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viernes, 22 de mayo de 2015

EN LAS CHOZAS DE LOS CABREROS


Don Quijote de la Mancha, después de saciar bien el hambre antigua, tomó una avellanas y se puso a mirarlas:

        “Dichosa edad y siglos dichosos aquellos a quien los antiguos pusieron el nombre de dorados. En ellos las palabras mío y tuyo eran ignoradas. Eran en aquella santa edad todas las cosas comunes. Para alimentarse bastaban las frutas y las nueces que producían los árboles. Las fuentes cristalinas apagaban la sed; las abejas laboriosas les daban la sabrosa miel. Humildes cabañas les servían de morada. Todo era paz, concordia, amistad. Los hombres no se engañaban unos a otros, porque no había nacido todavía la mentira. La justicia no sabía qué era favor o interés. Sólo más tarde llegaron estos monstruos a envenenar el corazón de los hombres. Desapareció la natural equidad. Desapareció la virtud, y hoy, acosada por todos, la virtud no halla corazón que la abrigue. Sólo reina el vicio, amigos míos. Sólo la maldad…”


Fragmento “En las chozas de los cabreros”  de “El Quijote de los Niños” de Monteiro Lobato

Escribe Hogareña

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