Es un tortura que no se la deseo a nadie. Pobre Venezuela, pobre mi país, pobre los venezolanos, pobre mi familia y pobre yo, que tenemos que vivir de esta manera tan horrible.
Estoy muy cansada, ni siquiera puedo pensar bien, no aguanto los dolores de pies, ni mucho menos el ardor en el rostro.
Quizás mañana tenga más animo. Me despido.
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Hogareña
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