AMENIDAD
NAVIDEÑA
Llegó Esperanza con la
temática del abrazo, y yo aburrida me escondí detrás del cortinero, podía
auscultar a los niños entusiasmados abrir sus regalos y la familia desde hace
rato habían avivado la magia de la unión. Al decir que era la mejor navidad
sería mentir, es como todos los años, la misma alegría que nos llevan a
acoplarnos cada vez más.
Nerviosa seguía a oscuras
sin ganas de saber de Prosperidad, que
me perseguía con sus consejos, por lo que caminé de puntillas hasta mi cuarto para
no saber de nadie y encontré a mi hermana ilusionada, mirándose al espejo,
colocándose una gran flor a un lado de su cabellera, mientras cantaba
estribillos navideños.
El brillo de la felicidad
renacía nuevamente en cada esquina de la casa al escuchar las campanadas de la
iglesia anunciando la epifanía, y
Esperanza confabulada con Prosperidad, gritaban mi nombre por doquier y
pude ver la mesa adornada de muchos colores, sabores y olores. Y fueron los
murmullos del gentío enloquecidos, quienes me recordaron que en ésta época la
vida se olvida. Por lo que guardé la confusión debajo de la cama y florecí al
lado del capullo del amor.
DAILET
M. BUTTO R.
Escribe Hogareña
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