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MIS JUEGOS DE NIÑA “I”
Mi madre había puesto a lavar la ropa, tenía una lavadora de esas
antiguas, en donde las espumas salían por los alrededores, y era allí cuando me
deleitaba en jugar. Me imaginaba estar entre las nubes y volar de un lado a
otro, cuando ya me cansaba de ser un pájaro, agarraba un palo lo envolvía de
espumas y ya no era espumas sino algodón de azúcar, entonces, volvía a imaginar
estar en el circo rodeada de mucha gente alegre y juegos por doquier, yo era
feliz comiendo algodón de azúcar solo sacando la lengua desde lejos de espuma
para saborear su rico sabor, y ya bañada de espuma era la reina del mundo, me
paseaba de aquí para allá con mis vestido totalmente blanco y más estirada que
las modelos de la televisión, hasta que mi mamá llegaba y terminaba bañándome.
Me dispuse a jugar había empezado agarrar la espuma de encima y era el
helado más delicioso que había saboreado en mi vida, me gustaba ver desaparecer
la espuma en el aire cuando la soplaba, hasta que Elena me llamó, estaba
montada en la mata de guayaba. Desde muy temprano ella había llegado a casa
para jugar conmigo en la mata, y como es normal nos pusimos a “monear la mata”
como decía mamá, y entre tantos juegos llegamos a la competencia, ella me día −¡Oye
Dailet a que tú no sabes hacer esto! –entonces saltaba de un lado a otro hasta
llegar a la otra rama, después de ver su monería, yo me subía le daba una
vuelta al tronco paseándome de una rama a otra hasta quedar con la cabeza abajo
y los pies entrelazados en la mata. Ella decía una cosa y yo la superaba. No había
manera de ganarme porque esa mata era mi mata, mi fiel compañera, mi amiga, si
lloraba ella estaba allí para consolarme, si era feliz lo compartía con ella, y
me enseñó a leer, aunque no lo crean en esa mata de guayaba comprendí que la “m”
con la “a” se forma la “ma” y “ma” con “ma” es “mamá”, sabía mis temores y mis
más íntimos secretos, hasta tenía mi nombre grabado por un lado.
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