Hace mucho pero mucho sol. No provoca ni salir al jardín. Otra vez los
perros rompieron la bolsa de basura, es una locura, basura por todos lados. Camino de la escuela un gato podrido colmado de cal por el hedor, él único que
lo lloró fue mi hijo al verlo de regreso a casa la semana pasada. Y más
adelante un perro abombando en una bolsa
negra. Y la vida sigue adelante como si nada.
Es curioso para mis hijos observaron las diferentes etapas que ha
transformado el gato muerto. Le primera vez mi hijo dijo “parece que está
dormido, se le ve la piel suave”, después “están hinchado”, ahora “está flaco y
hediondo, porqué tiene esa cosa blanca encima”, pues, fue los vecinos que le
echaron cal para apaciguar el mal olor.
El señor indigente desapareció como si nada, qué rumbo habrá tomado, lo
que nunca se le olvidó llevar fue esa una bolsita azul que le zumbaron cuando lo
dejaron adrede y no sé porque llevaba una libreta entre los brazos, una libreta
sucia, rota y llena de barro, por un momento imaginé que era el historial
médico, pero no lo creo, eso es imposible.
Escribe Hogareña
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