Ads 468x60px

Last Video

lunes, 7 de julio de 2014

NO PORQUE ESTÉ TRISTE


No quiero escribir nada en especial, no quiero escribir hoy, y no porque esté triste ¡no!, solo que no quiero escribir. No es que no tengo nada que escribir, si tengo mucho que escribir, son muchas ideas que tengo en la cabeza quiero escribirlas. Solo que no quiero escribir. Quizás sea, por ese bendito cuento, o porque todo lo que he escrito, está allí indefenso, al intemperie. Solo quiero dar la media vuelta y quedarme viendo a mis hijos jugando en el jardín.
No quiero escribir y no porque esté triste, nada de eso, solo me provoca un poco de café con leche y unas galletas junto al televisor mientras mis manos ajusta el lápiz creyón, porque todos los escritores utilizan bolígrafos o plumas finas menos yo, solo me gusta un lápiz creyón y un saca-punta. Y no sobre hojas blanca, claro que no, sino sobre libretas con sus hojas bien contadas y líneas bien firmes, son anotaciones unas tras otras, sin perder nada, que no se pierda entre los papeles las palabras, oraciones, párrafos y toda una página.
Solo eso, lo que haré, escribir con mi lápiz y mi cuaderno, aquí o allá. Es mejor que el ordenador o lo que sea.
No quiero escribir, y no porque esté triste, sino que quiero terminar el cuento y terminar otro, corregir y esperar que otros lo corrijan. Si tú me quieres ayudar a corregir y leer un poco me avisa.

Escribe Hogareña

viernes, 4 de julio de 2014

EL PERDÓN IV

El hombre que cometió un delito, pero que después que la adrenalina y el furor se ha calmado y piensa bien lo hizo, se arrepiente. Para después pedir perdón por sus faltas. Y mi pregunta es ¿A pesar de su arrepentimiento, se merece perdón? Aunque llore y clame por su alma. Lo digo porque ya el mal está hecho. Somos capaces de perdonar a alguien quien nos hizo algo muy malo.
A veces decimos “se lo dejo en manos de Dios” pero muy en el fondo de nuestro corazón sabemos que el dolor está allí carcomiendo el alma.
Está bien, perdonamos, pero la “justicia es justicia”, se cometió el error y hay que pagar. Así como a la vida nos cobra los errores cometidos.  Por ejemplo, salimos en la noche y por algún motivo decidimos caminar por un callejón (y aunque no sabemos que hay al final de ese callejón) en la inocencia seguimos caminando, para después toparnos con alguien que nos quita la vida. Es decir, por nuestra decisión la vida no nos da otra oportunidad, ni siquiera nos da chance de rectificar y mucho menos de pedir perdón.
La muchacha que se infectó de Sida por una mala decisión, la vida no espera que pida perdón para curarse, solamente se cobra lo que tiene que cobrarse.
Claro nosotros somos seres humanos y pensamos, y podemos perdonar porque tenemos un ser divino que nos enseñó desde niño ser humilde y amar al semejante, por otro lado, está la sociedad, la convivencia, la ética, moral y educación, y todas esas cosas que nos pones vulnerable para perdonar cualquier cosa.
Por eso digo, que están las cosas que perdonamos sin remordimiento, las que perdonamos pero cuando vemos a esa perdonas recordamos todo el daño que nos hizo, y las cosas que no perdonamos haciendo que nos duela el alma, y está el más fuerte “el perdonarnos a nosotros mismos”.

Escribe Hogareña

jueves, 3 de julio de 2014

EL PERDÓN III

Se merece perdón ese hombre que acaba de salir del ministerio de economía, después de muchos años haciéndole daño al país, ahora que se le volteó la tortilla, merece ser perdonado por los venezolanos, donde estamos sufriendo las consecuencias de sus malas decisiones. Por creer en lo superficial.
En mi caso jamás lo perdonaré. Por la muchas gentes que han muerto haciendo cola. Por los niños que no tienen que comer. Por las infinidades peleas de mujeres por un rollo de papel sanitario. Por la inseguridad. Por la corrupción. Porque nos tratan como animales mientras ellos están sentados felices y burlándose de nosotros. Sí por la burla, es una humillación que nos están haciendo.
Cuando lo veía y a veces lo veo en televisión, periódico u otro medio de comunicación, se me revuelven las entrañas y me lleno de ira. Que Dios me perdone pero de lo que soy yo no lo perdonaré. Por su culpa y culpa del gobierno estamos como estamos. Ahora clama perdón.
"Está más que rayao y que zapatee por otro lao" eso dice mi gente.

Escribe Hogareña

miércoles, 2 de julio de 2014

EL PERDÓN II

A veces perdonamos a la otra persona, y hasta convivimos con ella, pero cuando pensamos en las cosas que nos hizo se nos revuelven las tripas y la rabia se viene a la cabeza confundiese con el dolor en el corazón y que por más que tratemos reparar el daño no podemos.
Hay otros casos cuando decimos “no lo perdonaré jamás”, y es verdad, por más que tratamos de perdonamos no podemos. Le pasamos al lado y lo miramos de reojos omitiendo el saludo.
Se encuentra también el líder o jefe que por su forma de pensar le hace daño a los demás. Son esas personas que se le mete entre ceja y ceja las ganas de arrancarle el alma y que si se resbala se lo come vivo, pobre jefe ojala nunca se equivoque.
Por su supuesto está, el dejar pasar las cosas o equivocaciones cometida por una madre, un padre, un hijo u otro ser querido.
¡Qué sucesos debemos perdonar! ¡Qué cosas debemos dejar pasar! ¡Cómo curar el alma! Son tan difíciles, y eso que la iglesia nos enseña a perdonar. Es lo que se va aprendiendo a medida que pasa el tiempo, y es la misma vida que nos da la respuesta.


Escribe Hogareña

martes, 1 de julio de 2014

EL PERDÓN I

El perdón que es del hombre y no de Dios, el que a pesar exista el arrepentimiento pero el mal ya está hecho, que no se cura con nada en el mundo, el que no se puede ver con los mismos ojos de antes.
Quien se merece el Perdón:
1.- La pareja que es infiel.
2.- El hombre que mintió.
3.- El que jugó con los sentimientos de otra persona.
4.- El que le ha hecho tanto daño al país por estos últimos años y que ahora se arrepiente.
5.- El que mató a otra persona.
6.- El que critica a la otra persona.
7.- El que escondió un secreto.
8.- El que no tuvo el valor de defender a su amigo.
9 El que castigó.
10.- el que torturó.
11.- El que le puso traba a la otra persona.
12.- El que nunca dijo nada, se quedó callado.
Son esos y muchos más que se viene a la cabeza pero que no se dicen. Será que se merece perdón. Y con ese perdón es necesario la justicia.

Escribe Hogareña

lunes, 30 de junio de 2014

SENTIR CON EL ALMA

Me he encontrado a muchos de mis amigos y me dicen “todavía estoy esperando que escriba de mí”, y yo los miro fijamente a los ojos y les contesto “como hago pues”. Es tan fácil escribir pero tiene que sentirlo y salir del alma. Lo que quiero decir que cuando escribo de alguien o de algo es porque lo siento. Por ejemplo, cuando me dicen “no escriba tanto de política” y yo les contesto “pero es lo que estamos viviendo en carne propia, no es un invento, es la impotencia, el dolor, las ganas de llorar, no tenemos necesidad de pasar por esto”. Luego vuelven a decirme “pero tu sabe como es el gobierno, te van a cerrar el bloger” y vuelvo a contestar “pero como hago, me quedo callada aguantando y aguantando hasta que me mate una rara enfermedad por no decir lo que siento”.
Pero bueno cada quien tienen algo que contar, es la magia de cada quien, somos tan diferentes, algunos con más, otros con menos, pero únicos. Quieren tener un momento de gloria o simplemente quieren saber lo que siento por ellos, más bien como lo ven las otras personas, los que están afuera.
Y claro que lo van a tener, ya verás que muy pronto escribiré y escribiré sobre ti, no solamente porque quiere que escriba  de ti sino porque lo siento.


Escribe Hogareña

viernes, 27 de junio de 2014

MIS PRIMERAS ANTOLOGÍAS

Por fin mi primer libro. Para mí, es mucho. Son veintes cuentos recopilados desde hace tiempo. Todavía estoy corrigiendo algunos detalles y el fastidio de los requisitos que te piden unos tras otros que no le veo fin, pero ojalá pueda solucionarlo pronto.
Lo que más importa es tener mis cuentos plasmados en hojas, en ese olor a tinta y papel. Pero primero va a estar disponible por amazón.htm mediante createspace. Espero su apoyo. Pronto les aviso.

Escribe Hogareña

jueves, 26 de junio de 2014

UNO, DOS, TRES Y CUATRO

A veces quisiera “tirar la toalla” y dejar que todo siga su curso, sin proyectos ni deseos de que se hagan realidad los sueños, simplemente quedarte allí en la mecedora, junto al jardín y mirar el cielo mientras veo pasar la nubes con sus figuras asimétricas.
Con el cansancio a cuesta, lo que me provoca es perderse del tiempo, a lo mejor ir a la playa o a las montañas, al lado de mis seres más querido o hablar con alguien que no he visto desde hace muchos años.
Olvidarse del curso de la vida, y de mi misma. Encontrarme más relajada o apropiarme de mi espíritu.
Después de tantos días de emociones, algunas buenas y otras no muy buena, solo te queda el agotamiento y lo que provoca es rendirse. Tantas trabas, uno, dos, tres y cuatro e infinidades de veces y no  veo el final que se hace cada vez más lejos.

Escribe Hogareña

miércoles, 25 de junio de 2014

EL HERMANO DE ÁNGEL

El hermano de Ángel era el galán del barrio y más que galán era el picaflor o don Juan. Todas las chichas se morían por él. Creo que la única que no le importó su rostro y sus palabrerías fue a mí, y creo que sería porque vivía en las nubes soñando en otras cosas. Recuerdo oí decirle a la muchacha de la otra cuadra “yo no voy hacer nada con tu novio, es contigo la cosa”. Luego se dio cuenta que yo lo miraba fijamente a los ojos y simplemente él se sonrió y guiñó un ojo.
 Que si bailó con la muchacha tal, que si me dijo esto,  que si me vio de tal forma y tantas cosas que escuché de las chicas que más bien era una novela. El muchacho fue prometedor, aunque no estudió, trabajaba en una empresa básica y la vida era más fácil. Un día nos dio la noticia que se casaba, y recuerdo que las mujeres se entristecieron, sin embargo, yo observaba los cambios ocurridos en su vida.
Había tomado vuelo, parecía dueño de las calles y se sentía grande. Un carro, su novia y un buen trabajo. Se casó por todo lo alto, tremenda fiesta. Nosotros asistimos, claro, y recuerdo que bailamos hasta el amanecer.
Un día me dijo mi padre que lo habían votaron del trabajo (se paralizó la empresa), y desde entonces siguió sus andanza en las calles. Y que más puede hacer un hombre que solo sabía soldar. Vendió el carro. Su esposa embarazada y con dos niños menores de tres años. Ya no era el galán del barrio y las muchachas felices proclamaban “de lo que me salvé”.
Mucho después me enteré que estaba preso, pues, en una fiesta se formó una pelea y por accidente o no, mató a un muchacho. Le dieron la pena máxima y la está cumpliendo.
Fui testigo como su madre luchó por sus hijos y cómo lloró  cuando éste cayó preso, se puso muy flaca, el cabello se blanqueó y las arrugas salieron muy rápido. Imagínense cómo se debe sentir en este momento por la muerte del otro hijo. Son dos hijos, uno casi perdido y el otro se perdió en un instante. La escuché decir “me quitaron a mi hijo”. Ahogada en llanto, el rostro que no es rostro y sin ganas de vivir.
Con solamente pensar en mis hijos, se me pone el corazón chiquitico y arranco a llorar. Soy madre y, sé lo que da una madre por sus hijos.
Y como se sentirá ese muchacho encarcelado, en no poder ver por última vez a su hermano. Arrepentido por los errores cometidos, quizás. Esto es lo que hay en mi pueblo.


 Escribe Hogareña

martes, 24 de junio de 2014

ÁNGEL

Cuando queríamos un mango de la punta de la mata, llamábamos a Ángel, y en santiamén saltaba de una rama a otra y nos bajaba el mango. Muchas veces se cayó de las ramas pero siempre se levantaba con una tremenda sonrisa y volvía a subir. Jugábamos a la “pelotica de goma”, a la “gallinita ciega”, al “fusilao”, al “tocaito”, al “palito mantiquellero”, al “escondite” y muchos juegos que en este momento no recuerdo. Lo cierto es que Ángel terminaba por caerse por donde quiera e incluso, si iba caminando tranquilo, lo raro era que nunca le vimos ni siquiera un rasguño. Pues lo bautizamos como el “gelatina” y decíamos:
-          Epale gelatina que vamos a jugar hoy.
Y él con una sonrisa menuda contestaba:
-          Lo que ustedes quiera…
Siempre lo imaginé como una gelatina de fresa. Y cuando lo llamaba gelatina de fresa, él me decía “no soy de fresa, soy de piña”, pero como las gelatina de piña nunca me gustó preferí imaginármelo siempre de fresa en silencio.
Claro éramos cuatro niñas, y mi hermano y él no nos podían ganar jamás. Siempre veíamos a Ángel brincar de un lado a otro. A veces nos traía un coco de su casa, varias guayabas, hasta limones, lo que él pudiera traer. A medida que fuimos creciendo se enamoró de mi hermana, creo que a mi hermana también le gustaba pero nunca dijeron nada, quizás sea porque crecimos juntos o porque quién se enamoraría de “gelatina”.
Nos distanció los estudios o más bien la adolescencia y con ello los deseos y sueños diferentes. Nosotros estudiando y gelatina dejó los estudios. Nuestros amigos eran de la universidad y de gelatina los de la calle.
Él se enamoró de una muchacha a quien le decíamos cabeza de chocolate, sobrenombre que él mismo le puso, era por los enredos de su cabello y su color marrón. Y nosotras nos atrevíamos un día en decirle:
-          Cónchale Ángel, (claro porque como éramos adultos, nos comenzamos a llamar por nuestros nombres), Cónchale Ángel porque te casaste con cabeza de chocolate y él decía:
-          Porque sí, me enamoré  y deja la vaina vale…
Su trabajo era de albañil, herrero, carpintero y lo que saliera. Muchas veces trabajó en pequeñas contratas de las empresas básicas, pero no lograba quedar fijo. En muchas ocasiones cuidó las espaldas de mis hermanas de gente que quería robarla cuando regresaban del trabajo. Quizás sea porque se la pasaba en la calle, brincando de aquí para allá y nunca le pasaba ni siquiera un rasguño.
De ojos café claro, caucásico, de sonrisa cálida y fácil de conversar. Siempre alzando la mano para saludarte y sobretodo en la esquina del portón de su casa esperando un no sé qué. Una esposa y sus hijos. Esperando un trabajo. Celebraba con sus amigos, lo balearon muchas veces y por más que corrió duro, ésta vez no se salvó. Muchos tiros, por todos lados, así terminó Ángel el domingo en la noche.
Su madre llora y su padre se resiste al llanto, sus hermanas desconsoladas y su esposa destrozada mientras sus hijos, no pueden creer lo que sucedió. Tenía treinta y cuatro años de edad.
Estoy tan triste, otra persona muy cercana a mí muerta inesperadamente. A la vez tengo mucha ira porque son muertes que podrían ser evitada si el manejo del sistema del país evocara a las necesidades del pueblo (tantos planes de seguridad y la inseguridad va de mal en peor). Nos estamos matando unos a los otros. Tantos jóvenes caídos como si estuviéramos en guerra.  Sólo un fin de semana en el estado Bolívar hay más de catorce muertes por armas y no haya justicia.

Escribe Hogareña

lunes, 23 de junio de 2014

TENÍA UNA AMIGA II

La amistad no se negocia, se gana. La amistad de esa amiga que se perdió por su irracional forma de pensar, deja mucho que desear. En mi caso no dejaría jamás una amistad por su forma de pensar, porque en el fondo todos somos iguales.
Soy católica y tengo amistades evangélicos, de testigo de Jehová y hasta ateo, amistades homosexuales que algunas ocasiones me defendieron, amistades sifrinas como dicen mis amistades del bajo mundo, amistades más jóvenes  y más viejos que yo, amistades de pensar ideológicos diferentes a mí, amistades del barrio, amistades que creen en misticismo, extraterrestre y cosas inimaginables. ¡Qué más da, así es la vida!
Pero quién soy yo para cambiar la forma de ser de los demás y es como decía una gran amiga “en este país hay que saber vivir, porque tú no sabes cuando vas a necesitar de esa persona”. La cosa es no perjudicar a nadie, sin cambiar y mucho menos pretender que los demás sea como uno mismo.

Escribe Hogareña

viernes, 20 de junio de 2014

TENÍA UNA AMIGA I

Nos conocimos en la escuela. Entre reuniones y conversaciones nos dimos cuenta que teníamos mucho en común, primeramente porque nuestros hijos tienen la misma edad. Pero más que eso era la sencillez y el cariño que se hizo sentir inmediatamente al interactuar.
Un día ella empezó a invitarme al “salón de batalla” y yo como tenía que venir a escribir o simplemente llegar a casa para hacer los quehaceres diarios siempre le respondía “hay amiga, disculpa, pero no puedo” y ella cambiaba la expresión de su rostro con algo de enfado, sin embargo, seguíamos hablando por lo menos unos minutos en la escuela.
Pasaron los días y ella me decía:
-          Tú siempre está ocupada, ven conmigo para allá porque a ti te conviene…
Y yo:
-          Cónchale vale, me gustaría pero no puedo…
La verdad es que ya sabía que ese salón de batalla se trataba de la política del gobierno, y más que eso eran peleas entre ellos mismo, (chismes: que si tu dijiste, que si yo deje, esto y lo otro). Son representantes del consejo comunal, unos llamándose copeyanos y otros adecos, y la verdad es que todos vienen de un pasado de cualquier otro partido. Lo cierto es que cualquier persona que se hace llamar revolucionario o socialista vienen de copei, adeco, causa r u otro partido, claro menos algunos de la nueva generación de jóvenes.
Luego, pasaron los días, y esa misma amiga me convenció para meterme en una misión, pero todo fue fracaso, siempre firmaba encuesta que nunca hice, clases que nunca se dio, pues es una corrupción latente. Finalmente no acepte más, que usaran mi nombre para tales cosas. Me enfurecí por no dar clases aún firmando asistencia de nombres y apellidos de hombres y mujeres que nunca conocí, aclaro que tampoco acepte pago no ganado (dinero). Y lo peor es que siempre me decía ahora sí vas a dar clases y nunca llegó ese día.
Pasó un tiempo y me llegó con un pasaporte, se iba a Cuba a recibir un curso de las “filas de combate”, y por supuesto me invitó y yo le dije:
-          No puedo dejar  a mis hijos solos…
Y ella:
-          No lo vas a dejar solos, los va a dejar con su papá.
Jamás dejaría a mis hijos y por tal motivo me dejó de hablar. Ahora nos vemos en la escuela o en la calle y no me habla. Se voltea sin responder a mi saludo. A veces solo alza la mano y me da la espalda.
A veces siento discriminación por parte de su persona, quizás sea porque sabe que no soy de su tilde político o porque no acepté la corruptela de las misiones. Pero mi conciencia está limpia.
Me han dicho que las filas de combate y los que conforman el salón de batalla, no les habla a otras personas que no sean de su gente. Es la ignorancia combinado con la discriminación.
Jamás pero jamás dejaría de hablarle a otra persona por pensar diferente a mí. El hecho es que los del gobierno y oposición son seres humanos antes de cualquier cosa, y sea como sea estamos sufriendo los mismos males.
Desde el que anda en la calle recogiendo lata hasta el médico lo podemos necesitar algún día en el momento menos esperados.

Escribe Hogareña
 
Blogger Templates