Si en realidad cuando naces te dan un lápiz para nosotros mismos escribamos nuestra propia historia.
Si en realidad desde que nace es el punto de partida de un nuevo comienzo. Escribes las primeras líneas en ese cuaderno blanco donde vas moldeando la vida poco a poco.
Si en realidad que ese lápiz se desgasta poco a poco y es hasta allí donde llega la historia.
Si en realidad lo que crees que el lápiz te va a durar todas la vida pero ese lápiz tiene un final. Se va desgastando poco a poco sin remedio de retroceder lo escrito porque lo que se plasma allí se queda.
Si en realidad es que nos dan un lápiz donde a veces la historia es larga y en otras muy corta.
Si en realidad el lápiz es tierno, saborea la dulce brisa del atardecer, el caminar por la orilla del mar y el calor del medio día cuando pega en la piel.
Si en realidad es una sonrisa, el sentir, el a veces amar y otras odiar, llorar y gritar. Se fracasa o se triunfa. Cuantas caídas y cuantas veces se levanta por las derrotas.
Ese cuaderno recoge todo nuestro caminar en esas líneas trazadas por un lápiz. Es un lápiz que tiene su final.
La vida es frágil como un vaso de cristal, parece fuerte pero es muy débil e indefenso.
La realidad es que el lápiz se pone pequeñito y ya no puede escribir más y es donde nuestra vida se va apagando poco a poco. Todo tiene su final. El cuaderno se queda con hojas blancas sin escribir y nosotros con fuerzas de seguir escribiendo pero el lápiz gastó hasta el último carbón carbón que le quedaba.
0 comentarios:
Publicar un comentario