Hogareña
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