¿QUIEN ENTIENDE A LOS NIÑOS?

A mis hermanitas les gustaba saborear una deliciosa barquilla que nos compraba papá cada fin de semana, sabor a mantecado con chocolate y lluvia de caramelo acompañado con un vaso de agua fría, ¡sí! con un vaso de agua. Parece raro su combinación pero era así, “que niñas tan tontas” decían mis tíos entre risotadas, pero lo que no sabían era que el frío del helado le llegaba a la cabeza al darle un mordico (era porque no sabían saborear el helado poco a poco) entonces el agua le ayudaba pasar el frío. Pues al final terminaban metiendo el helado en el vaso por lo que hacían un pegoste y así mismo se le comían.

Para los niños tienen una razón de ser cada cosa que hacen. Mis hijos hacen una carretera improvisada en el corredor imaginando los viajes que hace su padre.  Cuando un niño siente o teme algo es por alguna razón, es por eso que hay que escucharlo antes de decir algo.

Una mujer le pegó al hijo porque él rompía las torres que hacían sus primitos:

−        No seas necio −le decía una y otra vez.

Sin más nada me la quedé mirando, luego me volví hacia él y le pregunté:

−        ¿Hijo porque lo haces? − y él me contestó:

−        Ellos no quieren jugar conmigo.

Pues, es una actuación en defensa, esa misma defensa que los preparan para un futuro y que su madre lo incrimina. Inmediatamente regresé a donde estaban los niños y le pregunté:

−        ¿Qué pasó, porqué no juegan con él?”

Y ellos aterrados, me contestaron:

−        Ese niño es un necio, no queremos jugar con él…

Las mismas palabras de la madre del niño, quien sin querer lo había tachado delante de la gente, de sus amigos,  la misma que una y otra vez le decía que es un necio. Al explicarle a ella lo que opinaban los niños de su hijo, se le aguaron los ojos, y se sintió miserable.

 Escribe Hogareña