¡Pegar un grito!, al estar colmados de
preocupaciones y éstas llegan una tras otras, sin ni siquiera tener un
descanso, parece que llegamos al límite y lo fácil es “tirar la toalla” como
dice mi hermano. A veces nos cansamos siempre de la misma situación, sin
encontrar ninguna salida y que nadie nos dé la respuesta más aceptada. Provoca
irse lejos, muy lejos y olvidarse de todo de una vez por toda.
Son como vendas en la vista que nos hacen
pisar la tierra fangosa o nos desviamos del camino correcto, lo mejor es pegar
un grito, para que todas aquellas tensiones que tenemos a cuesta afloren de una
vez, para poder remediar lo que hay en nuestros corazones.
A veces no es el miedo que nos ataja sino la
decisión de seguir adelante, es como la sonrisa, no cuesta mucha pero vale
mucho, sólo tienes que gritar para soltar aquellos nerviosismos que llevamos
por dentro y no nos deja mirar el futuro. Es lo mismo que llorar, es lavar el alma,
desahogarse o conseguir la paz que tanto necesitamos en algún momento. Grita,
grita fuerte para el mundo te escuche lo que tienes que decir.
Escribe Hogareña
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