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SIN RUMBO
Profundo dolor acoge a
la mujer que llora por la muerte de su hijo, el dolor no consigue consuelo,
está sola, sin rumbo que tomar, nadie aboga por su llamado, se acabaron las
palabras. El Dios en el que creemos, no lo vemos lo sentimos en el corazón, en
las miradas de los ancianos, en el hombre que trabaja, en la mujer que llora y en
el niño que sonríe. Y este hombre que se hace llamar el salvador es visible, el
poderoso y el único camino pero no da solución a que no sea él mismo, sus
predicciones.
Calles vacías, gentes confundidas, miedo que se apodera de las venas y corre como llama ardiente clamando respuestas, otra oportunidad, una luz aunque sea un rayito para saciar y calmar el desespero. Miles muchachos en el portón, de ojos lánguidos, no son ellos mismos, huyen de sus miserias, de sus vidas, escapan de la realidad, ya planificaron sin compasión algo nuevo, nadie sabe, están listos y parten camino hacia la esperanza. Las mujeres rápidamente abrazas a sus hijos y cierran las puertas, pero no a ellas a quien asecharan, porque esos jóvenes ya tienen el futuro marcado.
Acorralan al hombre que
con sudor y esfuerzo desea llevar el pan a sus hijos, le quitan el dinero y
como se resistió, de un tiro en la cabeza le robaron la vida, sangre corriendo
por el callejón, salen huyendo en sus motos, el hombre tirado en el suelo, quiso
llevar el pan a sus hijos que lo esperaba en casa con optimismo, quien tiene la
última palabra, quien le quitó la vida, nadie sabe, ninguno vio nada.
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