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miércoles, 27 de mayo de 2015

¡DÓNDE QUEDÓ LA VEHEMENCIA!

Con la escasez también se pierde la sonrisa y la amabilidad que caracterizaba a los venezolanos. Se siente en las calles los aturdidos que está la gente. Uno más que otro dicen "buenos días" y si los mira mucho, entonces te preguntan "se te perdió algo", claro y yo tengo problema con eso, porque soy de las personas que miro fijamente a los ojos de los demás. Pero solo imaginándome ¡cómo será esa persona! y la personifico en un instante. Pero ahora con ésto, me limito de mirarlos de reojos, no vayan a pensar que los estoy estudiándolos para atracarlos u otro malo pensamiento que le pasen por la mente.

Ni compasión a los de la tercera edad, porque son los primeros alborotadores en las colas, mucho menos a las mujeres embarazadas, o las que tengan niño entre brazos, ni hablar de los discapacitados, y en éste grupo también entran los militares, pues, no hay respeto hacia el ejercito de la nación porque son los primeros corruptos y aprovechadores de la situación. 

Llevo mi sombrilla para apaciguar el sol, aunque siempre termino con el rostro quemado, me anotan el número en el brazo o detrás de la identificación, para luego apartarme a la sombra o un lugar donde no me estén empujando, cuando la cola comienza avanzar salgo de prisa y me pongo a la cola.

Más mujeres que hombres, unas hablando, otras maldiciendo y están las calladas, que esperan su turno para lanzar sus palabrotas. Mujeres joven que pelean con las viejas, las mujeres mayores se colean y las jóvenes se la dan de fuerte. 

Casi siempre una mujer llama por el celular como diez personas más y lo meten en la cola, los demás se quejan y empieza la pelea. Se empujan, malos olores, sudorosos y el sufrimiento por conseguir algo de comida. siempre los que más compran son los que se llaman buhoneros o bachaqueros.

Es tanta la discordia entre la gente que discuten por cualquier cosa, si va en el autobús y roza con otra persona, se forma la pelea,  en la calle y lo tropieza, otra pelea más, la gente vive quejándose por doquier y la mayor parte de la convivencia es en la puerta de un supermercado esperando que llegue el camión de lo que sea para poder comprar. 

En realidad, no se que hace una mujer sentada todo el día (y todos los días) en un comercio esperando que llegue el camión, será que no tiene nada que hacer en su casa, atender a su familia, regar las matas, compartir con su esposo e hijos. 

En algún lugar de esas colas quedó pisoteado el respeto, el amor, la compasión, la tolerancia y humanidad. Es un tesoro preciado que será difícil recuperar.

Escribe Hogareña




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