¡Ya es tarde! Y tengo que partir. Estoy sobre la hora y un poco nerviosa de lo que me encontraré en la calle. Un poco de lápiz labial y el rocío del perfume que no puede faltar. Me miro al espejo y me siento bien.
Un paraguas para soportar el sol, y la cartera terciada sin que se me olvide llevar la identificación, teléfono, un poco de efectivo y, creyón y hojas, un libro para pasar el rato. Miro a mis hijos pidiéndole a Dios que me los cuide dándole un beso en la frente. En unas horas estaré de regreso.
Escribe Hogareña
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