¡QUIEN ES QUIEN!
Muchos serán los escogidos, y es que ya escogieron los que serán felices en el andar de la vida, porque se presiente en el camino a muchos que se hacen llamar el poder, de viajes en viajes, deleitando los mejores manjares, millones de fotos pegados en paredes, vallas, afiches y todo aquello que sale en la calle, en los periódicos, revistas, televisión, radio e internet, los que son dueños de las grandes empresas, mansiones, carrasos y cuentas infinitas en el exterior, ¡es que a ellos le llegó el cielo!, ya fueron juzgados y son los escogidos de Dios y nosotros los que estamos en el infierno, necesito respuestas, que alguien me diga.
Están los esclavos, que serían los profetas, los enviados o fieles servidores que viven de los anuncios que dan los escogidos, aún viviendo la inclemente pobreza, creen y se desviven por cientos de palabras mal habladas de algunas personas, esperando quizás que los tomen en cuenta por lo menos una vez en la vida, augurando que serán salvados y llevados a la gloria, y años tras años los vemos más desgastados física y mentalmente que los propios pobres, pero firme como el roble, caminan de aquí para allá vigilantes, nerviosos y cuidando cualquier imprudencia que pudiera salir de la boca de alguno para aprovechar la oportunidad y tratar de relucir ante del poder, condenando a esa persona. Los esclavos vigilan y vigilan y es que fichan y fichan como hienas, y al estar engañados creen en la esperanza de un vivir mejor.
Los que no se dejan engañar, son los que sufren la peor parte, son los rechazados, azotados sin compasión y que jamás recibirán el perdón del poder aquí en la tierra. Pobre hombres se les ven en todas partes cada vez más languidecidos pregonando que existe una mejor vida más allá de la ignorancia y de lo que se nos ponen en bandeja de plata. Muchos tenemos miedo, porque hemos vivido la crueldad del mal y no es nada fácil cuando se tiene a la sociedad en contra. El derecho se ha perdido, como es el derecho a la vida, al recrearse, a alimentarse y sobre todo el derecho a opinar lo que pensamos. Todo es un disfraz, una careta que dentro de de ella está de un pueblo que deambula por las calles sin razón alguna.
Qué triste me siento al saber que hay un mundo allá afuera, en la que quizás estaría mejor, el no ofrecerle algo mejor a mis hijos, y más aún, las añoranzas de mis padres cuando en los atardeceres nos cuenta aquellas historias bonitas de un pasado próspero que prometía mucho para un futuro, y que ahora el presenta es un desfalco.
Escribe Hogareña
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