Petra las ha escuchado,
doña Martina, la enfermera Genoveva, don Pablo y hasta el mismísimo cura que
disimula en la misa con sus oraciones de clemencia para no correrlas de la iglesia.
Y peor para él, porque al momento de la confesión ellas son las primeras que
están en la cola larguísima. Ahora me pregunto ¿qué le dirá al pobre cura?
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