Las lágrimas recorren
lentamente por mis mejillas temblorosas, el fulgor de una pausa sobrepasa la
quietud de la soledad. Vuelve aparecer las lágrimas y ésta vez es mucho dolor
en el pecho. Vuelvo a levantarme, repico el teléfono en varias ocasiones a un número
cualquiera de la agenda, doce veces quizás, vuelvo colgar el auricular sin
responder.
Camino de un lado a otro
desolada, escucho a los albañiles acomodar el tejado al otro lado de la pared e
inmediatamente los imagino deseosos de terminar la labor para llegar a casa y
abrazar a su familia. Secos mis ojos hinchados. Me encuentro en la cómoda
frente al espejo, parezco un despojo, tiro los frascos que reposan en la fría
madera, resuenan en el piso ya manchado de las frescas cremas y el aroma a
flores se expande en la habitación. Las almohadas rotas por un lado del closet,
el espejo estallado por una botella de whisky vacía.
Dejé de llorar, las fuerzas
se desvanecieron, la calma volvió apoderarse de mi ser con la promesa de no
volver llorar nunca más por un amor muerto.
DAILET M. BUTTO R.
Gracias "Letras con Arte"
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