Mi amiga la militar, la que está incapacitada,
pero que no se pierde ni una cola, parece una arrocera, sobre todo cuando se
trata de comprar cemento o harina de trigo. La conocí en una cola cuando
necesitaba comprar cemento, fueron dos meses y medio bien largos, que nos dio tiempo en conocernos muy bien, para
luego florecer una bella amistad.
Yo no soy como ella. Yo voy a las colas cuando
lo necesito, pero ella está en todas las colas. A veces pienso que es buhonera.
Cuando creo que no está, es porque está de primera. Nunca he podido llegar
primero que ella. Y es que está enterada de cada sitio en donde se venden los
productos básicos. En un día puede hacer dos a tres colas. Será que está
fanática, pues no lo sé.
A lo mejor hace cola, porque tiene contacto
con los militares o es porque habla con todo el mundo, es decir, ella dice
“este país nos ha obligado a saber vivir,”, y es que me explica que ella
no ve ni tilde político, religión ni otra cosa, simplemente es amiga de todo el
mundo “vivir viviendo para que no te jodan”. Desde kiosquero hasta el
doctor. –mira Dailet, habla vale, si quiere conseguir algo, deja la pena… vente
para acá… mira éste, mi hermanito querido es pescadero, de la Carioca, allá a la
orilla del río Orinoco, cuando quiera pescado anda allá y dile que viene de mi
parte que te va hacer buen precio –y yo la miro callada y ella vuelve a decir
–éste que tú ves allí tranquilito es albañil, y éste es administrador… mi pana vivir
en paz y no meterse en problema, eso se lo dejo a los demás.
−Consigo harina de pan, harina de trigo,
azúcar y lo que quiero gracias a los panas −lo repite con orgullo.
Ese gentío no la salvo a que la atracaran en
la canchita como a las cinco de la tarde, lo único que salvó fue el dinerito
que tenía guardo en la vagina y eso porque comenzó hablarle a los malandros con
mucho carácter pero muy en el fondo estaba asustadísima.
Escribe Hogareña
0 comentarios:
Publicar un comentario