AYUDÁNDONOS A SALIR ADELANTE

Mi hijo se quedó dormido y me fui al juego de fútbol, había muchos adultos y niños. Luisa me esperaba, ya tenía muchos clientes esperando los ponquesitos y lo primero que me preguntaron "cómo conseguiste los ingredientes", y yo le contesté "todos brasileros y bien caro". 

Aunque parezca mentira, solo los hice para ayudar a una amiga, las veces que viene a visitarme, se pone a llorar por su mala situación, aunque les confieso que no es la única que llora por su mal porvenir. Eran mujeres vendedoras que ahora están muy mal porque no tienen nada que vender. Luisa vendía cerveza, refrescos, tortas y helados. Ahora no puede hacerlo. Ester, tenía una bodeguita y ahora solo vende chucherías que no le genera dinero para sostener a la familia. Liliana ayer en el juego me dijo "todo lo que hago me sale malo, perece que estoy empabada", ella vendía perfumes y productos por catálogo, pues nadie los compran porque lo primordial es la comida (las empresas de catálogo se fueron de Venezuela y las que están nunca tienen los productos que promocionan); y a decir verdad en mi caso, quisiera hacer otra actividad que me produzca dinero. 

Así que a Luisa le gusta vender y a mí me gusta hacer cosas, me gusta inventar. Y nos unimos en un momento que nos tocó hacer cola. Se nos ocurrió, que yo haría los ponques y ella los vendería. Y así fue. Al llegar con los ponques en el estadio la gente lo esperaba, era la merienda de los niños. Y claro, Luisa ya los había promocionado. Y yo con pena, de que la gente se quejaran o criticaran mi arte. Gracias a Dios que todo salió bien y Luisa contenta, me alegra por ella. Ahora tenemos pensado hacer helados y ponques. Ella gana y yo también.

Quizás ayude a Liliana y a Ester, son mujeres luchadoras y muy trabajadoras, no se merecen estar desempleadas. La idea es que las mujeres unamos fuerzas para salir de ésta situación que nos agobia, por lo menos para mantenernos. Ya no quiero ver a Luisa llorar y a Liliana que es más fuerte quejarse por su mala racha (poco a poco la veo desvanecerse y eso me llena de impotencia). Algo tenemos que hacer y salir adelante. 

Vi un solo partido "de los niños de ocho a nueve años", cuando comenzaba el juego de diez y once años, me regresé y mi hijo seguía durmiendo. Y lo dejé tranquilo porque sabía que el día anterior en piscina lo pusieron hacer muchos ejercicios. 

Escribe Hogareña