¡CÓMO
CAMBIARÍA ÉSTE MOMENTO!
Cómo cambiaría éste
momento por hablarte, y conocerte un poco más. Escuchar tu voz y saber quién
eres. Quisiera ver tus ojos y alegrarme con tu sonrisa, escuchar tu voz y caminar
por el bulevar mientras la brisa nos pega en el rostro hasta caer el anochecer.
Sentarnos en una mesa,
mientras la gente nos mira de reojos, mientras piensa “están locos” y
simplemente reímos, porque así es la vida, una sonrisa, una felicidad y un
amor. No existirá el tiempo porque el mismo tiempo se iría muy lejos, afable en
las estrellas o en el corazón, y no me importaría que se pegara en el alma
porque estaría tú allí conmigo y yo contigo.
Que si me gusta tomar
café en el amanecer o escuchar música mientras escribo. Es lo que me gusta y a
lo mejor a ti también te gustaría o haces lo mismo. Saber si tienes un lunar en
las mejillas o dejaste tu abrigo en el mueble, quizás lo zapatos en el corredor
y me vuelvo intrépida en descubrir los pensamientos. Esos pensamientos que son
secretos. Todo por curiosidad nada más.
Si has llorado como yo o te has enamorado como
yo, si sueñas y trabaja como yo, son los árboles del parque que me sonríe y los
niños que brincan. Los pájaros que no dejan de cantar y el aire fresco anunciando
la pronta soledad. Yo la conozco y tu también, y a veces, me entristece la
soledad, pero en otras ocasiones es la paz que necesito para poder respirar
profundamente y seguir adelante. A lo mejor a ti también, de vez en cuando, te
gusta estar solo y mirar el mar, ese mar inmenso que pareciera no tener fin,
donde la vista no alcanza, ese mismo mar como las nubes que nunca para, que
nunca se cansa.
Soy yo misma, la de
todos los días, aún en la melancolía saca un gesto, aún en la alegría puedo
llorar y en el llanto puedo sacar una sonrisa. Y creo que tú también eres así,
compasivo, claro, tu allá y yo aquí, que al final somos lo mismo. ¡Ojalá te
conociera!, me haría muy feliz, pero sé muy bien que será imposible.
Escribiría una historia
bonita, muy bonita, echaría unos cuentos bien interesante como los cuentos que
la gusta mi familiar escuchar, me miran fijamente a los ojos esperando que
invente algo, ¡si los pudiera mirar!, lo feliz que se ponen, y cuando tienen
que tomar agua o ir al baño, me dicen que me calle, que no diga una palabra
más, para que cuando regrese siga contando mi historia y soy muy, pero muy, y
muy feliz.
Escribe Hogareña
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