Para los trabajos que hacen los obreros que barren las calles de la ciudad. Primero los ve que van llegando unos a uno en un sitio determinado, después de un rato los ve juntos, riendo y hablando. Ya como a las siete de la mañana llega un camión verde oscuro y se baja un soldado que más bien parece cubano.
Los pobres hombres con su envase de comida entre las manos y una franela en el hombro se forman alineados unos tras otros, bien ordenados.
Entonces, el soldadito comienza a pegar gritos y más gritos, y las caras de terror de la pobre gente que ni siquiera se atreven a pestañear no saben que hacer. El soldado se pasea en medio del grupo formado, hablando y hablando con voz fuerte, palabras y más palabras que los hombres no entiende pero que hacen caso para que le den un día de trabajo.
Después de una hora, formados y parados como unos pendejos es que los mandan a subirse en la tanqueta para llevarlos a barrer las calles y cortar montes.
Es lo que sucede cada mañana, allá en una cancha deportiva todos los días cuando llevo a mis hijos a la escuela.
A estos pobres hombres le están llenando la cabeza que sabe Dios de qué locura, solo para ganarse unos realitos, que no les alcanza para comer.
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Hogareña
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